A mí me gusta la Coca-Cola, pero no cualquiera, me gusta la original con esa inconfundible e intensa sobredosis de azúcar añadido para potenciar el sabor y crearnos una adicción insana; Nada de Zeros, ninguno; por supuesto, nada de esa Coke Cherry (cereza) de lata que uno ve caducada en la alacena de las grandes superficies de un semestre a otro.
Pensaba que esta era una manía personal e intransferible -fruto del síndrome LPV (la puta vejez), como dice un amigo-, hasta que el domingo, hablando con gente a la que respeto, llegué a la conclusión de que no; que soy un tipo normal que cuando tiene sed y pide Coca-Cola quiere exactamente eso… y no sé por qué me vino a la cabeza este PSOE Zero recién derrotado en Galicia, qué de tan (con) federal que se nos ha vuelto ha acabado por no saber a nada.
Me pongo en la piel del español de izquierdas que no quería ver ni en pintura a Santiago Abascal de vicepresidente del Gobierno -por eso votó a Pedro Sánchez con la nariz tapada el 23 de julio-, a quien nadie avisó previamente de que la letra pequeña del cordón sanitario a Vox incluía aguantar a ese Carles Puigdemont chuleando al Gobierno día sí día también, y me entra la misma intensidad que a Ortega en vísperas de la Guerra Civil: “¡No es esto! ¡No es esto!”.
¿Quién ha convencido a Sánchez y al resto de los dirigentes del Partido Socialista Obrero Español -remarco, español-, de que esa estrategia de ‘pan para hoy, hambre para mañana’ que supone entregarse al relato interesado de los nacionalismos periféricos contra la España que llevan en la sigla podía dar otro resultado que no sea dejar al partido muerto en vida?
Y en esto llega eso que llamamos Ferraz y dice este lunes, para achicar agua del Titanic más que nada, que “la amnistía no ha tenido nada que ver en el descalabro” porque el Bloque Nacionalista Galego (BNG) la defiende y ha subido en votos y escaños… pero nada de nada, vamos. Dan ganas de replicar: Claro, es que entre esta mala copia que es este PSOE Zero españolismo y el original, vuestra gente en las áreas urbanas e industriales de Coruña y Pontevedra ha optado por Ana Pontón. ¿Qué esperabais?
¿Quién ha convencido a Sánchez y al resto de dirigentes del Partido Socialista Obrero Español -remarco, español-, de que esa estrategia de pan para hoy, hambre para mañana que supone entregarse de hoz y coz al relato interesado de los nacionalismos periféricos contra la España que llevan en la sigla podía dar otro resultado que no sea dejar al partido muerto en vida?
Tercera fuerza
¿Puede cualquier análisis interno mínimamente serio sobre lo ocurrido el 18F obviar que, antes que el gallego José Ramón Gómez Besteiro, cayeron en esa trituradora de liderazgos en que se ha convertido este PSOE irreconocible Ángel Gabilondo, Juan Lobato, Juan Espadas, Luis Tudanca, Javier Lambán, Ximo Puig, Guillermo Fernández Vara y tantos otros? ¿De verdad se ha atrevido a criticar a puerta cerrada este lunes el director de Recursos Humanos (Sánchez), el mismo que pone y quita liderazgos con o sin primarias en función de su conveniencia (Diana Morant), que “falta liderazgo en los territorios”?
¿Quosque tándem abutere, Catilina, patientia nostra?, imagino se preguntan a esta hora los Emilianos García-Page que quedan en el partido ante el panorama que en los últimos años ha dejado al PSOE como tercera fuerza sin posibilidad de ser alternativa en Madrid, Galicia y Cantabria, y seriamente tocado en Andalucía por muchos años, y veremos qué pasa en Extremadura.
No, no es la Ley de Amnistía en sí misma lo que os está matando, Pedro, es el chuleo constante de unos socios insaciables, particularmente el chantaje de un tipo fugado en Waterloo (Bélgica) a quien has entregado tu alma y la sigla PSOE para seguir en La Moncloa un rato más. Caretas fuera. Que Alfonso Rueda, que no es Winston Churchill, ha logrado 70.000 votos más que el Feijóo de la cuarta y penúltima mayoría absoluta del PP (2020)… Por algo será.
Una persona del PNV me dijo hace años: “Desengáñate, no hay nada que se parezca más a un votante del PP que uno del PSOE”. Se refería al País Vasco, claro, pero puede extenderse al resto de España; no la del torero y la flamenca sobre la tele, ni la de los que llevan la banderita de pulsera, hablo de la educación sentimental de esa mayoría silenciosa que quita y pone gobiernos
Una persona del PNV me dijo hace años: “Desengáñate, no hay nada que se parezca más a un votante del PP que uno del PSOE”. Se refería al votante no nacionalista en el País Vasco, cierto, pero creo que se puede extender a resto de España; y no hablo del tópico del torero y la flamenca ni de los que llevan la banderita en la pulsera, hablo de la educación sentimental de esa mayoría silenciosa que quita y pone gobiernos.
El Felipe González que llevó al PSOE a los 202 diputados en 1982 siempre lo tuvo claro y por eso le fue como le fue y a Sánchez le va como le va; que por mucho que se desgañite anunciando a bombo y platillo con su socia Yolanda Díaz -lo del desastre de Sumar y Podemos da para una serie de Nétflix- subidas de pensiones y salario mínimo como si no hubiera un mañana, los réditos electorales se los ha llevado el BNG en Galicia y todo hace indicar que Bildu se los va a llevar en las próximas elecciones vascas.
Cierto es que la actual deriva del partido que simbolizó mejor que ninguno el tránsito de la dictadura de Francisco Franco a la democracia constitucional de 1978 no empieza con Sánchez; que empezó justamente con aquel infausto Pacto del Tinell (2003) entre Pasqual Maragall y el entonces dirigente de ERC Josep Luis Carod-Rovira -que José Luis Rodríguez Zapatero no desautorizó-, por el cual los firmantes se comprometían a marginar al PP de José María Aznar.
Feijóo está fuera de La Moncloa fruto de la carambola que propició Sánchez adelantando las elecciones para que se retratara con Abascal en autonomías y ayuntamientos, y funcionara el voto del miedo a Vox, sí… pero eso, como hemos visto en Galicia, no arregló el problema de éste PSOE Zero, más bien lo agravó desde el momento en que Puigdemont impuso su chantaje
De aquellos polvos vienen estos lodos. El PP ha cometido errores en la gestión del conflicto catalán, muchos, empezando por no saber ver (Mariano Rajoy) la que se le avecinaba, pasando por las famosas mesas petitorias de firmas contra el Estatut (2006), y desembocando en un referéndum ilegal del 1-O de 2017 de infausto recuerdo. Pero eso no legitima al PSOE para ignorar, mucho menos marginar, a la otra gran pata del sistema institucional español desde 1978.
El PP ya pagó esos errores. y Feijóo está hoy fuera de La Moncloa fruto de la carambola que propició Sánchez adelantando las elecciones generales al 23 de julio para que se retratara con Abascal en los gobiernos autonómicos y municipales y funcionara el voto del miedo de la izquierda a Vox, sí… pero eso, como hemos visto en Galicia no arregló el problema de éste PSOE Zero, más bien lo agravó desde el momento en que Puigdemont & cía impuso su chantaje a Sánchez a la vista de toda España.
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