La España de hoy se parece cada día más a la España con la que soñaba Pablo Iglesias cuando fundó Podemos: una España debilitada y de bandos enfrentados al borde de la desmembración y el precipicio, en la que pudieran ser más viables sus recetas populistas y autoritarias. Sobre todo, una España debilitada incluso sin recetas. Si en su día se habló del sorpasso y la sustitución del PSOE por parte de Podemos, hoy podemos afirmar que no ha sucedido sino lo contrario; dicho de otro modo, Podemos ha colonizado al PSOE y el PSOE se ha podemizado. Si el problema en un inicio eran los pactos de PSOE con Podemos y los independentistas, hoy el problema ya es el PSOE.
En el fondo, fue el propio PSOE el que nos alertó de los peligros de Podemos. Eran los inicios, cuando pensaban que podrían gobernar sin la participación y el concurso de la formación morada, a la que se calificaba con razón de populista y peligro para España. No ya Pedro Sánchez, que hoy puede decir una cosa y mañana la contraria por propios intereses electorales, sino, entre otros muchos, el añorado Alfredo Pérez Rubalcaba, quien sabía de lo que hablaba cuando se expresó en estos términos: "Es imposible gobernar España con quien quiere romperla. Imagínese la que tendríamos montada si hubiéramos ido a la investidura con el apoyo de Podemos, que está en el derecho de autodeterminación, y con los independentistas, que ni le cuento. ¿Qué estaríamos diciendo a los españoles?, ¿Cómo estaríamos justificando la estabilidad de nuestro gobierno?".
Efectivamente, ya la tenemos montada tal como pretendía Pablo Iglesias, y la justificación de la izquierda oficial es que la derecha en España es antidemocrática. Esta es ahora la idea fuerza y el objetivo del contubernio gubernamental y sus servicios auxiliares: vender la idea de que la derecha controla los poderes fácticos, es antidemocrática y conspira contra el marco constitucional, ese en cuya defensa pretende erigirse cínicamente Podemos, los mismos que en la teoría y en la práctica pretenden derribarlo.
El panorama político español ya es una batalla insoportable de enemigos enfrentados en la que los independentistas y los odiadores de España nos gobiernan
Así que hemos pasado de la posible sustitución del PSOE por parte de Podemos a la asunción de las ideas de este por parte del PSOE de Pedro Sánchez, el único hoy día realmente existente, el cual ha terminado por asumir y usar su lenguaje, su discurso, su marco mental e incluso parte de su programa político. El panorama político español ya es una batalla insoportable de enemigos enfrentados en la que los independentistas y los odiadores de España nos gobiernan y Pablo Iglesias se frota las manos.
Es seguro que la oposición tiene parte de responsabilidad en este clima irrespirable de crispación política, pero el responsable principal es el PSOE de Pedro Sánchez y quienes decidieron en su momento gobernar España con quienes quieren romperla. Precisamente porque son gobierno y tienen la obligación de gobernarnos y representarnos a todos, en lugar de fomentar el enfrentamiento entre demócratas, la polarización política y, de paso, el hartazgo ciudadano. Cualquier cosa vale para blindar sus pactos con Esquerra. Primero fueron los ataques a los medios de comunicación críticos, después el ataque a los jueces, a los que llamaron fascistas, y, a continuación, el cuestionamiento de la legitimidad de la oposición democrática, a la que se le llama golpista.
Además, los indultos a quienes pretendieron vulnerar la ley para alcanzar la independencia, la supresión del delito de sedición para beneficiar a los responsables del procés y la modificación del delito de malversación para beneficiar a los corruptos políticamente afines. Todo ello deprisa y corriendo, por la puerta de atrás, sin los informes de los organismos independientes, sin debate parlamentario y, posiblemente, irregularmente, dado que la reforma legal que afecta al CGPJ y al TC planteada por el Gobierno de España afecta al núcleo mismo de la Constitución Española.
En el horizonte político ya se plantea algún tipo de consulta en Cataluña para que decida su futuro al margen del resto de ciudadanos. Pero una parte no puede decidir por el todo. El derecho a decidir nos corresponde al conjunto de los ciudadanos españoles, responsables de disponer lo que queramos que sea España. Sin embargo, el daño está ya hecho y el futuro es ahora mismo una incógnita. Ya no hay adversarios políticos que combaten democráticamente en la arena electoral y contraponen sus correspondientes proyectos con argumentos, sino enemigos cuyo derecho a existir se cuestiona. "Imagínense la que tendríamos montada si el PSOE pactara con Podemos", nos dijo el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba. El problema ya ha llegado; y el PSOE no es parte de la solución sino del problema.
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