El esperpéntico proceso que ha culminado con la aprobación de la pomposa e injustificadamente denominada “reforma fiscal” contenida en la Ley aprobada el pasado jueves en el Congreso de los Diputados evidencia, junto al contenido de lo aprobado, el auténtico estrambote en el que Sánchez, a través de MJ Montero, ha convertido al Ministerio de Hacienda.
Lo aprobado no es ni de broma una reforma fiscal si se utiliza adecuadamente este término, pues histórica y académicamente es utilizado para referirse a una revisión generalizada, intensa y simultánea del sistema tributario de un país, o al menos de sus figuras más relevantes, a fin de modificar su estructura impositiva básica. Los objetivos de cualquier reforma pueden ser varios y diversos pero, para que así pueda llamarse, el conjunto de las modificaciones ha de ser coherente entre sí como coherente ha de ser también la configuración del sistema tributario resultante. Frente a lo descrito, el contenido del paquete fiscal proyectado por el Gobierno Sánchez y modificado en la aprobación por el Congreso -a partir de ahora, paquete o paquete de Sánchez- incluía, incluye, un conjunto de medidas aisladas cuyo único punto de unión era, es, aumentar la recaudación tributaria para reducir así nuestro déficit público excesivo, requisito exigido por la Comisión Europea para acceder al quinto desembolso de los Fondos Europeos.
Desgraciadamente, no resulta una novedad que en el paquete no se contemple ni una sola medida de reducción del gasto público, instrumento que también es útil para reducir el déficit del Estado. Pero ya se sabe que en el ADN sanchista no existe preocupación alguna por racionalizar la utilización de los recursos detraídos a la sociedad, tan solo la obsesión por aumentar la cuantía de la detracción.
Entrando en el camino recorrido por el paquete, sucedió que el esperpéntico paisaje de la mayoría parlamentaria que hizo presidente a Sánchez y que le mantiene en la presidencia se alteró de modo abrupto al conocerse el contenido de su paquete. Las medidas que satisfacían a unos socios disgustaban a otros y las que éstos aplaudían eran abucheadas por aquéllos, llegándose así a la caótica comisión de Hacienda de la semana pasada, preludio de las negociaciones que se prolongaron hasta el mismo jueves por la mañana.
Es relevante el perjuicio que va a ocasionar el reformulado Impuesto contra los bancos en orden a dificultar y encarecer el acceso al crédito para todos los españoles. Así lo ha manifestado de modo contundente la autoridad bancaria de la Unión Europea
El resultado final es que, afortunadamente, varias e importantes medidas de las que componían inicialmente el paquete de Sánchez han desaparecido. Es el caso de la pretensión de eliminar el régimen fiscal especial de las Socimi,s, medida que hubiera provocado la huida de España de varios de nuestros grandes inversores inmobiliarios según ellos mismos anunciaron. O el de la proyectada y fallida eliminación de la exención en el IVA para los seguros sanitarios privados que, además de ser técnica y éticamente injustificable, hubiera supuesto una debacle para la sanidad pública. También han sido objeto de mutilación los intentos de gravar en el IVA con un 21% a los ingresos de los pisos turísticos, de aumentar la fiscalidad del diésel, de recrear la figura franquista del Impuesto sobre el Lujo, de sobre gravar aún más las herencias o donaciones hurtando las actuales competencias autonómicas, o de establecer un Impuesto nuevo contra las empresas energéticas, cuestión a la que me referiré más adelante. Pero, en definitiva, es claramente positivo que con la mutilación del paquete de Sánchez se hayan extirpado todos estos tumores que figuraban en el proyecto elaborado por el Gobierno.
Sobre resultar injustas, técnicamente defectuosas y perniciosas para la actividad económica y la inversión empresarial, reducirán improcedentemente la distribución de beneficios a los millones de inversores -algunos grandes, la inmensa mayoría pequeños- que conforman el capital de nuestras sociedades
Sin embargo, mutilado y todo, los despojos del paquete de Sánchez que sí han sido aprobados resultan, en general, dañinos para la economía y para la sociedad españolas. Dejando al margen lo relativo al tipo mínimo en el Impuesto sobre Sociedades pues supone trasponer una disposición comunitaria de obligada trasposición, veamos algunas de las medidas y las negativas consecuencias que van a provocar. Es relevante el perjuicio que va a ocasionar el reformulado Impuesto contra los bancos en orden a dificultar y encarecer el acceso al crédito para todos los españoles. Así lo ha manifestado de modo contundente la autoridad bancaria de la Unión Europea. También son perjudiciales las dificultades y limitaciones que se van a imponer a las empresas societarias para compensar sus pérdidas de ejercicios anteriores o para paliar los efectos de la doble imposición inter societaria. Sobre resultar injustas, técnicamente defectuosas y perniciosas para la actividad económica y la inversión empresarial, reducirán improcedentemente la distribución de beneficios a los millones de inversores -algunos grandes, la inmensa mayoría pequeños- que conforman el capital de nuestras sociedades.
