En Cataluña, si hay algo que pueda suponer un síntoma de cómo es esta sociedad es el PSC y sus resultados electorales son una especie de termómetro o espejo de la complejidad de esta comunidad. Como saben, el impacto del mercadeo con la soberanía nacional desplegado por Sánchez está impactando en la línea de flotación de los apoyos electorales al PSC. En concreto, parece ser que en los cenáculos "monclovitas" manejan caídas de 600.000 votos si se repitiesen elecciones Generales. Es perder casi la mitad de los votos de los resultados del 23 de julio pasado.
Los apoyos al PSC son como una especie de acordeón que se hinchan y deshinchan de forma proporcional al flirteo socialista con el nacionalismo. Esto es lo más evidente, pero, a mi parecer, tiene lecciones más profundas que intentaré explicar a lo largo del artículo. Para empezar, cabría recordar los resultados que obtuvieron los socialistas catalanes en las generales del 2008, fueron 25 escaños y 1.689.911 votos; en las del 2011, pasaron a 14 escaños y 922.947 votos; en 2016 obtuvieron 7 escaños y 558.030 votos; y en las del 23 de julio de este año, 19 escaños y 1.213.006 votos.
¿Cómo explicar estos resultados? ¿Cómo se pueden perder casi ochocientos mil votos en cuatro años llegando a más de un millón en ocho años? ¿cómo se explica el crecimiento en 2023? ¿A qué se debe este “efecto acordeón” de los socialistas catalanes? La respuesta fácil y directa la encontramos en todos los acontecimientos que desencadenaron el llamado “prusés” catalán y el posicionamiento del PSC al respecto. Uno de los principales responsables de esta deriva nacionalista, identitaria y excluyente es el expresidente Montilla, cordobés de origen que, entre otras cosas y por ese complejo de inferioridad de la izquierda patria, no dijo ni una palabra en español en su recorrido como presidente de la Generalitat.
La imagen de Montilla en la cabecera de la manifestación, el editorial único de los medios de comunicación catalanes contra lo dictaminado por el TC fue el pistoletazo de salida para legitimar el relato del separatismo
¿Por qué responsable? Básicamente por la irresponsabilidad, como principal representante del Estado en Cataluña, de abanderar en 2010 una movilización contra la sentencia del Estatut. Ese, y no otro, inició el camino iliberal de nuestro país, poniendo en cuestión la legitimidad del Alto Tribunal frente a una especie de “voluntad del pueblo”. La imagen de Montilla en la cabecera de la manifestación, el editorial único de los medios de comunicación catalanes contra lo dictaminado por el TC fue el pistoletazo de salida para legitimar el relato del separatismo. Todo en un momento de grave crisis económica, todo como una especie de cortina de humo para tapar las vergüenzas de ese cenagal que es la política en Cataluña.
La pérdida de esos ochocientos mil votos del PSC entre 2008 y 2011 es directamente proporcional al abandono y traición socialista al llamado “cinturón rojo” de Barcelona que se fue transformando hacia el naranja de Ciudadanos. Por aquellos mismos años, el PSC también estaba comandado por la saga de los Maragall, que, de la mano de Ernest, parece que, para ellos, era más importante ser nacionalista que socialista, era más importante la identidad que la igualdad, la independencia de Cataluña estaba por encima de la convivencia y de sus votantes. La resolución de aquella ecuación la tenemos en los resultados de 2016, mínimo histórico, solo 7 diputados y el (afortunadamente) PP en la Moncloa…
Y llegamos al 2017, Salvador Illa, el político que mejor interpretó la situación de su partido y la compleja realidad catalana, se acercó a los movimientos constitucionalistas que no queríamos que nos obligasen a decidir entre ser catalanes y ser españoles porque, entre otras cosas, ser catalán es una forma de ser español. Unos movimientos que no queríamos seguir tolerando ser considerados ciudadanos de segunda por criterios de selección cultural e identitaria. Esta aproximación, la aparición de Miquel Iceta en la segunda gran manifestación de octubre de 2017 (en la primera estuvo el siempre discreto Illa) fue el primer paso a la reconciliación del socialismo catalán con ese electorado huérfano que creyó en los cantos de sirena de Ciudadanos como contrapeso nacional a los partidos nacionalistas.
