Si hay una constante económica, al menos en Occidente, esa es el cambio, de modo que no nos referimos a la acepción cotidiana del término, ni mucho menos a la del colchón que no era de Rajoy, sino al mantra permanente de la socialdemocracia española y su timo político con el que nos engañan votación tras votación. ¿Votación? Sí, votación, porque elegir no se elige nada, que ya te dan una lista de pre-electos para más "cambio". Todos traen "cambio", lo que no traen es empleo, salvo para ellos y su clientela "de lo público", claro.
Casi ocho meses ha tardado en convocar elecciones el "doctor" Sánchez, cuya trayectoria profesional es la propia de nuestra clase política. Personaje sin oficio ni beneficio, que mintió cuando dio su bien orquestado golpe de gobierno y que, tras colocar a la parienta, o eso dicen, trajo un astronauta y una tribu gubernativa de estirpe funcionarial y currículums peculiares, experta en la acumulación de inmuebles y sociedades instrumentales para eludir impuestos. ¿Pueden semejantes relatores cambiar el paro estructural? Obviamente no.
Tras su extraña tesis, Sánchez mintió a todos: a los ciudadanos, a su partido, a sus grillados apoyos parlamentarios y a Bruselas, disparó la deuda, subió impuestos y regulaciones y nos abocó al enfriamiento económico, por no hablar de la peor TVE que se recuerde. Solo por eso, se entiende que, tan pronto se conoció la convocatoria electoral de este alegre viajero, que ha pasado casi uno de cada siete días haciendo turismo político y ha desbaratado la ley de emprendedores, subiera la bolsa y el sector automotriz respirara aliviado.
¿Y del empleo qué? ¿Tiene algo que decir el escribidor? No, de eso no ha dicho ni mu, que él está por encima de esas cosas profanas. Eso para los criados que le generamos la renta fiscal a su clase para disponer de ella según sus gustos y placeres, pero nosotros, que no tenemos nada que ver con esos vividores, sí nos ocuparemos de ello, más que nada para ver lo que nos espera, así que empezaremos por enmarcar la situación actual.
Evolución reciente
Desde que se dio el máximo histórico de ocupación, en el tercer trimestre de 2007, y mientras los políticos seguían a sus delirios, nuestra economía ha experimentado un enorme restructuración que ha significado un ajuste laboral histórico. El cambio en la composición del PIB ha sido espectacular, alcanzando la sostenibilidad macroeconómica gracias a la revolución exportadora y a los enormes sacrificios de la población, una parte importante de la cual ha tenido que afrontar esa tragedia vital que significa la emigración forzada por motivos económicos.
¿Ante esa dura realidad, con sus luces económicas y sus sombras demográficas, qué ha hecho el señorito Sánchez, flamante "doctor" en Economía? Nada, como si no fuera con él, que a estos pijo-progres les da asquito el trabajo esforzado y una vida honrada y laboriosa. O mejor dicho, lo ha puesto peor, aumentando la oferta laboral con su efecto llamada, que igual ha producido miles de muertos, y con intervenciones a peor en el mercado laboral. ¿Y este desastre de economista y gobernante quiere seguir?
El caso es que desde que comenzó la recuperación, allá por el fondo oscuro de la economía, en 2013, se requiere más valor agregado por trabajador, que estamos abocados a un futuro empresarial muy diferente, con una productividad sistémica implacable en que cada año perdido en bobadas socialdemócratas se cuenta por cientos de miles de empleos sin crear, menor recaudación, más déficits y más sacrificios futuros.
El empleo previsible
Hasta hace relativamente poco, era común, en el mundo académico español, utilizar la Ley de Okun para hacer la estimación del empleo futuro, todo un absurdo, pues dicha ley económica requiere de unos supuestos que no se dan, como demostramos en su momento. Lo que se debe hacer es estimar la Función de Empleo, que nosotros hemos hecho relacionando el crecimiento del PIB con el crecimiento de la ocupación.
