Salvo que sea usted venezolano lo más probable es que no haya escuchado el término Esequibo en su vida o, al menos, hasta hace un par de semanas cuando el régimen de Nicolás Maduro celebró un referéndum para consultar a los venezolanos si están a favor de su anexión. El Esequibo es un tema recurrente en Venezuela desde hace más de medio siglo, aunque no con la intensidad que se vive lo de las Malvinas en Argentina. El que más y el que menos sabe de qué se habla, pero no levanta las mismas pasiones. Fuera de Venezuela es un asunto del que casi nadie sabe nada. El Esequibo o Guayana Esequiba es una región de Guyana limítrofe con Venezuela. Tiene forma de dedo, de norte a sur tiene unos 700 kilómetros y su anchura oscila entre los 200 y los 300 kilómetros. Va del océano a la frontera con Brasil ya en plena Amazonia. Respecto a Guyana es realmente grande, supone tres cuartas partes de su superficie total. De los 214.000 km2 que tiene Guyana, 159.000 km2 pertenecen al Esequibo.
La razón por la que se llama así es porque se encuentra al oeste del río del mismo nombre que nace en el macizo de las Guayanas y toma rumbo sur. El río le debe su nombre a un explorador español llamado Juan de Esquivel que fue el primero en navegar por sus aguas durante el tercer viaje de Colón a América en 1498. Por razones que desconozco el apellido Esquivel se terminó transformando en Esequibo. Aunque los españoles fueron los primeros en encontrarse con aquello, no le dieron mucha importancia. Se olvidaron pronto de esa región selvática porque su atención estaba centrada en el Caribe y en otras zonas del continente como México y Perú. Un siglo más tarde algunos españoles se establecieron en la zona y poco después llegaron los holandeses. Tras la guerra de los Treinta Años, se acordó en la Paz de Münster de 1648 que los holandeses conservarían sus puertos y fortalezas en las Indias occidentales. A partir de ahí esos asentamientos se consolidaron y empezaron a crecer como una colonia de plantación, pero siempre al este del río Esequibo.
Esa colonia holandesa cuyos límites precisos no se habían delimitado en Münster, se mantuvo durante casi dos siglos hasta que, a raíz de las guerras revolucionarias en Francia, los británicos se la quedaron. Poco después, ya en la década de 1830 se constituyó formalmente la Guyana británica. Años antes, en 1777, Carlos III de España había fijado las fronteras la capitanía general de Venezuela colocando su límite oriental en el río Esequibo, pero en la región apenas había nadie más allá de algunos (no muchos) indígenas. Esa era la situación poco después de la independencia de Venezuela. Los colonos británicos empezaron a expandirse por la costa ocupando el área que quedaba en el lado que había sido español. Los primeros Gobiernos venezolanos se quejaron, pero era un país débil y desangrado por conflictos internos. Los británicos siguieron expandiendo la colonia al otro lado del Esequibo y llegaron incluso a proponer una frontera definitiva con Venezuela que se corresponde más o menos con la actual. El Gobierno venezolano la rechazó y recurrió a EEUU para que blandiese la doctrina Monroe.
La frontera definitiva quedó establecida con ese laudo, pero a Venezuela no le gustaba. Se guardó el reclamo más de 60 años hasta que en 1962 se lo llevó a Naciones Unidas
EEUU propuso un arbitraje, algo a lo que se avino el Gobierno venezolano pensando que tenían la razón de su lado. Ese arbitraje se realizó en París en 1899 y el tribunal falló a favor del Reino Unido que maniobró por detrás para que así fuese. Al Gobierno venezolano no le gustó, pero no quiso menear más el tema porque sabían que tenían las de perder. El Imperio Británico era dueño de medio mundo y si iban por las malas les declararían la guerra, la ganarían y les impondrían una paz humillante que seguramente incluiría las bocas del Orinoco, algo que los británicos ambicionaban desde mucho tiempo antes. Recordemos que en esa época el derecho de conquista estaba en plena vigencia. La frontera definitiva quedó establecida con ese laudo, pero a Venezuela no le gustaba. Se guardó el reclamo más de 60 años hasta que en 1962 se lo llevó a Naciones Unidas. Pidió la nulidad del laudo porque, a su juicio, el arbitraje de 1899 había sido un despropósito, denunció que había componenda entre los miembros del tribunal y que el Reino Unido obró de mala fe. Seguramente tenían razón, pero habían pasado 63 años y los miembros del tribunal ya no se podían defender porque todos estaban muertos. Desde Londres esgrimieron que Venezuela lo había aceptado y que, al hacer eso, reconocía la frontera.