Después de ese movimiento estratégico de Salvador Illa, en las Generales de 2019 pasaron de 7 a 12 escaños sumando cuatrocientos mil votos. El ya cabeza del PSC demostró que tenía razón, el acercamiento de los socialistas a los postulados del nacionalismo es directamente proporcional a su pérdida de votos. Ahora bien, y aquí empieza la complejidad, si esto fuese así (o solo así) ¿cómo se explica el resultado del PSC del 23 de julio con los indultos concedidos, con una inmersión lingüística sin freno, con una Generalitat desplegando y reforzando su estrategia internacional? La respuesta no les va a gustar a muchos de los que sigan leyendo, en el fondo tengo una gran capacidad de hacer “amigos”.
La media catalana entiende la política entre rojos y azules, entre buenos y malos, de ahí se explicaría la docilidad con la que la sociedad aceptó el llamado “pacto del Tinell”
La respuesta es poliédrica, intentaré resumir. En primer lugar, el sustrato cultural de la sociedad catalana tiene un sesgo moral dicotómico guerracivilista incluso superior a la media nacional, esto es, la media catalana entiende la política entre rojos y azules, entre buenos y malos, de ahí se explicaría la docilidad con la que la sociedad aceptó el llamado “pacto del Tinell”. Esto es fundamental porque este sesgo tiene un peso importante en la toma de decisiones en periodo electoral y hace, entre otras muchas cosas, que se dulcifiquen, toleren o relativicen según que postulados o acciones de partidos nacionalistas o de izquierdas con relación a los de la derecha. En resumen, en el imaginario colectivo medio, es mejor tolerar unos indultos que vuelva una (inexistente) derecha ultramontana que vaya “en contra de Cataluña”.
Un segundo factor que responde a la pregunta planteada es el factor de construcción nacional desplegada por Jordi Pujol en forma de programa de ingeniería social. El marco mental medio de los catalanes de casi todo el arco ideológico está cincelado por un mantra que alerta sobre el peligro de desaparición de la lengua catalana. Esos cuarenta años de arquitectura social ha creado un gran consenso respecto a la lengua catalana, su necesidad de preminencia y, de forma subrepticia, visualizar al español como competencia directa en casi como una forma de suma cero. Esto explica por qué se acepta la inmersión lingüística como algo natural y necesario, explica por qué la escasa movilización en contra de esta aberración, la explicación no solo puede estar en la malla de coacción social y política, sin creencia, la imposición no tiene tan largo recorrido.
Un tercer factor es la interpretación de cómo ve la media catalana la realidad, su cosmovisión. Para ilustrar este punto me retrotraeré a las manifestaciones de octubre de 2017 y al resultado de las elecciones autonómicas de ese año. Ciudadanos, como sabrán, ganó dichas elecciones, pero, en mi opinión, erró en la interpretación del porqué de ese éxito. El movimiento de respuesta al separatismo no se basó en las líneas que he descrito en el artículo, se desencadenó porque el separatismo no supo entender que con sus acciones también rompía el estatu quo post-pujolista de convivencia y libertad. Los que se manifestaron, los que votaron a Ciudadanos no lo hicieron por la inmersión o contra la catalanidad de los catalanes, lo hicieron para evitar que los empujasen al precipicio de tener que escoger entre unas identidades múltiples muy interiorizadas. Querían seguir conviviendo en paz y no pasar esas líneas rojas sociopolíticas que mantenían un escenario de cierto equilibrio y paz social.
Esta es la explicación del porqué el PSC obtuvo tan buenos resultados el 23J y esto también explica por qué la caída de expectativa de votos por la amnistía. Porque Sánchez, con la concesión de la amnistía ha vuelto a romper ese estatus quo, está amnistiando a todos aquellos que nos acercaron al precipicio, a todos aquellos que pretendían convertir en ciudadanos de segunda a más de la mitad de los catalanes, aquellos que jugaron e intentaron romper la convivencia en Cataluña.
Adaptarse al lenguaje y al biotopo cultural
Como comentario final, este breve esbozo de escenario social, marco mental, sustrato cultural y cosmovisión de los catalanes, debería ser el faro a seguir para aquellos partidos que quieren alcanzar buenos resultados para poder cambiar las cosas. El esencialismo, el creer firmemente que se tiene razón y repetirlo hasta desgañitarse solo sirve para ofrecer café a los muy cafeteros. Si quieres que tus narrativas sean efectivas, si quieres que tu relato de resultado, si quieres lograr empatizar con la sociedad, debes saberte adaptar al lenguaje, idiosincrasia y cosmovisión de quién estás pidiendo el voto, si no, solo estarás compitiendo por la parte pequeña del pastel, por aquellos que, como muy cafeteros, solo les gusta el café muy cargado.
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