La elocuencia es parte esencial del discurso. El mensaje, también. Pero no hay contenido ni persuasión sin un mínimo de elocuencia. Una cosa es hablar con los amigos, otra dirigirse a la nación. Para ello disponemos de dos registros, salvo la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo que conoce uno y en su afán por mejorar el nivel del otro le habla a su auditorio peor que a sus amiguetes. ¿A quién se dirige? Sus palabras son erratas; sus frases, jeroglíficos; sus discursos, desatinos. En su cabeza, ni una luz, ni un destello, ni siquiera cenizas. Un coco más vacío que el armario de un hotel.
La oratoria en Grecia y Roma sirvió para alcanzar prestigio y poder político. Aquí no. El buen orador debería ser capaz de incidir en las emociones de sus oyentes, implicarlos, entusiasmarlos, pero la elocuencia ha dejado de ser instrumento político porque no hace falta, porque los adoctrinados se colocan en el oído un filtro que detiene toda contrariedad y solo se cuela lo que desean oír.
Recordemos cuando quiso explicar doña Yolanda los ERTES contemplada con la mirada condescendiente y sonrisa sarcástica por el ministro Escrivá
Otros fines de la comunicación oral pueden ser enseñar (didáctica) o deleitar (poética). En cuanto a la habilidad didáctica, recordemos cuando quiso explicar doña Yolanda los ERTES contemplada con la mirada condescendiente y sonrisa sarcástica por el ministro Escrivá satisfecho con las barbaridades que delataban a la ministra novata de Podemos.
En cuanto al deleite, entiendo que el habla de la vicepresidenta por accidente puede servir para engrosar la antología del disparate. En su interés por cumplir con el lenguaje inclusivo, incluye engendros como autoridades y autoridadas; los más débiles y las más débilas; impuestos e impuestas, o que era imprescindible convocar a los mejores y a las mejoras. Y en su deseo de rellenar el discurso construye frases como concurrir a las elecciones electorales, y perlas como la dedicada a la muerte de Berlusconi: Entiendan que la disparidad del proyecto político que represento a lo largo de tanto tiempo no adolece de mi compasión y, es más, muestra la disconformidad con el mismo. Merece el español de Yolanda un espacio en las colecciones de frases célebres sección Antología del disparate. Su última entrega supera a las demás: Nacho Álvarez será también la persona que sufrague los debates económicos en nombre de Sumar. Lo tengo claro: como estudiante de derecho fue un desastre.
Se sirve del superlativo chulísimo para llegar mejor a una audiencia que acepta con gusto las frases ampulosas y reiterativas
Son sus palabras favoritas son futuro, esperanza, un país mejor, negociación, ilusión, avanzar, dejarse la piel, todos y todas y alguna frase autolaudatoria. Y cuando quiere improvisar para ir más allá, se sirve del superlativo chulísimo para llegar mejor a una audiencia que acepta con gusto las frases ampulosas y reiterativas. Su mensaje se nutre con unas trescientas palabras, tal vez alguna más, pero no muchas más. Para lo que dice, le sobra. Lo engalana con cambios de tono e inflexiones de voz que pretenden musicalizar una homilía simple, plana, obvia y vacua.
¿Se darán cuenta sus seguidores? Creo que su objetivo no es persuadir ni motivar, sino exaltar una personalidad sin clase, suavona y cándida que convence a convencidos, pero la vicepresidenta piensa que desde un puesto al que cree haber accedido por méritos propios, su perorata solo puede ser un surtido a la altura de Martin Luther King y Nelson Mandela, por ejemplo, aunque la mociña no sepa inglés, apenas domine el castellano y se defienda en gallego.
Tendría qué vestir sin llamar la atención, sin impactar ni espantar, pues el atuendo es comunicación no verbal, pero prefiere un vestuario fashion que distraiga al auditorio y eclipse las boberías. Otra manera de desviarlo es permanecer de pie, micro en boca, y dar pasitos de un lado a otro.
Los ha toreado con un par de verónicas, se ha soltado la melena rubia que antes fue morena y ha sacado el estoque para hincarlo en la yugular de Podemos a los nueve años de haber nacido
Es verdad que la oratoria está en crisis. Lo que dice el presidente, por ejemplo, es más aburrido que un desfile de caracoles, y en esa línea están Irene, Pam, Isa y Lillith, que ni saben expresarse ni van a aprender.
Pero volvamos a la Yoli. Elegida por el dedazo del Alfa de Galapagar, se ha sacudido la deuda y la gratitud, ha dejado boquiabiertos a Juan Carlos y a Pablo, popularmente conocidos como Monedero y Echenique (deudores ambos de su honradez ciudadana por contravenir a Hacienda y a la legislación laboral
respectivamente) los ha toreado con un par de verónicas, se ha soltado la melena rubia que antes fue morena y ha sacado el estoque para hincarlo en la yugular de Podemos a los nueve años de haber nacido.
El primer aplauso lo ha dado Íñigo con sonrisa etrusca y armado de gestos de rejonazo mortal teñido de venganza. Y cierra la candidata su etapa con dos amenazas sobre su pedigrí, la de los fijos discontinuos, palabras mágicas de su parco léxico, que significan que el 82% de los nuevos puestos de trabajo son precarios, y los contratos fijos a tiempo completo solo llegan al 18% de los nuevos empleos.
Y la segunda amenaza son tambores de guerra porque no creo que Irene y Pablo, señores de Galapagar, le perdonen, se resignen y hagan mutis por el foro. Seguro que planifican la venganza. Se auto-nombrarán comandantes de su lucha revolucionaria particular para acabar con Sumar y su lideresa analfabeta.
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