Opinión

Elecciones, mentiras y cintas de vídeo

Cuando intentas recordar cómo empezó realmente “la batalla por Madrid”, es inevitable remontarte al inicio de la pandemia, hace más de un año. Y es inevitable pensar en un Gobierno

Cuando intentas recordar cómo empezó realmente “la batalla por Madrid”, es inevitable remontarte al inicio de la pandemia, hace más de un año. Y es inevitable pensar en un Gobierno autonómico liderado por una mujer joven entorno a la que se había construido una caricatura vejatoria en tiempos de corrección política feminista. Se había normalizado en la izquierda y aledaños (el autodenominado centro) el mofarse de su supuesta falta de inteligencia. Incluso el 'aguadismo', que hoy se presenta a las elecciones con Bal como cabeza de cartel, se había abonado a la burla y a la superioridad. Ridículo. Isabel Díaz Ayuso era poca cosa para esas personas con un concepto de sí mismas tan elevado como fantasioso.

las propuestas del PSOE y Más Madrid consisten en desmantelar el Hospital Zendal, puntero a nivel mundial en la lucha contra el coronavirus, y en traer la política de la Barcelona de Ada Colau a Madrid

En estos tiempos no se construyen ideas o proyectos, sino estigmas. Se da prioridad a que el votante sienta un rechazo irracional por el otro antes de que tenga simpatía con el proyecto propio. Lógico teniendo en cuenta que las propuestas del PSOE y Más Madrid consisten en desmantelar el Hospital Zendal, puntero a nivel mundial en la lucha contra el coronavirus, y en traer la política de la Barcelona de Ada Colau a Madrid. La caricatura y el estigma no busca el apoyo, sino el rechazo al adversario. Es una especie de acoso al ciudadano en el que se construye una imagen deformada de alguien o algo, a la que se imputan todas las excrecencias de la sociedad mediante infamias y mentiras. El miedo a no ser identificado con esa figura deletérea les impide contemplar el voto, aunque no les guste nada la otra opción. Están envueltas en esa maraña de propaganda y han sucumbido a ese discurso grotesco hasta compartirlo.

Varias personas del mundo del cine español como Carlos Bardem, Ismael Serrano, Juan Diego Botto o Alberto San Juan, (los de siempre) participan en la campaña de Pablo Iglesias (donde siempre), con la elaboración de videos que estigmatizan al votante de la derecha (lo de siempre). Un corto de Daniel Guzmán muestra a dos jóvenes en el patio interior de un bloque de edificios de barrio, lo que ellos se empeñan en identificar con la izquierda, sin éxito en Madrid. Uno de los jóvenes representa a un personaje disfrazado con todos los tics y aditamentos precisos para provocar el desprecio en el espectador: es defensor de la dictadura de Franco, su padre es un explotador de inmigrantes en la construcción, aparece con actitud agresiva y obsesiva, y sobre todo, tiene pocas luces. Esta táctica no es nueva. En la televisión pública de Cataluña, la TV3, en sus series siempre aparece un personaje sin virtud alguna con la que empatizar. Inculto, bruto, tonto…español. Casualmente solía ser el único personaje castellanohablante, al objeto de conseguir la estigmatización social y cultural de su grupo. Era siempre un personaje que se utilizaba para construir ese sentimiento de superioridad respecto de lo que pretendía humillar con esa construcción falsa.

Un bendito y paciente abertzale

El canal público en el País Vasco replicaba el formato en sus programas supuestamente dedicados al humor. La Guardia Civil o quien aparecía como “españolista”, era representado como simpatizante del franquismo y de las torturas. Junto a él aparecía las más de las veces un bendito y paciente abertzale. Esta imposición, esta deconstrucción cultural de la realidad, pretendía despertar simpatías hacia este último, a entender y disculpar todas sus acciones encaminadas a librar al mundo de un ser tan deshumanizado y abyecto. Pero también se conseguía algo más a largo plazo: que las personas que rechazaban al abertzale, rechazasen aún más al otro, a lo que pretendía representar en ese mundo distorsionado e irreal.

El chico del vídeo que representa al “chico de derechas”, cuando habla de las simpatías de la izquierda con Venezuela y ETA, quedan difuminadas como si fuesen ensoñaciones de un ignorante franquista

Una de las cuestiones a tener en cuenta para entender la política madrileña es que la izquierda es un elemento político que actúa social y culturalmente como lo hace el nacionalismo en sus respectivas regiones, solo que sin ganar elecciones. La construcción de estigmas en política ofrece alguna ventaja más allá de impedir el voto al adversario por motivos irracionales e identitarios. Otorga también impunidad para quien los construye. Así, el chico del vídeo que representa en el corto al “chico de derechas”, cuando habla de las simpatías de la izquierda con Venezuela y ETA, quedan difuminadas como si fuesen ensoñaciones del ignorante franquista al que pretenden representar. De este modo, cada vez que alguien mencione sus vínculos económicos o ideológicos con el chavismo o el terrorismo no necesitarán defenderse mediante argumentos sino, simplemente, les bastará con mofarse de lo que no tiene ninguna gracia. Porque ser comunista en un Madrid próspero y antagónico al depauperado Caracas, es tan sencillo como inmoral.

Los aplausos de cada tarde

Con esta imagen tan deformada, humillada y estigmatizada de la derecha, ¿cómo es posible que el principal objeto de los ataques, Isabel Díaz Ayuso, despierte pasiones en las calles de Madrid en un momento en el que los políticos son denostados por los ciudadanos? Hace un año se celebraba en la Catedral de la Almudena una Misa solemne por los enfermos y fallecidos por la pandemia. Incluso entonces hubo chistes y mofas de sus lágrimas. No tenían en cuenta, o siquiera se imaginaba esta gente que miles de personas lloraban con ella en sus casa. ¡Pero si hasta nos habían ordenado aplaudir a las 8 cada tarde!

Se ha llevado golpes para defender que alguien pueda subir la persiana de su negocio. Por eso hoy ponen su foto en los escaparates. Por eso proliferan los carteles 'Madrid con Ayuso'

Le dio exactamente igual el estigma mediático y político que construyeron sobre ella. Siguió adelante con un objetivo claro, salvar Madrid de la crisis más siniestra y terrible que se recuerda. Se ha llevado golpes para defender que alguien pueda subir la persiana de su negocio. Por eso hoy ponen su foto en los escaparates y los llenan con el cartel de 'Madrid con Ayuso'. Mientras era vilipendiada por conseguir pizzas para los niños de comedores escolares, como si hubiese ordenado su fusilamiento, otros no pagaban los ERTEs. Resulta que, debajo de esa caricatura, había convicciones y el valor suficiente para llevarlas a cabo.

Esa constante estigmatización sobre el votante, esa mofa y deformación sobre todo lo que no es izquierda puede provocar miedo, silencio y hasta la rendición ante semejante discurso. En Madrid parece que no tanto, a pesar del medio millón de indecisos. Sin duda, lo que esa propaganda tóxica provoca en cualquier parte es la ruptura de la convivencia y alimenta la desconfianza entre vecinos.

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