La ONU invitó a ambos Gobiernos a sentarse y discutirlo, cosa que hicieron cuatro años después en Ginebra, pero la Guyana estaba a punto de ser descolonizada, así que el Reino Unido se comprometió tan solo a crear una comisión mixta para estudiar el caso. Esto sucedió en febrero de 1966, cuatro meses después, a finales de mayo, Guyana se convirtió en un Estado independiente que recibía como herencia el regalo envenenado del Esequibo. La comisión se reunió unos años hasta 1970, cuando firmaron un protocolo en Puerto España, capital de Trinidad y Tobago, en el que dejaban durante doce años de hablar sobre el tema. Al cabo de esos 12 años no renovaron el protocolo y Venezuela propuso sentarse de nuevo en una negociación bilateral, pero Guyana se negó elevando de nuevo el asunto a Naciones Unidas, que propuso un arreglo pacífico mediante un oficiante, es decir, un tipo que llevase mensajes de un gobierno a otro.
Para Castro era un aliado muy confiable al que utilizaba, entre otras cosas, para fastidiar a la Venezuela anterior al chavismo. La utilizó también como plataforma militar para la guerra de Angola
Cuando llegó Chávez al poder la disputa seguía ahí, congelada por completo con el oficiante haciendo algunas gestiones sin importancia. Chávez no quiso agitarlo porque la Guyana era un Estado muy cercano a la Cuba de Castro desde su independencia. Guyana, cuyo nombre oficial es República Cooperativa de Guayana salió pronto de la Commonwealth y empezó a ensayar políticas socialistas que hacían las delicias de los cubanos. Para Castro era un aliado muy confiable al que utilizaba, entre otras cosas, para fastidiar a la Venezuela anterior al chavismo. La utilizó también como plataforma militar para la guerra de Angola. Esa es la razón por la que Chávez ignoró la espinosa cuestión del Esequibo. Además, tenía otras prioridades como atornillarse al poder o extender su revolución bolivariana a otros países hispanos. El reclamo seguía ahí e incluso Chávez llegó en 2006 a incluir una estrella más a la bandera en representación de la antigua provincia de la Guayana, creada por los españoles a finales del siglo XVI y que no se quiso sumar a la firma del acta de independencia de Venezuela en 1811.
Al morir Chávez y heredar Maduro el trono la disputa del Esequibo volvió a calentarse. Coincidió en el tiempo con el descubrimiento de grandes reservas petrolíferas en la plataforma continental frente a las costas de Guyana. El Gobierno guyanés carece de la tecnología y el capital para explotarlas así que concedió los bloques de extracción a varias multinacionales como BP, Shell, Repsol, Chevron y ExxonMobil. Algunos de esos bloques están frente a las costas del Esequibo, otros frente a las de la parte de Guyana no disputada. Hay mucho petróleo en esos fondos marinos, unos 11.000 millones de barriles estiman los entendidos, pero podrían ser muchos más. Para un país pobre como Guyana supone una fortuna que, bien empleada, podría ayudar a su desarrollo. Esto ha hecho bascular la política guyanesa hacia EEUU alejándola de Cuba, que fue su mejor aliado durante 40 años.
Si Maduro, que es todavía más obediente a las directrices de La Habana de lo que lo fue Chávez, ha decidido reabrir el conflicto y llevarlo hasta la situación actual es porque cuenta con el consentimiento cubano; más incluso, con el empuje de los cubanos que no podrán acceder ya a ese petróleo extraído por multinacionales, muchas de ellas estadounidenses. Cuando digo la situación actual me refiero al referéndum de hace dos semanas. Es algo que hace sólo unos años habría sido impensable. El del Esequibo era un conflicto congelado que al régimen bolivariano no les interesaba descongelar por motivos políticos. En Venezuela, de hecho, ha sido tradicionalmente un reclamo de la derecha nacionalista.
El referéndum carece en principio de consecuencia directa alguna. Que se vote a favor de anexionar una región de un país vecino no significa que esa región se vaya a anexionar sola. Podría tener consecuencias graves si el Gobierno venezolano decide aplicarlo por la fuerza invadiendo el Esequibo, lo que ocasionaría una guerra con Guyana y con sus aliados, es decir, con EEUU, que está presente en el país con un pequeño contingente de infantería, pero que en cuestión de días podría llevar hasta allí mucho más material y efectivos.
Todavía no ha pasado nada y esperemos que no pase, así que vayamos con el referéndum en cuestión. Hace unos meses decidieron seguir adelante con él para estupor de la comunidad internacional. En octubre anunciaron cómo iba a ser. No tendría una pregunta tipo: ¿quiere usted que Venezuela anexione el Esequibo? Nada de eso, tendría cinco preguntas, todas largas y de redacción torturada. Son estas:
- ¿Está usted de acuerdo en rechazar, por todos los medios, conforme a derecho, la línea impuesta fraudulentamente por el Laudo Arbitral de París de 1899, que pretende despojarnos de nuestra Guayana Esequiba?
