Opinión

El capitalismo y el mérito

"Los seres humanos nacen con distintas capacidades. Si son libres, no son iguales. Si son iguales, no son libres" Alexander Solzhenitsyn Las personas somos ante todo seres sociales, pertenecemos a

"Los seres humanos nacen con distintas capacidades. Si son libres, no son iguales. Si son iguales, no son libres" Alexander Solzhenitsyn

Las personas somos ante todo seres sociales, pertenecemos a una sociedad en la que aceptamos las normas que se nos imponen desde pequeños para lograr la convivencia, como es el capitalismo. A esto ha ayudado mucho un aspecto biológico del hombre: cuando nace, su cerebro está poco desarrollado (si lo estuviera más, el tamaño de la cabeza mataría a la madre en el parto) por lo que necesitamos ayuda para alimentarnos y desplazarnos durante años. Necesitamos una familia. Esta dependencia durante los primeros años de vida ha generado que la inicial familia/tribu se extrapole a ciudad, país, incluso “raza”.

Gracias a los medios de comunicación somos conscientes de que hay seres humanos en todo el planeta que sienten de un modo similar al nuestro, y por los que sentimos una afinidad. La forma de organizarnos para vivir en este planeta no ha sido tan diferente a pesar de las distancias y, sin ser similares en el tiempo, hay que decir que los emperadores chinos, los zares rusos y los reyes absolutistas europeos han gobernado a sus pueblos de un modo parecido: invocando la ascendencia divina, arrogándose el derecho a la propiedad sobre ciudadanos, bienes y tierras y basando su autoridad en la genética sobre las cualidades individuales.

Sin hacer un análisis detallado de la historia de la humanidad lo cierto es que (años antes también pero de un modo generalizado después) a partir de la Revolución Francesa y la Independencia de los Estados Unidos quedó claro, al menos en Occidente, que la influencia genética es limitada: uno puede ser hijo de un analfabeto y ser el hombre más listo o ser el hijo de un zapatero y dedicarse a la enseñanza.

A partir del momento en que se empezó a romper esa tiranía del nacimiento que encorsetaba a los individuos, la evolución de la sociedad humana ganó en velocidad. Cuando la cultura se universalizó, el origen social humilde -siendo un escollo- no era insalvable y las personas pudieron brillar por sí mismas, y así todo mejoró.

La sociedad empezó a ofrecer posibilidades de mejora en función de los méritos individuales (sí la denostada por algunos meritocracia), que son tan diversos como opciones de progreso existen. Es más que probable que la revolución técnica no habría sido universal en Occidente si hubiéramos seguido con unas clases sociales impermeables y una cultura sólo al alcance de unos pocos.

¿Y qué es lo que nos lleva a querer prosperar? La inmensa mayoría si es sincera contestará: para vivir mejor

¿Cuál ha sido pues la chispa que nos ha llevado a la sociedad moderna? Primero de todo, la libertad: la libertad de tener la opción de ser mejor. ¿Por qué unos tienen mejores trabajos que otros o simplemente más dinero que otros? No todos tenemos las mismas oportunidades: un hijo único heredero de una gran fortuna lo tiene más fácil que el hijo de un obrero de una familia numerosa pero, hablando en términos medios en un país europeo actual, las posibilidades de la mayoría son muy parecidas por lo que es el esfuerzo y talento individual lo que marca la diferencia. Personas de origen humilde se han situado muy por encima de personas que han nacido en familias de fuerte poder político y económico. ¿Y qué es lo que nos lleva a querer prosperar? La inmensa mayoría si es sincera contestará: para vivir mejor. Vivir mejor para unos es tener fama, para otros ser rico, para otros que sus hijos progresen… los sueños afortunadamente son innumerables.

Simplemente con nuestro trabajo compramos el suyo y ellos con el suyo compran el de otro y así sucesivamente, de modo que todos somos empresarios

Toda sociedad humana debe luchar para que sus miembros tengan la opción de poder ser mejores, progresar y alcanzar sus sueños. Como especie animal que somos la manutención es nuestro objetivo básico dentro del grupo lo que se traduce en la actualidad en conseguir dinero para obtener comida, bebida, alojamiento… Cuanto más dinero tengamos, mejor comida, bebida y alojamiento tendremos. Y si tras eso, aún nos sobra capital, tendremos posibilidades de ocio: que nos cocinen en un restaurante, que un avión nos lleve a un paraíso tropical, que nos den un masaje, que alguien nos limpie la casa…

Suena muy materialista pero lo cierto es que la sociedad en que vivimos, y a la que hemos llegado tras una larga evolución, funciona así. Y como el dinero que conseguimos lo gastamos en otras personas que nos dan un servicio, no explotamos a nadie; simplemente con nuestro trabajo compramos el suyo y ellos con el suyo compran el de otro y así sucesivamente, de modo que todos somos empresarios puesto que siempre tenemos a gente trabajando para nosotros.

Porque todos debemos ser iguales en oportunidades cuando nacemos (y es una causa por la que merece la pena luchar) pero queremos recibir de la sociedad en función de nuestros méritos

Básicamente, ese es el sistema capitalista y el que más éxito ha tenido en nuestra sociedad, porque es el que más se parece a nuestra propia estructura de pensamiento. La inmensa mayoría de las personas si reciben un premio en metálico, por ejemplo en la lotería, usan ese dinero para mejorar su calidad de vida y quizás la de las personas que les rodean y tras eso, puede que una mínima parte vaya a desconocidos. Si actuamos así con un dinero que procede del azar. Cómo vamos a actuar con un dinero que procede de nuestro esfuerzo.

Lo mismo con la igualdad, muy pocos preferirán no tener en propiedad un millón de euros en lugar de repartirlo dando un euro a un millón de personas. El sistema agrario chino comunista fue un desastre en términos de producción hasta que permitieron a los campesinos tener parcelas de propiedad privada en lugar de comunal. Entonces la productividad aumentó muchísimo porque está en nosotros el querer vivir mejor y luchamos más por lo nuestro que por lo de todos.

Puede que sea una conclusión triste para muchos pero la Historia nos lo ha demostrado. Ninguno trata igual al autobús público que al propio coche. Por eso el comunismo como sistema ha resultado ser un fracaso. Porque todos debemos ser iguales en oportunidades cuando nacemos (y es una causa por la que merece la pena luchar) pero queremos recibir de la sociedad en función de nuestros méritos individuales; por utilizar un símil muy simple: cualquier madridista no entendería que el taquillero del estadio Bernabéu ganara el mismo salario que Vinicius.

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