¿Quién no recuerda el gag de Martes y Trece en el que Millán Salcedo encarnaba a la locutora Encarna Sánchez? Josema la llamaba para decirle que tenía dos hijos haciendo la mili en Móstoles y que estaba friendo unas empanadillas mientras escuchaba el programa. La cosa se iba liando y al final lo que se freía era a Encarna, las empanadillas hacían la mili, Móstoles se quemaba y la oyente no tenía radio. Bueno, pues en medio de esta aburridísima campaña catalana en la que los de siempre dicen lo mismo con la chulería de siempre, el denominado científicamente candidato socialista se nos ha revelado como el empanada-Illa. Ese Illa empanado igual dice que pactaría con Puigdemont como al poco asegura que de eso nada. Es un señor gris que asegura que está para poner paz. El mismo que fue ministro de un Sánchez que se jacta de levantar muros, que descalifica como fachosfera a los periodistas que no son de su cuerda, que amenaza con querellas al director de un medio, Bieito Rubido, que se ha sacado de la manga lo del bulo cuando ha sido él quien más ha mentido en estos años. El Illa de las mascarillas, un asunto del que no se habla porque para. El Illa del socialismo amnistiador, indultador, blanqueador de golpistas, de bilduetarras, de comunistas de colmillo retorcido.
Lo de Illa es lo mismo que el gag de Martes y Trece, tiene miedo de que se le quemen las empanadillas. Sánchez no puede permitirse otro pinchazo. Y uno se pregunta ¿tiene Illa dos hijos haciendo la mili con Puigdemont, no sea que se le queme Sánchez? El repeinao que luce últimamente Illa ¿se lo ha hecho una vaca después de pasarle la lengua por el pelo? ¿La empanadilla de Illa es Autodeterminable? Y si lo es, ¿quién la autodeterminará? ¿Hacen empanadillas las CUP y, caso de ser así, son de tofu por aquello de lo ecosostenible? Y los Comuns ¿creen que Colau está empanada o no?
Lo de Illa es lo mismo que el gag de Martes y Trece, tiene miedo de que se le quemen las empanadillas. Sánchez no puede permitirse otro pinchazo
Todo es intrigante, pero nada parece que vaya a cambiar por más que PP y Vox estén haciendo una buena campaña. Nadie, ni jarto vino, cree que puedan obtener una mayoría para poder revertir este régimen viejo, carcomido, con olor a cerrado que arrastramos desde aquellos tiempos en que Pujol, encaramado al balcón de la generalidad, aullaba que el gobierno de Felipe había cometido una acción indigna. Va ser difícil que gire la tortilla y a lo más que se puede aspirar es que PP y VOX crezcan y la opinión de los que no cuentan ni para TV3 ni para nadie en esa costosísima broma privada que es la Cataluña separatista tenga mayor altavoz. También les diré que si los constitucionalistas en vez de ir a la greña – lo mismo digo en el conjunto de España – fueran a una, giraría la tortilla, la sartén, el cocinero e incluso la cocina. Los únicos que podrían romper esta maldición serían los de la empanadilla de Illa, pero ya se sabe – escribí un libro sobre eso, “PSC: historia de una traición” – que esos socialistas son de todo menos de izquierdas, que sus votantes son más crédulos que Caperucita y que les han lavado el cerebro con centrifugado incluido de modo que nada que no lleve el puño y la alcachofa tiene sentido para ellos.
No espero nada de estas elecciones más que quienes defienden la libertad e igualdad entre españoles mejoren sus resultados y que Illa no gane las elecciones. La empanada-Illa de Móstoles, al final, lo único que provoca es un pan como unas hostias. Y carcajadas melancólicas por lo que pudo haber sido y no fue.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación