Si el presidente del Gobierno coge el asunto Elena Valenciano, como ocurrió este miércoles para espanto de muchos diputados del PSOE, lo agita en la coctelera con la reciente negativa a apoyar a su ministro Luis de Guindos para la Vicepresidencia del Banco Central Europeo (BCE), y se lo tira a la cara a la portavoz parlamentaria, Margarita Robles, cuestionando tu "patriotismo e inteligencia"... algo va mal.
Esa debería ser la reflexión de Pedro Sánchez, que lleva una semana de las denominadas de pasión. Empezó el viernes con la filtración -interesada, como todas- de que la exvicesecretaria general había sido tanteada por eurodiputados de otros países para ser presidenta del Grupo Socialista Europeo con tal de que no lo sea el alemán del SPD de la gran coalición, Udo Bullmann. Como el manido elefante en la habitación, el tema centró los conciliábulos fuera del Comité Federal en Aranjuez y ha acabado como ocurre demasiadas veces ya en el "nuevo PSOE": a trompazos entre los dos bandos hasta hacer irreconocible el origen del lío.
Vaya por delante que Sánchez tiene pleno derecho a configurar equipos con gente de su confianza; nadie lo cuestiona. Pero el nombramiento de Valenciano, aún para un año de legislatura que resta y solo porque el italiano Gianni Pitella vuelve a la política nacional -argumentos de Ferraz- no iba de eso. Lo que debió haber visto venir es que tenía ante sí un Guindos agravado: Él no, pero Valenciano es de los tuyos -apoyase o no a Susana Díaz en las primarias-; y segundo, es mujer, y al ministro le rechazó el PSOE precisamente por no serlo.
Con todo, lo más penoso es el síntoma de balcanización que ha aflorado en una organización histórica con este episodio. La jefa de la delegación en Estrasburgo, la también eurodiputada Iratxe García fue la encargada de comunicarle la decisión a Valenciano. El viernes trascendió e inmediatamente los afines a Sánchez se apresuraron a descalificarla en las redes sociales por no tener "cualificación" (sic) para dirigir a los socialistas europeos... Estamos hablando, recuerdo, de una exvicesecretaria general del PSOE, el mismo cargo que ocuparon antes que ella Alfonso Guerra y José Blanco.
Hasta Felipe González se lo está pensando porque, dicen, tiene una agenda internacional muy repleta, y no parece que ni Susana Díaz ni el valenciano Ximo Puig estén por la labor de secundar la iniciativa de Ferraz"
Al otro bando le faltó tiempo para armar una estrategia de respuesta. El que fuera secretario general cuando Valenciano ocupó el número dos, Alfredo Pérez Rubalcaba, no ha dicho nada en público pero en privado lo ha dicho todo. Y sin problemas para que trascendiera. Tan es así que, de momento, ha decidido no ir a las jornadas de buen gobierno que ha convocado Pedro Sánchez con los ex secretarios generales socialistas el 15 de marzo en la Escuela Jaime Vera para favorecer "la unidad"... "Pero, ¿que unidad?", parece ser que exclamó.
A tal punto ha llegado la cosa que hasta Felipe González se lo está pensando porque, dicen, tiene una agenda internacional muy repleta, y no parece que ni Susana Díaz, que ha dado orden al PSOE andaluz de agitar el asunto -muy activos sus fieles Mario Jiménez y Verónica Pérez- ni el valenciano Ximo Puig estén por la labor de secundar la iniciativa de Ferraz.
En fin, bajan aguas revueltas en el PSOE y quien ganó sus primarias con todo el futuro por delante, de momento, no acaba de conseguir que la orquesta interprete la partitura sin desafinar.
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