La ratificación por parte de un Tribunal Supremo dividido –por tres votos a dos- de la condena a la cúpula del PSOE andaluz por dilapidar miles y miles de millones de dinero público en un entramado dedicado a captar votos y mantener el poder socialista en Andalucía –aparte de quienes se lucraron a título individual y se jactaron de tener “billetes como para asar una vaca"- es un nuevo golpe a Pedro Sánchez apenas unas horas después de renovar el partido y ponerlo, supuestamente, en condiciones de afrontar las elecciones de 2023.
La sentencia apunta directamente a Pedro Sánchez, que en 2016 apostó por “la honestidad” de José Antonio Griñán y Manuel Chaves, hoy condenados por conocer la “palmaria ilegalidad” del sistema de los ERE. José Antonio Griñán, si no hay indulto, deberá ingresar en prisión. Manuel Chaves es todo un presidente del PSOE condenado. Magdalena Álvarez, una exministra, también.
Esta sentencia es un misil en la línea de flotación del argumentario que durante años han sostenido los principales ataques –con razón- del PSOE contra el PP: la corrupción. La Gürtel, Lezo, Púnica, Ignacio González, Rodrigo Rato… desfilaban por los tribunales para oprobio de la dirección del PP de turno y para dar munición al PSOE y a Podemos: el PP era el partido de la corrupción. Desde hoy, ya no está solo.
Ahora, con la sentencia del Supremo y la condena a Chaves, Griñán y Álvarez, el PSOE comparte esa deshonra, con el añadido –además- de que el sistema de los ERE dilapido una montaña de dinero público que supera –de largo- la suma de toda la corrupción conocida del PP. Ahora, el argumentario del PP será claro: si Camps tuvo que dimitir por unos trajes, ¿qué ejemplaridad puede esperarse de este PSOE?
Además, Sánchez acaba de ascender a número dos del partido a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero que, durante la época en que el PSOE andaluz repartía los ERE a siniestro por toda la comunidad, era parte del Gobierno como consejera de Sanidad. ¿Con qué cara va a comparecer Montero en Ferraz a reprochar nada al PP cuando ella ha compartido mesa de Gobierno con Chaves y con Griñán?
Esos seres de luz que forman parte de Unidas Podemos y que caminan por la política sin salpicarse por las cloacas ni por los escándalos".
Pero, también, la sentencia del Supremo debería servir para que esos seres de luz que forman parte de Unidas Podemos y que caminan por la política sin salpicarse por las cloacas ni por los escándalos, pongan algún pero a gobernar en coalición con un partido cuyo expresidente acaba de ser condenado. En este caso, el argumentario de los morados ya es sabido: la Justicia española está copada por las fuerzas del mal y el contubernio conservador. Nada nuevo bajo el sol de lo que dicta Pablo Iglesias.
A Mariano Rajoy y al PP, una línea introducida por un juez en una sentencia –en un momento procesal en el que no cabía tal consideración- le acabó costando el Gobierno a través de una moción de censura a la que se lanzó, el primero, el PNV. Seguro que hoy, los nacionalistas vascos harán la vista gorda y utilizarán la sentencia del Supremo para subir la apuesta de su apoyo al Gobierno de Sánchez.
Un Gobierno cuyo partido tiene, desde hoy, a un expresidente condenado en firme y a un expresidente de la Junta a punto de ingresar en prisión por consentir una maquinaria que dilapidó cientos y cientos de millones para conservar el granero de votos del partido. Desde hoy, el PSOE tiene que buscar nuevos argumentos para atacar al PP: el de la corrupción ha sido borrado por los jueces del Alto Tribunal que, a la vez, con su sentencia, demuestran que a Sánchez hace tiempo que se le acabó la baraka. Aunque bien visto, podría haber sido peor: la sentencia –si hubiera salido como estaba previsto en mayo, en plena campaña electoral- podría haber acabado con el PSOE en Andalucía de manera definitiva.
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