En el manicomio del régimen autonómico español destacan venenosamente las lengüitas tribales. Lengüitas menores, como el catalán o el euskera, que, por cierto, más que una jerga siempre me ha parecido un ruido como de entrechocar de piedras. No menciono el gallego, porque creo que el gallego es una especie de español mal enunciado. Amén de estos, existen en España multitud de dialectos, jergas y jerigonzas que no llegan ni a menores, se quedan en insignificantes. Dan dinero, eso sí, porque lo de las lengüitas en España es un negocio boyante. Pero. Es de justicia reconocer que el único idioma ¡y gran idioma!, que existe en España es el español. Que es mucho más que un idioma ¡es la koiné hispana!
Un gran idioma debe reunir, en mi opinión, dos requisitos indispensables, el primero es tener como mínimo cien millones de hablantes, y el segundo, generar una gran cultura. Una cultura cuya influencia sea importante, y hasta fundamental, para el futuro de los habitantes del planeta. Cualquiera de las lengüitas que existen en España, al margen del español, carecen de ambos requisitos. La diversidad de lengüitas no es una riqueza, es un incordio y es una inagotable fuente de corrupción, regresiones morales, retrógrados pujos nacionalistas, conflictos sociales, y oscurantismo tribal. Cuando en el mundo desaparece una de estas lengüitas remanentes hay que echar mano a la reserva de champán.
Por otro lado, existe un gran equívoco aceptado, y hasta diría impuesto en España, el que proclama que un escritor que escribe en catalán u otra lengüita menor, es un escritor catalán o propio de esa lengüita menor. No. Pla, por ejemplo, (un escritor notable y hasta grande si pasamos por alto su tendencia a amontonar adjetivos y su espíritu, esa secreción del cerebro, comarcal), es un escritor español. Los escritores como Pla y otras figuras menores y muy menores, pienso en Manuel Rivas o Quim Monzó, son escritores españoles que escriben en lo que les apetece, como es lógico en un país libre. Podrían ser escritores catalanes o gallegos si existiera un país catalán o gallego. Pero no existen. Un idioma no es más que un sistema de comunicación, no confiere ciudadanía ni conlleva nacionalidad o Patria adjunta. Todos los escritores españoles, escriban en el gran idioma español o en una de las lengüitas menores y regionales que se usan en España, son escritores españoles. Lo demás son fantasías terruñeras, supersticiones, sueños tribales.
Llamar castellano al gran idioma español es una aberración impuesta por los nacionalistas tribales regionales para colocar (cosa demencial) el gran idioma español al mismo nivel que sus regionales lengüitas
Lo que me lleva al propósito principal de este artículo, intentar que los españoles libres e iguales despierten del profundo sopor novelero en el que los ha sumergido la izquierda (o socialdemocracia) y la infección tribal autonómica. Es decir, que comprendan de una vez que el llamado castellano no existe. Será un pequeño paso, es cierto, pero al menos será dado en la dirección correcta. El llamado castellano es una lengua muerta que, en su momento, conquistó y civilizó medio mundo, afortunadamente, pero que, con el tiempo y sus nuevos cientos de millones de hablantes, evolucionó, dejó atrás la aldea y el tufo pueblerino, hasta convertirse en un idioma mundial. Llamar castellano al gran idioma español es una aberración impuesta por los nacionalistas tribales regionales para colocar (cosa demencial) el gran idioma español al mismo nivel que sus regionales lengüitas. Pura mezquindad. Una maniobra divisiva, ruin, mezquina, burra y antiespañola. Es hora de que los españoles libres e iguales dejen de mendigar a los nacionalistas tribales su gran idioma ¿A nadie le da vergüenza lo del 25 por ciento de español en Cataluña? Es algo humillante y grotesco.
Los nacionalistas tribales regionales utilizan sus lengüitas para socavar la unidad de los españoles libres e iguales y del estado Español. Llegan a declararse con la mayor impudicia e impunidad, países, naciones, y si se les deja, pronto se declararán continentes, imperios y hasta planetas. El manicomio autonómico no tiene fronteras. Es un tumor que no para de crecer.
Los ciudadanos catalanes no existen, los ciudadanos vascos, los ciudadanos gallegos y etcétera, no existen. Solo hay una ciudadanía en España, la de los españoles
Los españoles viven inmersos en un mundo de supersticiones, la primera, la existencia de ciudadanías vasca, gallega, catalana, y así hasta las diecisiete comarcas. Pero. Los ciudadanos catalanes no existen, los ciudadanos vascos, los ciudadanos gallegos y etcétera, no existen. Solo hay una ciudadanía en España, la de los españoles.
Sostener otra cosa, por mucho que hasta el presidente del gobierno (no hablemos ya de otros políticos y de periodistas) la acate obediente, es abrazar una dañina superstición.
En una España de ciudadanos españoles libres e iguales, el gran idioma español ha de ser obligatorio en todo el sistema educativo, institucional y de justicia. El que quiera hablar, escribir o estudiar una de las lengüitas menores españolas podrá hacerlo, como es natural, pero no deben tolerarse imposiciones que perturben la igualdad ni el acceso al trabajo ni el buen funcionamiento de la España de ciudadanos libres e iguales, hermanados primera e irrevocablemente por el gran idioma español.
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