Vivimos continuamente en el enfrentamiento y hay que posicionarse. La equidistancia parace ser más grave que cualquiera de los pecados capitales. Incluso me atrevería a decir que la equidistancia es algo totalmente inexistente para muchos: si defiendes una cosa, automáticamente significa que apoyas la contraria.
Te levantas una mañana. Otra guerra en una parte del mundo a la que la mayoría de nosotros no ha ido y nunca irá. Pero hay que tomar parte. Hay que estar machacando a diario con los muertos de unos y las bombas de los otros. Es que están muriendo niños. Es que mueren mujeres. Es que mueren civiles. Es que... Jopetas, qué feo es eso de la guerra.
Perdonadme que tenga que ser yo la que os lo diga, ya que ni siquiera en la televisión de todos y para todos tienen la decencia de contar las cosas como son: en una guerra muere gente. Incluso los soldados son personas. Nunca imaginé que las guerras que nos contaba Gila sirvieran para otra cosa que para hacer chistes: “¿Es el enemigo? Que se ponga. ¿Ustedes van a avanzar mañana? ¿A qué hora? Es que a las 7 estamos todos acostados... ¿Y no podrían avanzar por la tarde?”
He escuchado y leído a políticos y a algunas personas que se hacen llamar a sí mismas periodistas, e incluso corresponsales de guerra, con discursos aún más ridículos que la infantil y cómica visión de la guerra de Gila.
Pero lo importante en realidad no es si mueren niños, mujeres o civiles ni cuántos. Lo importante de verdad es a quién votas, para saber a quién tienes que apoyar.
El infiel eres tú y también Yolanda Díaz, aunque ella esté encantada de hacer su papel de liberadora del mundo, mientras se reparte los sillones con Sánchez
Si fueramos medianamente cabales, tendríamos que hacerlo al revés: examinar a quién apoyan los políticos, para saber a quiénes tenemos que votar. Parece mucho más lógico posicionarse a favor de una gente que vive en democracia, igual que tú, donde las mujeres pueden ir por la calle en mini falda sin que las lapiden, donde se puede discrepar del Gobierno y existe debate político, antes que defender un territorio ocupado y dominado por terroristas, donde si una mujer no se cubre la cabeza de la manera correcta, con un puñetero pañuelo, se la apaliza hasta dejarla en muerte cerebral y donde los niños con 7 u 8 años juegan en la calle a asesinar infieles (por cierto, por si no lo sabes, el infiel eres tú y también Yolanda Díaz, aunque ella esté encantada de hacer su papel de liberadora del mundo, mientras se reparte los sillones con Sánchez).
Las guerras serían mucho más sencillas si simplemente las redujéramos a lo que son: los malos contra los buenos. O los que nos parecen menos malos. Pero tenemos que empeñarnos en ponerle a todo etiquetas, de manera que no sea tan sencillo identificar quiénes son los malos.
A pesar de las ampollas que pueda levantar el decir esto: no tengo pesadillas por las noches con los caídos en Gaza o en Israel, ni me despierto cada mañana dedicando mis oraciones para que no vuelen sus hospitales por los aires. Sí, soy una persona horrible. Tanto como lo serás tú dentro de unos meses, cuando ya no te acuerdes de Israel. Tanto como lo son todos aquellos que nos daban la murga con Ucrania un día sí y otro también y parece que ahora no se quieren enterar de que allí siguen en guerra. Sí, sigue muriendo gente. Es una guerra. Una guerra como las 58 guerras que hay activas en el mundo ahora mismo. Sacando de la ecuación la lucha por el narcotráfico y el crimen organizado, podemos reducir la lista a 23 conflictos bélicos que involucran a 30 países y que han provocado la muerte de 7 millones de personas en total, más de 100.000 muertes en lo que va de año.
¿Y de verdad me tengo que posicionar en esto de Israel? ¿Por qué me tiene que importar más que Ucrania, Rusia, Yemen, Siria, Somalia, Mali, Nigeria, Haití...? ¿Acaso nos cuentan en los medios de información todas las guerras que están teniendo lugar ahora mismo en el mundo, donde, curiosamente, el mayor denominador común son los grupos islamistas?
Llegan a este país en pateras, previo pago de varios miles de euros, para ser acomodados en hoteles y con todos los gastos pagados. Sin embargo, a Irene Montero le quitan el sueño mi abuelo y mi padre, que en paz descansen
Me preocupa mucho más que desde que tenemos este Gobierno tan progresista y tan preocupado por la libertad de otros, España ha pasado de ser el quinto país más seguro del mundo para vivir siendo mujer, a ocupar el puesto 22º. Me preocupa que, a la luz de estos datos, la todavía ministra de Igualdad siga insistiendo en echarle la culpa a mi padre y a mi abuelo, tachándolos de machistas y violadores, en lugar de pensar que a lo mejor algo que ver en esa tremenda inseguridad y violencia que sufrimos las mujeres tienen aquellos que acostumbran a casar a niñas de 8 años con señores de 40, que enseñan a los hombres cómo tienen que pegar a sus mujeres, que campan por nuestras calles creyendo que tienen todo el derecho del mundo para llamarme puta o violarme en grupo, porque voy con mi melena al viento, y que llegan a este país en pateras, previo pago de varios miles de euros, para ser acomodados en hoteles y con todos los gastos pagados. Sin embargo, a Irene Montero le quitan el sueño mi abuelo y mi padre, que en paz descansen.
