Opinión

El gobierno de la 'gente'

Tras fracasar en sus anteriores empeños, el Gobierno de Sánchez cambia de eslogan, más cerca del populismo

Este Gobierno, como viene resultando evidente desde que se formó, no tiene otra ideología que la de conservar el poder imitando sin pudor a Groucho Marx, quien dijo aquello de: “·Si no le gustan mis principios, los cambio por otros”. Eso sí, sus cambios son siempre en la misma dirección equivocada –para los intereses de la nación– y para empeorar sistemáticamente las cosas. Habiendo fracasado, según las encuestas de opinión, sus anteriores lemas propagandísticos y refugiados, desde hace tiempo, en los disparates peronistas, el penúltimo al que han recurrido es al “gobierno de la gente”.

¿Y qué entiende por gente –en inglés “people” suena mejor– este gobierno: su gente o la sociedad española toda?. Suponiendo que la gente española es toda nuestra población, veamos como ha venido tratándola el socialismo del siglo XXI, con Sánchez y Zapatero.

El dato más relevante para poner de relieve la prosperidad de la “gente”, es sin duda la renta per cápita. Con datos del Banco Mundial, Sánchez ha consolidado hasta ahora los peores resultados de nuestra historia, después de los de Zapatero: en sus años de gobierno ha descendido en términos acumulados un 4%, que unido al 6% de Zapatero suman una caída 10%, frente a crecimientos positivos de todos los gobiernos desde la Guerra Civil.

Y si anualizamos la reducción de nuestra renta per cápita, la tasa media anual hasta ahora “lograda” por Sánchez es del –1,22%, superando incluso a Zapatero que solo destruyó anualmente un 0,85% de la riqueza de la “gente”. Es decir, Sánchez está siendo hasta ahora el mayor destructor –junto y tras Zapatero– de la prosperidad económica de España y por tanto de la “gente”.

Sánchez, bate aquí de nuevo todos los récords históricos de alejamiento de Europa -a nivel relativo de prosperidad económica de la “gente”– con un 2,14% anual, seguido de Zapatero con un 1,52%

Como en los últimos años han acontecido dos crisis económicas -la que comenzó en 2008 y la de la pandemia– que han coincidido con Zapatero y Sánchez en el gobierno, podrían –y de hecho lo hacen, aun vanamente– echarle la culpa de sus pésimos resultados a las mismas. Como ambos desastres han sido comunes a los demás países, la mejor manera de valorar sus consecuencias es comparándonos con ellos. De nuevo los resultados son funestos para Sánchez y por tanto y sobre todo para la “gente”: España alcanzó en tiempos de Aznar un nivel de convergencia de renta per cápita con la UE del 93,21%, mientras que ahora estamos en el 80,11%, cifra que nos retrotrae a los años sesenta de pasado siglo. Los 11,11 puntos de divergencia es la suma de caídas de Zapatero (-10,16 puntos) y Sánchez (-6,7 puntos) y la resta de Rajoy que recuperó 2,52 puntos. Sánchez, bate aquí de nuevo todos los récords históricos de alejamiento de Europa -a nivel relativo de prosperidad económica de la “gente”– con un 2,14% anual, seguido de Zapatero con un 1,52%.

Junto con la renta per cápita, el empleo es el factor determinante del bienestar de las naciones, que a su vez se refleja en aquella. Las regulaciones socialistas han conseguido que nuestra tasa de empleo –% de trabajadores sobre población en edad de trabajar– sea una de las más bajas del mundo civilizado. Con el socialismo en el poder, España nunca ha llegado al 50% cuando en los países más ricos –incluidos los socialdemócratas– se acerca y supera el 60%. Con Sánchez: el nivel de desempleo de la “gente” es el doble que la media de la UE y el triple que el de los países de referencia, mientras el poder adquisitivo de los salarios ha disminuido durante su mandato. Todo ello a pesar de un gran crecimiento del empleo público y el maquillaje estadístico –un invento hispano-comunista– de no considerar desempleados a los trabajadores que no están ocupados, bajo la denominación de “fijos-discontinuos”.

Entre Zapatero y Sánchez han casi triplicado la deuda pública, y a este último le corresponde el mérito de que haya superado nuestro PIB

La “gente”, que incluye a los que todavía no pueden votar y los que no han nacido, tiene que asumir una enorme deuda pública derivada del despilfarro de los gobiernos socialistas, que acerca cada vez a España a una democracia fallida, como Argentina. Entre Zapatero y Sánchez la han casi triplicado, correspondiendo a este último el mérito de que haya superado nuestro PIB.

A la “gente” que cada vez tiene una renta personal menor, no tiene trabajo y si contraída la responsabilidad de pagar una deuda pública equivalente a su renta anual, se le añaden “los españoles que viven en Cataluña” -la enésima barbaridad socialista- que no pueden utilizar la lengua oficial de la nación y los niños que perversamente son maleducados para convertirlos en “gente socialista”, es decir en dependientes, no del libre ejercicio de sus responsabilidad personal sustentada en una buena educación, sino de un Estado totalitario y empobrecedor.

Se podrían añadir más manifestaciones de los resultados de las pésimas políticas socialistas que afectan diariamente a la vida de los españoles, pero con las descritas queda muy claro el uso torticero de la palabra “gente” por parte del gobierno. Pero como ha venido sucediendo, pronto cambiarán –al estilo Groucho Marx– el lema “gente”, para inventarse otro, seguramente aún más ridículo.

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