Opinión

Errejón, sin testigos

Confiaban en él, en su lucha feminista. Y las ha engañado

La suerte para Íñigo Errejón es que, en la habitación en la que estuvo con Elisa Mouliáa, no había nadie más que ellos, a no ser que nos hayamos perdido algo y hubiera organizada una orgia, entonces sí que podríamos encontrar alguna versión de apoyo a uno u otro. Por lo tanto, ante el juez -que les ha dado un plazo que finaliza el jueves para presentar testigos- los testigos difícilmente van a poder dar fe a las palabras del ex político Errejón o de la actriz Mouliáa porque los hechos denunciados se produjeron en una habitación, en septiembre de 2021, en la que sólo estaban ellos. ¿Qué gana Elisa Mouliáa denunciando ante la justicia por agresión sexual a una persona pública? Creo que nada con lo que supone el calvario judicial y testifical.

Entonces, al margen de lo que tienen que probar uno u otro ante los juzgados de Plaza Castilla -él que hubo consentimiento, ella que no quería relaciones- y lamentando las dificultades para creer a uno u otro, lo importante es centrarse en que Iñigo Errejón dimitió reconociendo comportamientos machistas inapropiados. Que su jefa, Yolanda Díaz, pidió disculpas por actuar tarde, que lo fulminó. Lo fulminó cuando aparecieron testimonios anónimos de mujeres que, aunque no han querido denunciar ante la policía, alertaban de vejaciones, de comportamientos excesivos, obscenos, no consentidos por parte del fundador de Podemos, Mas Madrid, portavoz de Sumar. Murió el 24 de octubre su carrera política, su defensa de la mujer en público mientras que en privado hay voces que alertan de actuaciones no consentidas. La suerte que tuvo el líder de la extrema izquierda, tras su pésimo comunicado de renuncia política, renuncia de la vida pública, fue la catástrofe con la Dana que arrasó a los valencianos dejando más de 200 muertos, el pasado 29 de octubre. Los informativos, los programas dejaron en el cajón del olvido a Errejón porque la horrorosa actualidad mandaba. Respiro para Errejón, para su familia, su entorno. El calvario hubiese sido mucho peor.

La hipocresía como norma

Mientras salimos de dudas ante los testimonios que puedan aportar uno y otro para apuntalar sus versiones, es importante subrayar el cambio que, poco a poco, se está gestando en la sociedad, que pese a las dificultades de algunas mujeres para probar estos hechos, se están rompiendo barreras ante los grandes, sean políticos, artistas o futbolistas. Perder el miedo no es fácil, ser señalada, tener que buscar todas las pruebas posibles cuando estás rota por dentro, cuando han violentado lo más íntimo, sagrado. Recordemos el caso de Dani Alves, la gran actuación de la discoteca donde sucedieron los hechos que sirvieron para probar la denuncia de una joven que había sido agredida sexualmente por él.

De los comportamientos violentos, de las agresiones sexuales, de las actitudes excesivas de los poderosos difícilmente se salvan sectores como la cultura, la política o el deporte. No obstante, el caso de Errejón es más lamentable porque sus palabras, sus discursos, su lucha ideológica contra al machismo, contra la violencia de género era creíble. Le votaban por ello, confiaban en él, en su lucha feminista. Y las ha engañado. Quizás en algún momento valore pedir perdón por su comportamiento, por sus actos, sus equivocaciones, incluso estando en pareja. Iba de modelo y de ejemplar. A otros toca demostrar si hay delito. Jueces hay en España.. Casos como aumentan los índices de desconfianza en estos gobernantes que actúan en contra de lo que predican, que engañan, aquellos que en la tribuna lanzan un discurso con el que llegan al poder mientras que en la intimidad de su habitación hacen todo lo contrario. Si es hipocresía o delito lo decidirá el juez que lleva el caso.

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