Opinión

Entre la mayoría y la pared

Sánchez se pasa el día gritándole al PP que acepte “lo emanado de las ur

  • Begoña Gómez y Pedro Sánchez.

Sánchez se pasa el día gritándole al PP que acepte “lo emanado de las urnas”, como si la pesoe hubiera ganado las elecciones generales. A eso se le puede llamar negación de la realidad o también tener más cara que espaldas, ustedes mismos. Pero es él quien niega la aritmética parlamentaria no entendiendo que sus apoyos son tan contradictorias que le resulta imposible gobernar la nación. No aprueba una ley ni a tiros y mucho menos los presupuestos, que era un requisito imprescindible para gobernar como le decía Sánchez a Rajoy en su día. Sirva como ejemplo el hecho de que pactar con Esquerra lo indisponga con Junts, y mientras el acuerdo con Aragonés podría llevar a los socialistas a la presidencia de la generalidad podría causarles problemas en el Congreso al faltarles los siete votos de Puigdemont que le son tan necesarios. Porque a Sánchez le viene de un voto, de uno solo.

Si el PNV, en lugar de ser un partido aprovechategui, insolidario, carlistón y semejante al corro de beatas criticonas que igual te saludan zalameras que te ponen a caer de un burro a la que te das la vuelta, tuviera sentido de la política se desligaría del sanchismo y pactaría con Feijóo una moción de censura. Este es el momento: Sánchez arrinconado en el frente familiar con los escándalos de su esposa y su hermano, en el judicial ante la firmeza demostrada por la judicatura respecto a las tropelías de la ley de amnistía o el fiscal general de Sánchez, incluso por el lado europeo donde están empezando a ver la nula seriedad del gobierno.

Así están las cosas para Sánchez. Su cuerpo se encuentra entre la mayoría en el congreso y la pared de tener que decir que se va

Y como tantas veces hemos escuchado en boca de Sánchez que no importaba quien ganase las elecciones, sino quien tuviera la mayoría en la Cámara para intentar tapar así su felonía al aliarse con la proetarra Bildu, la extrema derecha de Junts, los golpistas de Esquerra o los comunistas segadores de libertades y derechos, ¿quién podría negarle al ganador de las generales que pactase con el PNV? Sabemos que existe el obstáculo de VOX, pero también sabemos que la flexibilidad de los herederos de Sabino Arana supera con creces la del mejor contorsionista circense. En política hay ocasiones en las que los sapos pasean delante de tu casa y hay que comerse alguno que otro a fin de bien. Sánchez cree que con las vacaciones la cosa escampará, pero no es cierto. Tiene por delante acabar de negociar con ERC que Illa sea presidente y si estos entrarán en el gobierno o se mantendrán fuera presionando a cada paso al pesecé. Tiene a Puigdemont que lo tiene clarinete: o manda él en Cataluña o Sánchez no podrá mandar en España. Y, lo más importante, tiene que declarar ante un juez que ha dejado claro que de redacciones y cartas no se fía y que, aunque sea desplazándose a Moncloa, quiere verle la cara al marido de Begoña Gómez cuando le tome declaración. De otros asuntos tanto o más graves mejor no hablar porque esto es un artículo y no un libro. Pero muchos son.

Así están las cosas para Sánchez. Su cuerpo se encuentra entre la mayoría en el congreso y la pared de tener que decir que se va. Si sería para que otro ocupase su lugar – Dios no lo quiera – o para convocar elecciones, que sería lo más lógico no se sabe. Pero a pesar que cada día que pasa es un día más de presidente, también es un día menos en el cargo. ¿Podríamos estar ante un fin de ciclo? Todo depende de factores muy distintos. Por eso opino que, entre tantos, malo será que no haya uno que no pueda aprovecharse.

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