Ni siquiera importan los presupuestos como un fin en sí mismo. Las cuentas del Estado preparan a España para un incremento del gasto sin precedentes y le sirven al Gobierno para camuflar la realidad de lo que sucederá después, cuando las reglas fiscales de la Unión Europea vuelvan a su esplendor. Se aplazan las decisiones a 2024 como en el caso de cobrar por el uso de las autovías. La medida forma parte de las promesas hechas a Bruselas para contener el desbocado incremento del déficit y por lo tanto de la deuda. Nadie le llamará rescate, aunque los 140.000 millones tienen un precio. Nada es gratis. El susto asegurado y el reproche preparado por si gana el PP. Siempre hay tiempo de jactarse de lo rápido que se recupera el número de afiliados a la Seguridad Social en comparación con el Gobierno de Rajoy, como hace el presidente del Gobierno. Por supuesto se obvia el detalle de la herencia de Zapatero.
La legislación laboral permite recuperar el empleo embalsado por los ERTES, reforma la ministra del PP, Fátima Bañez camino de su derogación. La verdad tarda en contarse mucho más tiempo que la mentira. Lo de menos, en este envite, unos presupuestos aprobados con Podemos y negociados a calzón quitado con los socios de la mayoría parlamentaria. El Gobierno engrasa a los independentistas a los que pone el señuelo del regreso del PP con el agravante de Vox como calentador del ambiente para anunciarles que cualquier tiempo futuro les irá peor…sin Sánchez. No hay rubor. Lo avisó Rufián en nombre del sedicioso Junqueras que ahora disimula porque el indulto tiene precio de vuelta.
Esquerra Republicana sin prisa. El horizonte electoral despejado a la espera de la batalla municipal del 23. Ahí quieren llegar para batirse el cobre con los de Puigdemont por la hegemonía de la ruptura del 78. Si hay problema, saldrá al quite el PSC de Illa, subalterno de Sánchez. Al presidente le tiemblan las piernas cada vez que un socio deslenguado pierde la contención. El pronóstico de Otegui no es un tiro al aire -en su caso la metáfora no de estoque simulado-sino el fruto de lo hablado. Los presupuestos dan igual si sirven para el objetivo con fecha. El final de la siguiente legislatura de Sánchez. Entonces se producirá el intercambio. ¿Alguien se acordará entonces del “no rotundo”?
La soberanía nacional ya tiene grietas. Gracias a Sánchez ya tienen el manojo de llaves para abrir a discreción las puertas de las cárceles
El portavoz del partido continuador de ETA, banda legaliza por el Tribunal Constitucional la víspera del comienzo de la campaña municipal de 2011, ha demostrado la falta de escrúpulos y de moral que le acompañan y adornan al “terrorista en comisión de servicio”, como decía Jose Mari Calleja. A Otegui se le probó la participación en el secuestro del empresario Abaytua en 1979 y las fuerzas de seguridad le sitúan en la escena del de Javier Rupérez y en el intento de asesinato del padre de la Constitución, Gabriel Cisneros. ¿Cómo es posible que en todo este tiempo no se le haya expulsado de la vida pública como se ha hecho con otros delincuentes y en cambio se le ensalce como “un hombre de paz”? El autor de la ofensa, el expresidente Rodríguez Zapatero sigue y no rectifica; empezó todo lo que sucede y va a ocurrir en esta década al enmendar el pacto constitucional del 78. Por la vía de los hechos y las sentencias de magistrados denominados progresistas, el País Vasco es un Estado dentro de otro, con todas las competencias. La soberanía nacional ya tiene grietas. Gracias a Sánchez ya tienen el manojo de llaves para abrir a discreción las puertas de las cárceles.
La cortina de la socialdemocracia
A Otegui y a ERC les hacen falta otros cuatro años más de Gobierno de Sánchez para alcanzar los objetivos marcados. A Sánchez le importan mucho más los 18 escaños que suman entre ambos que los seis o siete del PNV. Nada es casualidad. Y menos que el presidente del Gobierno lleve maquinando una reforma constitucional desde el verano de 2020 cuando proclamó la derrota del virus tras el confinamiento de los cien días como si tuviera mucha prisa u otra cosa que hacer. El actual inquilino de la Moncloa, como le sucedía a Pablo Iglesias, no llegó al poder para gestionarlo sino para cambiarlo. La pandemia se cruzó en el camino.
En cuanto se ha diluido, que no desaparecido, tras la cortina de la socialdemocracia se ve el telón de fondo de la deconstrucción del 78. A Otegui se le ha hecho la boca agua y su aparición del 18 de octubre, corregida a sabiendas horas después, asoma una negociación real sobre el futuro mucho más grave que la asignación de unas u otras partidas de los Presupuestos. Dice Fernando Savater que “el terrorismo se hizo por algo. Ahora estamos en el algo”. Sánchez niega el intercambio de los presos por presupuestos con tanta solemnidad que vuelve a llamar la atención como en otras ocasiones en las que solemniza una negación. Aunque Felipe González diga que no se va a callar, tal vez ya no sirva de nada. Todavía no hay una explicación sobre el papel jugado por el expresidente en el 40 Congreso del PSOE. Sánchez solo quería una foto. Otegui la ha emborronado antes de tiempo desvelando el intercambio.
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