Opinión

Empadronémonos todos

La afirmación de que nunca contra nadie vale todo es también de aplicación a los políticos respecto a los periodistas

En química se sabe que cuando una solución se satura todo intento de proseguir incrementando la concentración de la sustancia que pretenda disolverse fracasa y el exceso se deposita en el fondo del recipiente. Si de la química volviéramos a la política, del grado de saturación del público en el momento presente podría darnos idea la prueba del taxista: su deserción generalizada de la escucha de informativos de las emisoras de radio en favor de la sintonía con programas musicales conforme a sus variadas preferencias. José Félix Tezanos, presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas parece coincidir en la detección de ese fenómeno que traduce en términos de desmovilización que según sus sondeos alcanzaría a un 35% del censo electoral inclinado a la abstención, lo que supondría un incremento del 12% respecto a la registrada en 2019 hace cinco años. De modo que los abstencionistas serían ahora el partido más numeroso y que la deserción, la pérdida de pulso electoral, afecta en grado parecido a los votantes de toda procedencia.

Ha podido leerse en Infolibre, escrito de la mano de Jesús Maraña, periodista, escritor y tertuliano español, director de ese medio en línea que “Algunos jueces, medios y políticos colaboran en el 'todo vale' para echar a Sánchez". También en otros lugares réplicas a Maraña según las cuales “Algunos jueces, medios y políticos colaboran en el ‘vale todo’ para sostener a Sánchez. Recuerdo bien cuando en 1980 se decretó el “contra Suárez vale todo” porque el logro de los Pactos de la Moncloa el 25 de octubre de 1977, la Ley de la Reforma Política, las primeras elecciones libres de junio de 1977, la Constitución de 1978 y los avances en la lucha antiterrorista le hacían imbatible en opinión de sus adversarios que preferían competir contra cualquier otro adversario y que se rompiera para siempre el poster de Adolfo Suárez, un flecha, un chusquero descarado que había tenido la osadía de legalizar el Partido Comunista y reintegrar a Carrillo, Pasionaria, Alberti o Ignacio Gallego.

Nunca contra nadie vale todo, tampoco contra Pedro Sánchez, actual presidente del Gobierno, ni le vale todo al presidente Sánchez contra quienes han devenido sus adversarios después de haberse lucrado empotrados en su propio partido, el PSOE

Ese “vale todo” se reeditó contra Felipe González, a partir de su tercera victoria electoral, cuando se lanzó la Asociación de Escritores y Periodistas Independientes (AEIPI) con colaboraciones relevantes como la del coronel Perote, ex jefe de Operaciones del CESID antecedente del CNI o la del juez Campeador Baltasar Garzón. Pero sépase que nunca contra nadie vale todo, tampoco contra Pedro Sánchez, actual presidente del Gobierno, ni le vale todo al presidente Sánchez contra quienes han devenido sus adversarios después de haberse lucrado empotrados en su propio partido, el PSOE, o de figurar encuadrados en los partidos que le asisten en el Congreso o que le hacen allí la oposición frontal. La afirmación de que nunca contra nadie vale todo es también de aplicación a los políticos respecto a los periodistas y a los medios, así como a los medios y periodistas respecto a los políticos.

Cuestión diferente es que estas fiestas de Navidad hayan desatado una competencia de luminotecnia disparatada de modo que como dice la leyenda que acompaña la viñeta de El Roto aparecida en la edición del pasado sábado 21 de diciembre: “Las luces navideñas no dejan ver la estrella de Belén”. Ni dejan ver esa estrella, ni tampoco permiten recuperar el sentido que tenemos perdido merced a la aceleración en la que nos movemos. Recuperemos la memoria del evangelio de Lucas según el cual “Aconteció que por aquellos días emanó un edicto de parte de César Augusto en que ordenaba que se inscribiesen en el censo los habitantes de todo el orbe”. Señalaba enseguida que este primer censo se hizo siendo Quirino propretor de la Siria. Y aclaraba que se ponían todos en viaje para inscribirse, cada cual a la ciudad de su origen. De ahí que subiera también José desde la ciudad de Nazaret en Galilea a la ciudad de David que se llama Belén. Pero en un censo o empadronamiento lo primero que se echa de ver son las ausencias a nuestro alrededor. Y eso es lo que nos pasa en todas las Navidades. Vale.

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