El surrealismo del mundo artístico es hoy una evidencia social. La realidad está preñada de sucesos surrealistas. En Cataluña alcanza niveles supremos. Una familia de Canet de Mar, un pueblo de la provincia de Barcelona, se ha convertido en referente de un happening social y político. Otra familia, en la capital, ha perecido de la manera más cruel e ignominiosa dentro de la que fuera sucursal bancaria y ahora un local vacío con cuatro muertos y silencios ominosos. ¿Qué tienen los dos sucesos de surrealistas? Lo que reflejan de nuestra sociedad supuestamente alimentada por una información abierta que reciben personas civilizadas.
La inmersión lingüística en Cataluña se explicó como una fórmula que compensaba los años de limitaciones y represión que padeció durante la dictadura. El tiempo y el poder fueron implantando otro discurso. No se trataba ya de normalizar nada sino de erradicar una lengua para otorgar el único derecho a otra. Los hijos de quienes alegaban con toda razón poder manejarse en su lengua materna decretaron que ese mismo derecho se les debía negar a los demás. La práctica reciente de informar sobre los usos lingüísticos de los ciudadanos, desde las guarderías a las ocho universidades de Cataluña, se mueve entre la inquisición y la xenofobia independentista.
En ese marco, que contado por lo menudo daría para mucho porque nunca se opera con intereses simples sino compuestos y hay que sumar fondos muy diversos, lo evidente es que una familia en Canet de Mar exige que se cumpla la ley y que a su niño de cinco años se le enseñen también en castellano. Ahí se desata la tromba. Alguien se ha atrevido a exigir lo evidente. Le llueven los denuestos institucionales y hay quien manifiesta su intención de apedrearlos, imagino que porque no puede incinerarlos y enviarlos directamente al exilio. La derecha catalanista y la izquierda servil, mayoritarias en los medios, se niegan a cumplir la ley que les demanda para que al menos un 25% se haga en castellano. Y se rompe el cuadro.
Alguien se ha atrevido a exigir lo evidente. Le llueven los denuestos institucionales y hay quien manifiesta su intención de apedrearlos, imagino que porque no puede incinerarlos y enviarlos directamente al exilio
Imagino, sin demasiado esfuerzo, las minuciosas investigaciones sobre ese matrimonio de osados para descubrir sus inclinaciones políticas, sociales, sexuales y hasta bancarias. Nada debe quedar sin rastrear. No dudo del aislamiento social, de la enemiga de otros padres heridos en su honor de patriotas lingüísticos. Se puede ser LGTBI y perdonarle la vida con indiferencia, pero tocar el meollo de estos xenófobos empoderados está fuera de toda duda. Todos deben hablar en catalán con sus hijos o al menos hacer como si así fuera, de ahí la importancia de averiguar si los chavales incumplen la norma en el patio o los profesores en su didáctica. En eso consiste el rasgo surrealista. Es el mundo al revés. Descubrimos que los deberes nos competen por igual pero los derechos no.
¡Y luego dirán que hay poca demanda de una enseñanza bilingüe! El matrimonio de Canet de Mar muestra la falacia del argumento. “Son casos aislados”. Recuerdo cuando se aplicaba este término a los disidentes tanto del franquismo como del comunismo. Eran singularidades a las que se escudriñaba desde sus ancestros hasta las pejiguerías de la vida cotidiana. Gracias a eso sobrevivía el sistema, porque tenía el poder de castigar y los fondos para beneficiar los silencios. Había complicidad, pero sobre todo había temor al aislamiento y miedo a las consecuencias.
La izquierda es reaccionaria cuando se pregunta con desparpajo retórico cómo combatir a la extrema derecha y jalea el deterioro de la sociedad democrática de la que se está beneficiando. Antaño todas las carencias del socialismo real, como se llamaba a aquellas dictaduras, las provocaba el imperialismo, última fase del capitalismo ¡ay! Y así medraban y sobrevivían en su aura de mediocridad. Tal que ahora, que cruzan del independentismo a los lobbys …porque el peligro lo representa la extrema derecha. Si el matrimonio de Canet de Mar se inclinara por Vox, por los Testigos de Jehová o fueran unos descerebrados negacionistas, ¿eso cambiaría en algo el peso de la evidencia?
La izquierda es reaccionaria cuando se pregunta con desparpajo retórico cómo combatir a la extrema derecha y jalea el deterioro de la sociedad democrática de la que se está beneficiando
Cantidad de inclinaciones artísticas, como el surrealismo, se han revertido en querencias sociales. Como vivimos tiempos de mucho pasado e incierto presente han aparecido los anticuarios de la ideología. Usted puede contemplar en el terreno ideológico piezas museables en tenderetes que se sostienen gracias a la ayuda institucional, dinero público. Pero los dueños están hechos a todo, sea mercancía falsa, robada o peritada. Lo único que evitan es lo de quedarse sin clientela; eso amenazaría con la ruina. Cuidar el desván de las antigüedades es tan importante como mantener los emolumentos. El apoyo al discurso oficial catalanista de las cúpulas sindicales de UGT y CCOO es tan simple y humillante como eso.
La muerte por inhalación de humo de un matrimonio y sus dos hijos en un local ocupado del centro de Barcelona podría parecer un rasgo más de un mundo que se ha convertido en habitual. Pero en los detalles se esconde el surrealismo. A una pareja de emigrantes sin oficio ni papeles con dos niños en la edad más tierna los matan en un chamizo de fachada elegante. Un incendio con toda probabilidad provocado después de un enfrentamiento entre dos supuestos tenedores del local que cobraban varios cientos de euros por el alquiler. Lo afirma la policía que habló con ellos.
A una pareja de emigrantes sin oficio ni papeles con dos niños en la edad más tierna los matan en un chamizo de fachada elegante
Pero repasemos los datos y nos asombrará la cantidad de elementos que están omitidos. Los niños muertos, a los que ninguna institución que no fuera la piedad vecinal daba alimento. El matrimonio que sobrevivía desde hace tiempo y no sabemos cómo, ni siquiera su procedencia. Donde la desgracia se vuelve tenebrosa es cuando aparecen los dos supuestos encargados de cobrar la ocupación. O sea que alquilaban un local que no era suyo y que tampoco era vivienda, y hasta la Policía que investigó la tragedia dialogó con ellos. Vamos, como si se tratara de charlar con el jefe de escalera.
Nuestra mirada se quedó en los niños, una atrocidad a la que las buenas gentes respondieron con velas, muñecos y otros votos más que merecidos. ¿Y lo demás qué? Nada de cómo los muertos se convirtieron en residentes marginales, ni de los dos alquiladores del local ocupado que departieron con la Policía. Si existe una mafia dedicada a cobrar casas vacías quizá lo sepamos cuando se levante el secreto sumarial. Pero quizá no y quedará como otra variante criminal del surrealismo social. Hay tantas …y nosotros tan crédulos. El periodismo en la época de las redes espera a que se filtren los sumarios. Nadie pregunta, mientras contempla el espectáculo.
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