Opinión

El sanchismo, las hormigas absurdas y “las mentiras, maldades y manipulaciones”

No se puede decir que ninguna de las partes haya sufrido un gran perjuicio.

No se puede decir que ninguna de las partes haya sufrido un gran perjuicio. Pedro Sánchez ha salido airoso de su recorrido por los platós de Atresmedia y allí volverá durante la campaña para participar en el único mano a mano que ha aceptado Núñez Feijóo. Los cara a cara y las entrevistas atraen a la audiencia, la audiencia equivale a dinero y, en el fondo, para eso estamos. Este tipo de estrategias las practican con primor en el grupo líder de audiencia en España, donde cuentan con especialistas en la materia como Mauricio Casals y Antonio García Ferreras. Cada uno en lo suyo es brillante. Y entre ambos amasan un poder enorme.

Los negocios y la política funcionan así. En ambas actividades se busca el máximo beneficio posible para quienes las ejercen. Pero la opinión pública no debería verse perjudicada por ello. Por desgracia, así ha sido y Pedro Sánchez ha soltado en El Hormiguero (donde hoy acudirá Núñez Feijóo, también sin miedo) una de las falacias más escandalosas que ha pronunciado en su carrera política sin que Pablo Motos le re-pregunte. Porque el líder político que se enfrentó a su partido porque un grupo de diputados -moderados- había decidido abstenerse para facilitar la investidura de Mariano Rajoy ha asegurado este martes que el PSOE, al contrario que el PP, asumió entonces una posición de Estado en ese caso, lo que en el futuro podría evitar el acceso de los extremistas al poder. La réplica estaba clara: ¿Por qué defendió entonces lo contrario que ahora?

Parece que Motos no se ha percatado de este hecho porque, en realidad, él no es un especialista en la materia, sino una especie de showman simpaticón al que los candidatos a las elecciones eligen para conceder su principal entrevista de la campaña por su blandura. No es David Frost. No es un doberman periodístico. Es un exitoso presentador que se mueve con soltura entre hormigas, actores, cantantes de electro-latino y estrellas de la televisión, pero que no es un virtuoso en la mayéutica. Tampoco en la psicología o en el periodismo incisivo. Los políticos saben de estas carencias, de las que Motos no tiene culpa alguna. Por eso le eligen. Como a Évole, que es lo mismo, pero con más bohemia impostada. Cuesta encontrar mentes brillantes en el arco parlamentario. Un cuestionario acertado podría provocar luxaciones de pronóstico reservado. Eso explica que opten por Motos.

Los medios no me alaban

Pedro Sánchez ha basado una buena parte de su campaña en la teoría de la conspiración sobre los medios de comunicación. La primera mitad de la entrevista de este martes ha versado sobre este tema; y el presidente ha llegado a defender que el 90% de las tertulias de la televisión y la radio están orientadas a la derecha, lo que ha contribuido a crear el monstruo de siete cabezas del sanchismo. El que se alimenta de “mentiras, maldades y manipulaciones”.

Motos -que estaba despistado- podría haber preguntado al presidente del Gobierno por la razón que le ha llevado a copiar la estrategia electoral por la que optó Pablo Iglesias durante los tres últimos comicios, en los que atacó en decenas de ocasiones a la 'cloaca mediática' sin ningún éxito. ¿A qué se debe la recurrencia en este error? La explicación es fácil. Detrás de este intento de criminalizar a los medios de derechas están José Miguel Contreras (Infolibre y Prisa) y Miguel Barroso (Prisa), que llevan muchos años situando sus intereses empresariales por encima de los del PSOE, pero a los que todavía -sorprendentemente- hacen caso en Ferraz. Esta idea de despotricar contra los medios seguramente les sirva para conseguir suscriptores para sus periódicos, pero es ridícula y muy inefectiva. No dará votos al PSOE. Los susurradores quizás tengan más capacidad de engaño que la prensa trumpista.

Sobra decir que la premisa de Sánchez es falsa, porque El País, la SER, LaSexta, eldiario.es, Público, RTVE... no son poca cosa. Tampoco lo son las decenas de millones de euros de publicidad institucional con los que el Ejecutivo ha inundado a su prensa afín durante los últimos años. A eso no se ha referido. Motos tampoco se lo ha preguntado. Tampoco ha andado fino el presentador cuando Sánchez ha afirmado: “Somos el único Gobierno que no ha repartido ninguna licencia de televisión”. ¿Quiere el lector saber la verdad? Desde que el negocio está en decadencia, ninguno de los grandes grupos quiere más frecuencias de emisión. Efectivamente, ese es el sanchismo: “mentiras, maldades y manipulaciones”.

¿Tito Berni? ¿Quién es ése?

El jefe de El Hormiguero no ha querido entrar en temas que hubieran interesado a la audiencia manipulada por los medios ultras. Por ejemplo, el de Marruecos, el de la inclusión de asesinos en las listas electorales de Bildu o el del Tito Berni. Habría una pregunta muy interesante al respecto: ¿Cómo el presidente del Gobierno que llegó al Ejecutivo a partir de una moción de censura amparada en la corrupción del rival puede consentir este episodio? Y otra: ¿Qué siente un defensor de la igualdad -como ha dicho- ante los pintorescos documentos gráficos de 'los suyos' con mujeres de pre-pago?

Ha querido el presentador abordar el tema de Cataluña y ha apretado a Sánchez con respecto a la eliminación del delito de sedición. También le ha preguntado por su postura sobre un posible referéndum de autodeterminación. El presidente ha negado esta opción y se la dejó botando a Motos, pero no lo vio. Porque la re-pregunta que venía a cuento en ese caso era: ¿Podría usted cambiar de opinión sobre este asunto, como con los indultos a los líderes del procés, sin que pudiéramos acusarle de mentir?

Quizás plantear estas cuestiones sitúe a este articulista en lo más profundo de la caverna trumpista nacional, pero no deja de resultar curioso que el presidente haya salido tan airoso con esta cuestión durante las entrevistas en Lo de Évole y El Hormiguero. En ambos casos, ha expuesto el mismo argumento para justificar que mintió a los españoles con los indultos para mantener los apoyos parlamentarios de los independentistas. “Cambiar de opinión no es mentir (…) Mentir es lo del PP con el 11-M”. Ahí Pablo Motos se ha diluido y ha dejado en evidencia su debilidad. “No puedo estar más de acuerdo con usted”, ha añadido. Traducido: sí, señor presidente, por supuesto, señor presidente.

La cosa no ha sido tan obscena como lo fue el otro día en el medio de Contreras, cuando uno de sus periodistas, durante una entrevista a Sánchez, le preguntó: “¿De qué se siente usted más orgulloso cuando llega a Moncloa?”. ¡Ése sí que es periodismo de verdad, del que merece Sánchez! También el de 'el gran Wyoming', que se interesó en El Intermedio acerca de la forma de los calzoncillos del presidente, en algo que no ha sentado bien a las señoras de la limpieza de LaSexta, que tuvieron que esforzarse por eliminar las manchas de saliva en la mesa. Lo de El Hormiguero no ha sido tan obvio, pero, en realidad, también puede definirse como un paseo triunfal para Sánchez. El enésimo en Atresmedia. Ninguno de sus tertulianos lo reconocerá. ¿De veras no ve una descompensación ahí el PSOE?

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