Opinión

El último límite de Sánchez

El que malversa con fines políticos comete dos delitos: robar a los ciudadanos su dinero para luego utilizarlo en maniobras contrarias a los intereses de esos ciudadanos

El 8 de febrero de 2003, ETA asesinaba en Andoáin al jefe de la Policía Local, Joseba Pagazaurtundúa, que era militante de UGT y del PSOE desde hacía más de 25 años. Mientras ETA lo asesinaba, el entonces secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, y su hombre en el País Vasco, el maltratador condenado en firme por serlo, Jesús Eguiguren, ya estaban en conversaciones secretas con la propia ETA.

Cuando Zapatero era ya presidente del Gobierno esas conversaciones se hicieron públicas, y encontraron en el entonces Secretario General del PSE-PSOE, Patxi López, a un entusiasta valedor. Ello provocó que Pilar Ruiz, la madre de Joseba Pagazaurtundúa, en mayo de 2005, le escribiera una carta en la que le decía: "Ya no me quedan dudas de que cerrarás más veces los ojos y dirás y harás muchas más cosas que me helarán la sangre, llamando a las cosas por los nombres que no son. A tus pasos los llamarán valientes. ¡Qué solos se han quedado nuestros muertos!".

Este López, al que no se le conoce la menor cualificación profesional, después de recibir esa emocionante, impresionante y premonitoria carta, ha encadenado una serie de altísimos cargos, hasta ha sido presidente del Congreso de los Diputados, después de ser lehendakari del Gobierno Vasco. Ahora es el portavoz de grupo socialista en el Congreso. No es muy aventurado conjeturar que esa fulgurante e incomprensible carrera se la debe, precisamente, a haber tenido el cuajo de intentar engañar a la madre de Pagaza y haber sido un fiel servidor del neosocialismo zapaterista, hoy sanchista.

Lo de menos es que quieran la independencia de sus provincias porque lo fundamental es que, con Frankenstein de punta de lanza, van a acabar con la soberanía nacional

Si Zapatero se puso a hablar con ETA para acercarse a los terroristas, Sánchez ha dado un paso más, que es el de ceder a sus pretensiones sin el menor complejo y sin el menor respeto a los pocos socialistas o ex socialistas que, efectivamente y como profetizó la madre del asesinado, tienen la sangre helada. Que, desgraciadamente, son muy pocos, pero alguno hay. A la vista de las encuestas, parece que todavía hay muchos españoles dispuestos a votar al jefe de Frankenstein. Lo que quiere decir que ver cómo las personas decentes tienen la sangre helada por lo que hacen los socialistas, con Sánchez a la cabeza, es algo que les gusta a los que votaron, votan y votarán socialista.

Si a los socialistas y a sus simpatizantes y votantes se les importa una higa el pasar por encima del cadáver de las víctimas de ETA, con mucha más soltura se están afanando en allanar el camino a los golpistas catalanes, que lo de menos es que quieran la independencia de sus provincias porque lo fundamental es que, con Frankenstein de punta de lanza, van a acabar con la soberanía nacional. Es decir, que España va a dejar de ser propiedad de todos los españoles.

En resumen, que el socialista Sánchez, con la aquiescencia de casi todos los socialistas que en España han sido, se ha puesto a la cabeza de las pretensiones de bilduetarras y golpistas, y, aceptado ese liderazgo, no está dispuesto a pararse en barras. Como se comprueba al contemplar sus maniobras para apropiarse de todas las Instituciones del Estado y acabar con la relativa separación de poderes que disfrutábamos.

Ese gobernar con la soberbia de saber que detrás tiene la mayoría Frankenstein le hace saltarse todos los principios del espíritu de la Constitución sin inmutarse. Pero su última pirueta ya no va contra la Constitución, sino contra el sentido común y contra la lógica más elemental.

El etarra atracador no se quedaba un duro para él, lo entregaba todo a la organización que lo dedicaba para conseguir su objetivo político último: sembrar el terror

¿Cómo puede una persona mínimamente racional defender que malversar con fines políticos es menos grave que malversar para enriquecerse un individuo? O sea, que cuando un etarra atracaba un banco para conseguir dinero con el que comprar explosivos para poner coches bombas para asesinar a niños cometía un delito menos grave que un desgraciado drogadicto cuando hacía lo mismo para pagarse sus dosis. Porque el etarra atracador no se quedaba un duro para él, lo entregaba todo a la organización que lo dedicaba para conseguir su objetivo político último: sembrar el terror para convencer a los políticos que querían convencerse de que había razones para alcanzar a tiros una Euskal Herria independiente y socialista. Por cierto, que ahora se ve que aquellos “filantrópicos” atracadores están teniendo un clamoroso éxito.

No, malversar con fines políticos es, como poco, el doble de grave que malversar para llevárselo crudo al bolsillo y enriquecerse individualmente. Porque el que malversa con fines políticos comete dos delitos: robar a los ciudadanos su dinero para luego utilizarlo en maniobras contrarias a los intereses de esos ciudadanos. Si Sánchez quiere amnistiar a golpistas y terroristas o si quiere animarles a que reincidan, que lo haga, porque ya se ha demostrado que tiene votos en el Congreso para hacerlo y que en sus filas no rechista nadie- Pero que no nos cuente la milonga de que malversar con fines políticos es menos grave que lo otro.

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