Amazona del populismo para unos, señora de la guadaña para otros, Isabel Díaz Ayuso de momento es la única que sobrevive a los caprichos de los electores del centroderecha. Y cada día somos más especialitos. España es un país muy duro para ser líder político porque el político aquí es fuertemente odiado o amado, si uno se encuentra en un ámbito intermedio entre los extremos es que uno no es demasiado importante. Significa que uno no está haciendo bien su trabajo. El trabajo de la oposición consiste en plantear una alternativa de gobierno y ser referente moral de derechas. Esto funciona un poco como el amor/odio, o viceversa, hay que saber conquistar al electorado, las corrientes de opinión.
El amor y la política son cosas que dejan colgado al personal, y más en España, donde todo se vive intensamente. No hay recochineo fácil en decir que Pablo Casado, por moverse en una política sin sustancia y ajena al sentir ciudadano, ha decidido no ser líder de la oposición. Es un autosabotaje en toda regla que incluye una entrega de poder al secretario general. Lo difícil era arremangarse y bajar al barro español, claro. Menudos somos los españoles. El liderazgo de Casado y los aplausos en la bancada del PP nunca fueron reales, dicen los cronistas parlamentarios, y lo dicen sin ánimo de pitorreo. Solo aquellos con un concepto equivocado de la lealtad siguieron aplaudiendo hasta el final.
A España la quieren amuermar los políticos de la derecha con su autosabotaje. La gente quiere barroquismo, romantimismo, volterianismo, pero además ahora la derecha tiene sed de venganza y Ayuso es la única capaz de saciarla. Parece que no le dejarán presentarse, lo cual es una pena porque yo me he hecho Ayuser, como algún lector que me lee ahora. Ya lo serás, amor. La política del PP se había convertido en un delicioso filo de irrealidad, pero la realidad acaba tomando su venganza. El españolito grita, escupe, vomita y se acabó lo que se daba.
El País, la mentira exquisita, se ocupará de terminar con lo que queda del partido tentándole con columnas del socialista Lassalle. Igual, para suerte de la izquierda, de las ruinas del PP sale un socialismo templado. Entonces la mayor parte de la gente se irá con el patriotismo y la subversión a votar a otra parte.
Molestaba Ciudadanos, el centro repartiendo a diestra y siniestra, y sus políticas, porque eran unos adelantados. Ahora solo queda la señora Arrimadas
Decía Umbrales que en España no se votan ideas, sino personas. No sé si eso ha sido siempre así, lo cierto es que la política personalista, que es una política barroca, de las fuertes personalidades, es tendencia. Y además, resulta que no tenemos otra, porque nuestros líderes no se decantan demasiado por el debate de ideas. Hay excepciones como Cayetana y otros enfants terribles del liberalismo sin partido. Molestaba Cs, molestaba el centro repartiendo a diestra y siniestra, y sus políticas, porque eran unos adelantados. Ahora solo queda la señora Arrimadas agarrada al cargo con uñas y dientes. Las ideas, para qué vamos a engañarnos, no atan demasiado al político, ata más el cargo y el poder.
En estas estamos cuando llega El País, que van de legales, el futuro y todo eso, con la noticia del cordón sanitario a Vox. Algunos calaveras lo tomarán como un insulto y se preparan para votar sombríamente a la contra. Esto es natural, el mínimamente rebelde se convertirá así en un enigma para el politólogo socialista, que se rasca la frente sin entender qué ha podido pasar para que todos los varones intelectuales de izquierdas acaben en posturas cercanas a la ultraderecha (llámelo zona oscura o X).
El porvenir político se anuncia muy extravagante, a unos les parece muy bien mientas que otros alertan sobre los peligros del populismo, que es como la dark side de la política. Como dice Bob Dylan, el bien y el mal los inventaron personas atrapadas en escenas. Ya da igual quiénes eran los malos y los buenos. Yo solo pido que la oposición se deje de autosabotajes, que elija a la candidata ganadora, la amazona del populismo. En España todavía no se votan ideas, sino personas.
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