Opinión

Enredo de pitos

La editorial, dado cierto revuelo provocado por el bodrio antiinfantil, ha tratado de justificarse diciendo que el librito no es para niños, sino para adultos

Recuerdan ustedes, con toda seguridad, los libros para colorear de nuestra infancia. Tenían una página con un laberinto cuyos túneles debíamos seguir cuidadosamente con un lápiz de color,  hasta encontrar la salida, que con frecuencia conducía de regreso a la casa de la infancia (la única que hay, verdaderamente) o a un sitio moralmente limpio, ya fuera por su belleza estética o su valor cultural. ¿Recuerdan nuestra inocencia, nuestras risas al ganar, es decir al llegar antes que otros compañeros de juego al final del laberinto?

Por desgracia, sólo pude disfrutar de estos libros pocos años. Porque. En cuanto la Gran Revolución castrista se asentó en el poder,  lo primero que hizo fue convertir la educación en descarado adoctrinamiento. Todo, hasta el, antes, más inocente dibujo o texto dedicado a divertir o educar a los niños, se convirtió en una pieza ideológica al servicio de la Gran Revolución. Ya no había espacio alguno para la recta docencia, ni para inocencia, todo se convirtió en siniestra matraca castrista.   

Bueno, tengo la impresión de que lo mismo está sucediendo, guardadas las debidas distancias, en la España sometida a la dictadura woke y  mujerista. Ya pueden descubrirse los síntomas de la infección wokista en el mundo relacionado con la formación de los niños. Véase un folleto (no vamos a llamar libro a eso) para colorear, publicado recientemente. En las páginas que pude ver gracias a la prensa, aparecen dos monjas “haciéndose unas pajillas”, que diría Santiago Segura, y uno de esos laberintos que dibujábamos en nuestra ya, ay, lejana infancia. Pero. Como vivimos en los demenciales tiempos wokistas, el laberinto ha cambiado mucho, se ha adaptado a la miserable época que nos ha tocado vivir.

La editorial que ha publicado el adefesio, a la luz de ciertas críticas en las llamadas redes sociales, ha dicho que no es un folleto para niños, que fue un error calificarlo de infantil

A ver si acierto a describirlo. El laberinto, otrora cosa de niños sanos, quiero decir fuera del alcance de los ideólogos woke, está formado por órganos sexuales masculinos, que por su grosor pertenecen sin lugar a dudas, a personas adultos. Pero salen de cuerpos infantiles, y se enroscan unos con otros hasta conformar el susodicho laberinto que viene a suplantar el de los inocentes juegos de nuestra infancia. Yo lo veo todo muy pedófilo, pero seguro son cosas mías. La editorial que ha publicado el adefesio, a la luz de ciertas críticas en las llamadas redes sociales, ha dicho que no es un folleto para niños, que fue un error calificarlo de infantil, que es un folleto para adultos. Algo difícil de creer, porque si ese fuera el caso, ¿cual es la razón de que los dibujos sean obviamente dibujos para niños? Dibujos como los que toda la vida se han usado para libros de colorear infantiles.

Los libros para colorear de los niños del mundo woke, nada tienen que ver con los de nuestra infancia. El wokismo, como todo lo que toca, los ha puesto al servicio de la ideología, del adoctrinamiento, y del lavado de cerebro

Pero me desvío. Volvamos al laberinto. Enredo de pitos se titula. Y muestra a cinco niños dueños de las gigantescas pollas o pitos que conforman el laberinto. Y eso no es todo, uno de los niños tiene tetas y es difícil determinar si es una niña con polla o un niño con tetas. Pero, supongo que ya metidos en el basurero, no eso importará mucho. Y aún falta lo mejor. El premio de este laberinto de pitos consiste en encontrar qué pito o polla termina en el ano de un bebé a cuatro patas. Y digo bebé porque tiene hasta un rizo coronando su cabeza, que es lo más socorrido si se quiere dibujar un bebé.  

Desgraciadamente, como ven, los libros para colorear de los niños del mundo woke, nada tienen que ver con los de nuestra infancia. El wokismo, como todo lo que toca, los ha puesto al servicio de la ideología, del adoctrinamiento, y del lavado de cerebro. ¡Ahora los laberintos de esos libros no están formados por caminos sino por pollas. ¡Pollas de niños ya adultos!

Y el texto que acompaña a esta “Actividad”, como se le describe en el folletín o librito, tampoco tiene desperdicio:

¡Enredo de pitos! Alguien está teniendo coitos anales consentidos con el joven Bartolomé, pero ¡oh, no! los pitos se han enredado entre sí. ¿Puedes ayudar a Bartolomé a averiguar quién le está conociendo carnalmente por detrás?

Bartolomé es el Bebé a cuatro patas. Y quiere saber quién lo está “conociendo carnalmente por detrás”. Hombre, es lo menos que uno quiere saber en esos casos. Y el ano le hace ¡Pop! cuando uno de los pitos de sus amiguitos lo enchufa. Todo muy infantil, como es evidente.

La editorial, dado cierto revuelo provocado por el bodrio antinfantil, ha tratado de justificarse diciendo que el librito no es para niños, sino para adultos. Una mentira descarada que, en caso de no serlo, hace todo el asunto mucho más sórdido, porque en ese caso el librito sería a fin de cuenta un librito dedicado a un público de pedófilos.  

Ah, la España wokista y progre, qué estercolero.

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