El preacuerdo entre la Generalitat de Cataluña y el Gobierno central para la ampliación del aeropuerto del Prat es el enésimo ejemplo de cómo se las gastan las élites patrias, de cómo éstas entienden la lucha contra el cambio climático y la búsqueda de un nuevo modelo económico. ¿En esto consiste la tan cacareada y manoseada “mesa de diálogo”? ¿En la puesta en marcha de inversiones cuantiosas que perpetúan un modelo económico desarrollista incompatible con el objetivo global de lucha contra el cambio climático? ¿En esto consiste la lucha contra la emergencia climática? ¿En perpetuar el modelo extractivo del Ibex 35?
No se preocupen, pelillos a la mar. Nos venderán una nueva moto cromada. Nos dirán que esta acción negativa será compensada con otra positiva, desde el punto de vista de lucha contra el cambio climático, del mismo tamaño e intensidad que el daño causado. El problema es que estas operaciones no son aditivas. El daño en términos de recursos, contaminación, gentrificación y extracción de rentas que la llegada estimada de otros 17 millones de pasajeros no puede ser compensado por otra inversión chupi guay. Nos encontramos ante lo que, permítanme patentarlo, podemos denominar un ejemplo de “capitalismo verde de amiguetes”.
Pedro Sánchez, como en el extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, nos ofrece dos o más identidades con características opuestas entre sí, mostrando una enorme discrepancia entre lo que se vende y lo que finalmente se hace. Recordemos el incidente con Alberto Garzón, “chuletón al punto”, donde ni siquiera se había leído el Informe España 2050 de su propio gobierno. Lo ha vuelto a hacer con la ampliación del Aeropuerto del Prat. Una cosa es la modernización del aeropuerto, o la todavía más necesaria inversión en la mejora de una nefasta red ferroviaria de cercanías de la Generalitat. Pero no. Lo que se nos ofrece es perpetuar un modelo económico desarrollista, extractivo, contaminante, succionador de recursos naturales. Me temo que las redes de poder y sus entresijos es lo que han demandado. Nada nuevo bajo el sol.
Si este es el preludio de los proyectos de inversión a los cuales se van a destinar los fondos del plan de recuperación, transformación y resiliencia, nos la volverán a meter doblada. Me refiero a quienes entre bambalinas manejan los hilos del poder en nuestro país, una élite mediocre. La antítesis de lo que convencionalmente se denomina una burguesía liberal. Por eso, desde su posición en el Gobierno, Unidas Podemos debe mostrar su rechazo al proyecto de ampliación del Prat, posible antesala de cómo se las gastarán en el reparto de los fondos europeos: financiar por la jeta la inversión en capital del Ibex en proyectos vacuos que perpetúen el actual modelo económico. Los proyectos de las eléctricas son un buen ejemplo de ello. Humo.
Hay otra alternativa, el País Vasco
La senda adoptada parece no querer cambiar el guion del capitalismo patrio, cuando incluso aquí existe un modelo económico alternativo, el País Vasco. A principios de verano la Comisión Europea publicó el informe European Innovation Scoreboard 2021, según el cual España ocupa el puesto 16 de 27 de los países de la UE, dos posiciones por detrás que un año antes. Desgranando los indicadores, España suspende en empleos de innovación, inversión pública en I+D, apoyo gubernamental a la I+D privada, registro de patentes o inversión privada en I+D. En particular, llama la atención el pésimo comportamiento de indicadores como las exportaciones de servicios intensivos en conocimiento (72% por debajo de la media), pymes innovadoras de producto (71% por debajo) y también pymes que realizan innovaciones de proceso (68% por debajo). Pero como en la Galia de Astérix y Obélix, en nuestra querida España existe una aldea irreductible que se ha colocado en términos de innovación en el pódium europeo, el País Vasco.
En un excelente artículo reciente, “Incubando Campeones”, el profesor Xavier Ferrás definía lo que se denomina un Campeón Oculto, “una empresa de tamaño pequeño o medio, líder en su segmento de mercado, con producto propio, globalizada pero fuertemente vinculada a su territorio de origen. Es el tipo de empresa que difícilmente se deslocalizará. Suele tener un carácter familiar que le permite pensar estratégicamente en el medio y largo plazo, sin supeditarse a la volatilidad de los mercados financieros”. Como detalla el propio Ferrás, si se selecciona “una muestra internacional de empresas que facturen menos de 5.000 millones de euros, y se sitúen entre las tres primeras posiciones en su nicho a nivel global, casi la mitad de ellas son germanas. Son hijas del Mittelstand centroeuropeo, clústeres de medianas y pequeñas empresas que constituyen la espina dorsal de la economía alemana, suiza o austríaca”.
Compañías que aman a su tierra y a las que hay que cuidar y ayudar a crecer como oro en paño. Ellas son las que van a generar empleo y prosperidad en los próximos años
Los campeones ocultos, continúa Xavier, “son empresas de gran éxito, generalmente desconocidas por el gran público, que operan fabricando productos intermedios, maquinaria, bienes de equipo, componentes electrónicos, piezas de precisión, dispositivos médicos o software”. En nuestro país, Euskadi, “a través del Instituto Vasco de Competitividad (“Orkestra”) tiene bien identificados a sus campeones, Pymes con buen nivel de I+D que exportan como mínimo a tres continentes, con un 50% de su facturación del comercio exterior. Y, sobre todo, compañías que aman a su tierra y a las que hay que cuidar y ayudar a crecer como oro en paño. Ellas son las que van a generar empleo y prosperidad en los próximos años”
Esta es la razón por la que Euskadi ha ascendido a la categoría de “innovador fuerte” en el último ránking europeo European Innovation Scoreboard 2021. Como señala Ferrás, en el País Vasco ha sido clave “el esfuerzo de sus administraciones y agentes sociales en la potenciación de una nueva industria basada en conocimiento, el cariño con el que tratan a sus empresas, el orgullo que sienten por sus niveles de investigación industrial, el modo en que orientan a sus centros tecnológicos al servicio de la resolución de problemas pragmáticos, y la manera en que cooperan todos los agentes del territorio. El sistema de innovación de Euskadi es un pedazo del sistema de innovación germano a orillas del Cantábrico. Un territorio impregnado de Industria 4.0…Todo por la industria, una industria limpia y competitiva, dirigida por un management de corte técnico, como factor de estabilización y cohesión social. La vibrante revolución tecnológica se vive con pasión y orgullo en Euskadi. No es sólo un tema de recursos. Es, sobre todo, un tema de estrategia.”
Investigación industrial
El Gobierno central debería buscar un nuevo contrato social donde se promocionen empresas que operen con excelencia y generen empleos dignos, y, a cambio, el gobierno pague la investigación industrial. Eso es lo que hacen, por ejemplo, Tekes, la agencia de financiación de la innovación finlandesa, o Matimop, su equivalente israelita. En España, solo el País Vasco goza de centros tecnológicos al servicio de la resolución de problemas pragmáticos, incluido el Basque Center for Climate Change o BC3, uno de los más prestigiosos del mundo.
Nos jugamos mucho en los siguientes años, y frente al capitalismo de amiguetes patrio, alrededor del Ibex35, que es el que está detrás de proyectos tan absurdos como la ampliación del Prat, es necesario crear, mimar y potenciar Campeones Ocultos. Y tenemos un ejemplo a seguir, el País Vasco. Esperemos que los Fondos de Recuperación, Transformación y Resiliencia vayan destinados a Pymes españolas organizadas alrededor de una idea de futuro que sirvan de germen para la creación de Campeones Ocultos. En definitiva, ¿Ampliación del Prat? ¡No, gracias!
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