Con preocupante normalidad asumimos los periodistas, cuando exponemos o analizamos la actualidad política, que la mentira es una opción real cada vez más extendida en el juego político. Que nos mientan parece no tener tipo alguno de penalización. Esa falta de respeto hacia el ciudadano y hacia su decisión a la hora de ejercer el derecho a voto no se debería consentir, ni menos aún, darla por normalizada.
Normal parece que, en campaña, los candidatos y candidatas que se presentan a unas elecciones digan una cosa para luego hacer la contraria justo después de conocerse los resultados electorales. En medio de una pandemia, de una emergencia sanitaria, económica y social sin precedentes en cien años no estamos ya para muchas tonterías. Creo yo. Estamos ante una campaña en Cataluña en la que los ataques van y vienen entre las filas independentistas -más alejadas y divididas que nunca- y entre los constitucionalistas y quienes que defienden la unidad de España también.
Muy pocos centran la atención en la necesidad de que salgamos de una vez por todas de esta crisis, en ofrecer gestión y servicio público de calidad. Estamos ante dos estrategias y bandos: los que vienen a salvarnos y los que vienen a pelearse porque les agrada mover en el barro de la política.
Embarrar el terreno de juego
Entre los los primeros, entre quienes dicen huir de los enfrentamientos o del cuerpo a cuerpo, tenemos al que ofrece capacidad de gestión, a Salvador Illa, que ya ha anunciado quién va a dirigir la cartera de Sanidad en la Generalitat. También está ERC, con Pere Aragonés al frente, que bajo la bandera de la independencia como opción política hace gala de los 90 años de historia sin corrupción en sus filas, algo loable en estos tiempos que corren. En la estrategia de la pelea o del enfrentamiento aparecen Junts con Laura Borrás y Ciudadanos con Carlos Carrizosa al frente.
Son vías y estrategias bien diferentes, respetables y aceptables todas ellas. Cada cual esgrime lo que considera que le debe ofrecer al ciudadano. Ahora bien, el escenario es más incierto que nunca y estamos en un momento en el que se agradecería que eviten la mentira como opción política y reconozcan que, dado que nadie va a conseguir la mayoría absoluta para gobernar en solitario, definan con claridad y veracidad cuales van a ser sus pactos posteriores. De esa decisión, de esos pactos nos vamos a poder hacer una idea de cómo vamos a salir de esta situación, de esta forma de vida a la que nos tiene sometidos la covid desde hace un año.
El independentismo, lejos
El líder preso de ERC, Oriol Junqueras, ha dejado claro, al ser entrevistado por Antonio García Ferreras, que su formación va a dar “Cero apoyo al PSC” en Cataluña mientras que sí está dando apoyo a Pedro Sánchez. ¿Nos lo creemos o no? Por su parte, Salvador Illa asegura que su opción es la progresista, la de repetir el modelo de la Moncloa PSOE-Unidas Podemos y que quiere lejos a los independentistas. Veremos al final a qué juego de pactos nos van a someter. Lo que está claro es que en política falta más pisar calle y abandonar despachos y parlamentos, faltan más visitas a hospitales y a centros en los que dan de comer a quienes no tienen ni para comprar una barra de pan, falta más dosis de realidad y humanidad y huir de un pim pam pum político que en estos momentos no solo es cansino, como la fatiga pandémica, sino que es un insulto y una falta de respeto a la sociedad.
Respeten al adversario y sumen esfuerzos para rescatar a los ciudadanos de una situación sin precedentes. Luego ya vendrá el dedicarse a cómo hacemos la independencia
Preocúpense, queridos políticos catalanes, por ofrecer equipos con capacidad de gestión si logran situarse al frente de una institución como la Generalitat de Cataluña. Respeten al adversario y sumen esfuerzos para rescatar a los ciudadanos de una situación sin precedentes. Luego ya vendrá el dedicarse a cómo hacemos la independencia o cómo seguimos haciendo el amor con España.
Gana el que consiga unir más, sea quien sea, y el que consiga, sin mentir, ofrecer salidas, opciones y optimismo al drama que nos ha tocado vivir a nosotros y al mundo. Que a un independentista de raza, como es Oriol Junqueras, se le oiga decir “amo a España y a los españoles” es un paso inteligente. Veremos cómo caminan y nos mienten unos y otros en lo que queda de campaña para las elecciones del 14F, nos jugamos mucho todos. Cuídense, con mascarilla siempre.
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