Opinión

La escalera, la rampa y los tipos

Una cosa es subir un escalón para salvar una altura y otra muy distinta una pendiente que no se acaba. Lo primero supone un esfuerzo temporal, directamente proporcional con la

Una cosa es subir un escalón para salvar una altura y otra muy distinta una pendiente que no se acaba. Lo primero supone un esfuerzo temporal, directamente proporcional con la altura a salvar. Lo segundo, un desgaste a largo plazo que puede acabar con el más preparado.

Se preguntarán de qué estoy hablando, aunque asumo que ya los habrá que lo hayan captado. Hablo, una vez más, de la inflación y de su naturaleza. Este debate, en mi opinión muy interesante, aún colea, a lo que ha ayudado los anuncios de cambios en los vientos de la política monetaria, con Estados Unidos a la cabeza y su derivada británica a continuación.

Lo que para muchos es un ejemplo de un cambio claro de la percepción que los bancos centrales tienen sobre la situación, y sobre la inflación, en mi opinión, lo sucedido encierra esencias más complejas. El episodio actual de subida de precios sigue descansado en fundamentos claramente temporales. En las últimas semanas, precios tan relevantes como el del crudo o el del gas natural han caído en los mercados internacionales, desde máximos, un 12 y un 42 % respectivamente, lo que terminará por relajar precios finales en pocas semanas y, por ello, notarse en una inflación que hasta ahora, y en especial en Europa, ha descansado principalmente en productos energéticos importados. Ante esto, las medidas tomadas, además de muy necesarias en países como EEUU, tratarían no tanto de evitar que la subida de precios de estos suministros se mantuviera, sino que forzaran a la inflación (vías expectativas) a transformarse en otra cosa. Pasar del escalón a una pendiente.

Desde 2008, los responsables de los bancos centrales tratan de guiar las expectativas mediante palabras, frases, comentarios que saben tendrán efectos sobre los mercados

Los bancos centrales son, entre otras muchas cosas, agencias de comunicación. Desde 2008 (aunque esto ya lo hacía con anterioridad) los responsables de estas instituciones tratan de guiar las expectativas mediante palabras, frases, comentarios que saben tendrán efectos sobre los mercados y los agentes. Con ello buscan dirigir dichas expectativas sin necesidad de ser excesivamente intervencionista en los mercados. Por intervencionista me refiero a subidas o bajadas más que proporcionales de tipos (recuerden a Volcker a principios de los 80). Comunicar es importante para dejar claro lo que harán, exterminando de raíz cualquier expectativa que pueda ser negativa. Comunicar es, pues, una labor muy relevante de los bancos centrales.

Ejemplos tenemos varios a lo largo de la historia, pero ninguno como aquel "what ever it takes" del idolatrado Mario Draghi. Aquellas palabras retumbaron cual Gandalf haciendo frente a la criatura Balrog en los mercados internacionales. La economía financiera global se zarandeó y en Europa despertamos de una pesadilla que se había prolongado, innecesariamente, varios años. Aquel aviso fue importante para la conformación de unas expectativas que se alinearan con la recuperación económica. Y vaya si lo hizo.

Ahora bien, como suelo explicar en clase, los avisos o amenazas de los bancos centrales deben ser creíbles, si no, este tipo de mensajes no cala. Como unos tutores que amenazan a los pupilos con consecuencias ante actos reprobables sin que nunca se lleguen a producir, los bancos centrales que "amenazan", pero no actúan, están condenados a verlas pasar y no tener control de expectativas sobre mercados y precios. Las reglas deben ser pocas, pero claras y evidentes. Y cuando se anuncia que se va a actuar, se hace. Si no, pasará como aquellos que son incapaces de controlar por falta de autoridad a quienes supuestamente deben dirigir.

Lo primero que hace Powell es decir que "quizás la inflación no es temporal". Esto, usando un traductor de lenguaje y verborrea de banquero central significa sencillamente que "te voy a subir tipos"

Y esto es lo que ha hecho Jerome Powell. Como me comentaba Alicia Coronil, economista jefe de Singular Bank hace unos días en una reunión, en el momento en que Powell se asegura un segundo mandato tiene vía libre para actuar. Y lo primero que hace es decir en público que "quizás la inflación no es temporal". Esto, usando un traductor de lenguaje y verborrea de banquero central significa sencillamente que "te voy a subir tipos".

Dicho y hecho. La semana pasada se anunció la subida para 2022, algo esperado, sobre todo después de aquellas palabras de Powell. Su objetivo principal no es tanto subir los tipos para rebajar la inflación, que también, sino asegurarse que las expectativas no terminan de mutar, que la inflación no cambia de naturaleza. Acabar antes de que se conforme con la idea de que la inflación será permanente. Y el mensaje es claro. Y si la inflación retorna a niveles inferiores en los próximos meses será una confirmación de tales preceptos. Si aún así no fuera suficiente, la reacción de la Reserva Federal deberá ser más agresiva de lo anunciado, y las consecuencias negativas mayores. Si se llegó tarde, lo pagaremos. Si se hizo en su momento, todo será más fácil.

Y es que los cambios acaecidos en el transcurso de la pandemia, muchos de ellos ajenos a la economía y otros no tanto, han alterado los precios relativos con la consecuencia conocida de un repunte de la inflación: el escalón. Powell esta semana ha dicho (con actos) que no permitirá que dicho escalón se convierta en una pendiente. Esperemos, porque de lo contrario tendremos que dedicar mucho esfuerzo en subirla.

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