Según esta función, que confirma lo dicho sobre la productividad del sistema, deberíamos crecer algo más del 1% anual para mantener el nivel de ocupación, la cual, por cierto, tras doce años, aún no ha llegado a la que teníamos en el tercer trimestre de 2007, cuando llegó a los 20.753.000 trabajadores; hoy son solo unos 19.565.000, aunque bajará porque este primer trimestre es siempre el peor del año.
La previsión de Sánchez, que dio en Davos, el paraíso de su amigo Soros, es que se crearán 330.000 empleos en 2019, lo que equivaldría a un aumento del 1.7% de la población ocupada y, aunque no lo justificó, porque los señoritos no justifican su decires, según la Función de Empleo eso requeriría un crecimiento del PIB del 2,3%, algo que no se cree nadie. ¿Piensa hacer algo para mejorar eso, trabajar sectores, regiones, ayudar a abrir mercados, etc.? No hombre, no, él va a piñón fijo con su chip y el empleo le da igual.
El robot socialdemócrata
Dentro de su programación socialdemócrata está, por supuesto, el empleo público y su negociado clientelar. Y mira, en eso ha cumplido con su gente; total, pagan los españoles. Como pueden ver en la siguiente gráfica se están poniendo morados, que la línea del mismo color se disparó como un cohete, aumentando incluso la mala tendencia que dejaron Rajoy y sus Sorayos. ¿Qué, se ve el "cambio" o no?
Donde no hay "cambio" es en el paro estacional que sufren los trabajadores del sector privado, esto es, los contribuyentes netos. Padecimiento del que se libran los de "lo público"; ante esa realidad, el señorito Garzón hizo una pausa en la defensa de sus camaradas comunistas del Caribe para fardar de que "lo público" crea empleo y, que los paganos de su vidorra de apparátchik, lo destruyen.
En esto de vivir del trabajo de los demás con el cuento de la socialdemocracia hay un verdadero ejército de aprovechados, capaces de utilizar cualquier realidad económica para dar otra vuelta de cuerda al sangrado fiscal. Ese es el caso de muchos académicos, esos que usan erróneamente la Ley de Okun, que ahora vienen a vendernos, cual novedad y como si fueran expertos, el tema de la robotización, como si lo desconociéramos, un tema más trillado que sus mantras socialdemócratas. Lo que no dicen es que hay que hacer dos cosas: una, aplicarla a fondo en el sector público y dos, trasladar esos ahorros al bolsillo de los españoles más pobres, al fomento de la natalidad autóctona y a la atención de los ancianos. Por supuesto, también son partidarios del desorden inmigratorio actual y de más impuestos indirectos, porque creen que así recaudarán más y les podremos pagar sus sueldos y sus pensiones que, visto el desastre del experimento de su cambio económico y demográfico, no se han ganado.
Ocupación versus entretenimiento
Así las cosas, seguirá la degeneración política y, ante la próxima fiesta de la partitocracia socialdemócrata, más que pensar en que haya más ocupados, estarán centrados, utilizando las televisiones y los grandes medios, en tenernos entretenidos con "Marlaska y su indulto a golpistas", "un 155 de verdad", desenterrando a Franco, borregueándonos con la Ley de d'Hondt o, como ha hecho Sánchez, ese paladín de la Ética, llamando retrógrados, corruptos y crispadores a quienes no votemos sus listas de listos, no sea que la cosa cambie de verdad.
A diferencia del "cambio" de sillas en Andalucía, lo que sí cambiará en España en 2019 es que las oportunidades de empleo serán casi la mitad de las de 2018 y que, salvo milagro, en 2020 muchos compatriotas tendrán que volver a plantearse emigrar o retrasar el regreso a sus hogares, pero eso no interesa ni entretiene a nadie, si no lo anunciarían en TVE. Así son los frutos del "cambio" y nuestra cultura del "Progreso".
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