A mí me preocupan mucho más los idiotas que siguen soltando aquello de “yo no soy machista ni feminista”, al igual que los imbéciles que pretenden que creamos que todas las mujeres somos seres de luz o que todos los hombres son la bondad personificada. Esto es lo que pasa cuando las guerras ya no se hacen de buenos contra malos, sino que se empeñan en hacerlas de mujeres contra hombres: que algunas personas son tan estúpidas como para olvidar que por supuesto que hay personas horribles capaces de hacer monstruosidades, independientemente de lo que tengan entre las piernas.
Todos en peligro
No queremos ver que siempre ha habido y habrá cavernícolas a los que la palabra machismo se les queda corta y que hay mujeres que están tan trastornadas y tienen tanta maldad como para dañar a sus propios hijos o llamar violador a mi padre y ponernos a todos en peligro, (porque no hay nadie a salvo, ni hombres ni mujeres), si con ello se llenan los bolsillos.
Espero que sepáis disculpar que la guerra que a mí me importa es en la que me juego la vida que tanto amo y que mi enemigo es aquel que la pone en peligro. Pero, hoy por hoy, por mucho que se esfuercen en tratar de imponerme a quién tengo que odiar, aún soy libre de escoger mis guerras.
visifuz
A mí me interesan esas guerras por la influencia que pueden tener en mi vida. Especialmente la de Ucrania y la de Israel, aunque de alguna manera (algo cansina) todo acaba siendo siempre la misma guerra, pues acostumbro a encontrarme a los mismos enfrente. Pocas veces puedo presenciar que alguien, a la vista de lo sucedido en tal o cual cuestión, decida salir de una trinchera y entrar en la otra, y actuar en función de su conciencia, y es agotador.
Urenga
Como cuenta de él mismo RubenE más abajo, ahora mismo me he puesto en pie y estoy aplaudiendo, ante el desconcierto de mi familia :-)
mamaSofi
Estupenda y arriesgada opinión; hasta los tacones de tanto buenzao.
Petrarca
¡Bravo, Rosa Martínez¡ Estoy totalmente de acuerdo contigo. Cuando te leo se me ilumina la parte oscura que se me mete dentro del cerebro cuando leo a según qué indocumentado. Por supuesto, siempre con un país donde puedes protestar o ser mujer. Siempre con Israel frente a la barbarie del Islam.
zaragozanoo
No tengo palabras para definir este artículo. Impresionante
Joan C
El problema migratorio solo se solucionará cuando los políticos que apoyan la inmigración vean reducidos sus votos (como está pasando en Suecia, Alemania etc). o cuando los muertos de los atentados terroristas sean políticos y no ciudadanos da a pie ). Hasta ahora los muertos del 11M, del metro de Londres, de los atentados de París eran trabajadores y esas muertes no importan a los políticos, como tampoco importan el aumento de las agresiones sexuales, de los robos con violencia o de las "okupaciones" ellos no sufrenel multiculturalismo. A los buenistas que critican que no hay que vincular inmigración con delincuencia, solo hace falta que se pasen por los juzgados de guardia (en Barcelona el 80% de los detenidos son extranjeros). Sin que por ello haya que poner en un mismo saco a otros muchos inmigrantes que trabajan y son buenas personas. Pero si importas una subcultura que impide que Africa (que es el continente con mayores recursos naturales) siga en pleno subdesarrollo lo único que se consigue es el empobrecimiento del país. Pedro Sánchez ha nacionalizado a 175.000 marroquíes, ha presionado a estamentos deportivos para que la sede del Mundial de fútbol la comparta España con Marruecos, cosas del Pegasus.
RubenE
No me ves, pero estoy aplaudiendo de pie. Siempre con la civilización y en contra de la barbarie. Y como barbarie se asimilan los que están destrozando nuestras instituciones, nuestras reglas básicas de convivencia ( igualdad ante la justicia y punitividad ante los incumplimientos de las leyes) y a los que defienden, pactan o blanquean a los asesinos y terroristas (nacionales y del extranjero) y a las dictaduras de comunistas, autócratas o fanáticos religiosos). Con una purria así, es fácil elegir bando. Enhorabuena por el artículo Rosa
Aleluyo
Un artículo genial.
Susanam
Pues se ve que ya he e,ejido. Le recuerdo que no todos los musulmanes son extremistas chiies
José
¡Enhorabuena por este artículo! Verdades como puños que demuestran en la hipocresía que vivimos en España y en Occidente en general. Mientras haya periodistas como Rosa, hay esperanza.
vallecas
Pues esto no ha hecho mas que empezar Dª Rosa. Ayer el PSOE apoyó que esto siga y se incremente. Apoyó al "tumor" Sánchez y todos los "virus" que vienen con él. Ya sabe, comunistas, terroristas, golpistas, odiadores de España. Esto es de vital importancia. El PSOE es un actor importantísimo en España, tiene el suficiente peso para escorar el barco que es España y hacerlo naufragar. Estamos transitando por arenas movedizas y si alguien no lo remedia nos dirigimos al precipicio. El PSOE ha puesto rumbo directo hacía él.