Más allá de su importancia cuantitativa, ciertamente escasa, el aumento del gravamen en el IRPF a determinadas rentas del capital constituye un paso adelante más en el inconcebible empeño de ahuyentar a los inversores, cuestión en la que este Gobierno aplica sus esfuerzos casi a diario. Tampoco es relevante en términos de recaudación global gravar a los vapeadores pero individualmente va a suponer una exigencia no despreciable a los afectados.
Según parece, el Gobierno estima en aproximadamente 5.000 millones de euros el impacto recaudatorio del paquete aprobado siendo dos las reflexiones que cabe hacer al respecto. De cumplirse la previsión, y sería la primera vez que MJ Montero acertase en los pronósticos recaudatorios de sus medidas, el efecto sería aumentar casi en un 0,5% nuestra ya elevada presión fiscal. Aumentaríamos así aún más la excepcionalidad de nuestra política fiscal ante la crisis económica pandémica. La generalidad de los países de nuestro entorno ha bajado la presión fiscal mientras el Gobierno español la ha aumentado hasta ahora en un 3%, porcentaje al que se le añadiría la nueva subida reseñada. En el caso contrario, de no cumplirse lo previsto no se alcanzaría la reducción del déficit público a la que se ha comprometido Sánchez ante las autoridades europeas. Malo en un supuesto, malo en el otro.
El compromiso con Podemos
Merece la pena hacer zoom sobre el Impuesto contra las energéticas, la última piedra que debía sortear Sánchez para lograr que su mutilado paquete resultara aprobado por el pleno del Congreso. Como se sabe, Podemos exigía que fuese prorrogado en tanto que Junts se negaba a que lo fuera. La ¿solución? ideada por el Gobierno es una auténtica patada a seguir, como se dice en el rugby. Primero, no ha sido prorrogado evitando así que Junts tumbase lo que quedaba del paquete. Segundo, se ha adquirido un compromiso con Podemos para intentar aprobarlo antes de final de año mediante una Ley que lo reformule. Tercero, de fracasar el intento, el Gobierno ha prometido a los morados prorrogar el actualmente existente mediante un Decreto Ley. Pero, claro, éste deberá ser convalidado en el Congreso durante el mes siguiente por lo que dentro de unas semanas volveríamos -volveremos- al punto de partida. O logra Sánchez los votos de Junts o consigue los de Podemos pero no parece factible alcanzar simultáneamente el apoyo de ambos. Ergo, el problema no ha sido solucionado, tan solo aplazado.
Un guiño a los de la ceja
Quiero referirme a una última cuestión. En su casi generalidad, las medidas del paquete de Sánchez son gravosas para los respectivamente afectados por cada una de ellas, pero existe una curiosa y no casual excepción. Se trata de los artistas, los de la ceja de Zapatero, los colegas de Almodóvar, que van a ver aliviada la fiscalidad que se les exige. Cierto es que la irregularidad en el tiempo de sus ingresos puede justificar la reducción de aquellos por los que van a pagar impuestos, pero también lo es que no son precisamente los únicos que presentan el problema que solo a ellos se les resuelve. Por poner solo dos ejemplos, también son irregulares los ingresos de los deportistas o los de los concursantes televisivos que obtienen elevados premios y ninguno de estos colectivos ha sido merecedor del favor tributario que Sánchez ha concedido a los miembros de la farándula. Es más, son muchas las empresas y los empresarios cuyos ingresos o beneficios de un ejercicio superan el 130% de la media correspondiente a los tres anteriores y no por ello van a disfrutar de la reducción del 30% en los ingresos gravados que sí se ha concedido a los cómicos. Es imposible ignorar la intencionalidad de la medida.
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