- ¿Apoya usted el Acuerdo de Ginebra de 1966 como el único instrumento jurídico válido para alcanzar una solución práctica y satisfactoria para Venezuela y Guyana, en torno a la controversia sobre el territorio de la Guayana Esequiba?
- ¿Está usted de acuerdo con la posición histórica de Venezuela de no reconocer la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia para resolver la controversia territorial sobre la Guayana Esequiba?
- ¿Está usted de acuerdo en oponerse, por todos los medios, conforme a derecho, a la pretensión de Guyana de disponer unilateralmente de un mar pendiente por delimitar, de manera ilegal y en violación del derecho internacional?
- ¿Está usted de acuerdo con la creación del estado Guayana Esequiba y que se desarrolle un plan acelerado para la atención integral a la población actual y futura de ese territorio, que incluya entre otros el otorgamiento de la ciudadanía y cédula de identidad venezolana, conforme al Acuerdo de Ginebra y el Derecho Internacional, incorporando en consecuencia dicho estado en el mapa del territorio venezolano?
Todas las preguntas recibieron más del 95% de síes. Aunque parezca un apoyo masivo, la realidad es que los colegios electorales estuvieron vacíos toda la jornada, tan vacíos que el régimen los dejó abiertos un par de horas más para rascar algún voto extra. De modo que los datos de participación oficiales seguramente sean falsos. El Gobierno dice que votó el 51%, observadores externos calculan que no pasaron del 10%. Estamos, por lo tanto, ante una astracanada (una más) del chavismo.
Respecto a los esequibenses, nadie les ha preguntado y si lo hiciesen seguramente dirían que no porque nadie en su sano juicio querría vivir en una dictadura como la de Maduro
Es además un referéndum anticonstitucional. La Constitución de Venezuela de 1999 no incluye de forma explícita al Esequibo. Se limita a decir que en su artículo 10 que “el territorio y demás espacios geográficos de la República son los que correspondían a la Capitanía General de Venezuela antes de la transformación política iniciada el 19 de abril de 1810, con las modificaciones resultantes de los tratados y laudos arbitrales no viciados de nulidad”. Ahí está incluido, aunque sin citarlo. En el artículo 13 dice: “el territorio no podrá ser jamás cedido, traspasado, arrendado, ni en forma alguna enajenado, ni aun temporal o parcialmente, a Estados extranjeros u otros sujetos de derecho internacional”, y en el 14 dice “la ley establecerá un régimen jurídico especial para aquellos territorios que por libre determinación de sus habitantes y con aceptación de la Asamblea Nacional, se incorporen al de la República”.
Bien, por un lado, prohíbe ceder o traspasar territorio, lo que implica la imposibilidad de realizar referéndums territoriales sobre cualquier parte de Venezuela, incluyendo el Esequibo. Lo que sí admite es que, si los habitantes de un territorio externo quieren incorporarse a la república, lo podrán hacer. Resumiendo, que los venezolanos no pueden votar sobre el estatus de un territorio porque podrían haberlo hecho a la inversa. ¿Qué pasaría si los habitantes de Mérida o de Zulia se quieren ir? Eso no se podría someter a referéndum porque supondría enajenar territorio a la república. Respecto a los esequibenses, nadie les ha preguntado y si lo hiciesen seguramente dirían que no porque nadie en su sano juicio querría vivir en una dictadura como la de Maduro.
Aparte de su dudosa constitucionalidad, supone una amenaza para la estabilidad regional. De ahí que Lula da Silva haya advertido a Maduro que por ahí no vaya, que eso lo único que hará es complicar aún más las cosas. Pero su intención seguramente no sea invadir Guyana, sino utilizar la cuestión del Esequibo en clave interna, forzar la máquina lo más posible, buscar el conflicto y tratar de que esto le reporte apoyos dentro de Venezuela. A una muy mala puede incluso utilizar esta crisis como excusa para suspender las elecciones del año próximo basándose en razones de fuerza mayor.
No sabemos por dónde irá la cosa, pero no pinta bien porque Maduro tiene ya un cheque en blanco para emplearlo en invadir Guayana o en crear problemas con el vecino cuando quiera y como quiera. Si se ha agarrado a esto es porque no tiene ninguna otra cosa. El chavismo funciona mediante golpes de efecto, muchos de ellos inesperados. Este podría ser uno más, pero si lo lleva hasta el final sería el último.
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