Opinión

Escudo y flecha: El gran golpe de Israel contra la Yihad

La violencia es cíclica y recurrente, y los palestinos son el paraguas sobre el que se escuda el antisemitismo internacional

La muerte de un preso a causa de una huelga de hambre despierta, casi siempre, la simpatía instantánea entre la mayoría de las conciencias que dicen ser defensoras de los derechos humanos en las sociedades libres. Utilizada como método de reivindicación entre los presos, que buscan satisfacer sus demandas por la vía del chantaje, la huelga de hambre provoca no pocos dilemas a nivel ético, deontológico y también legal.   

A principios de este mes de mayo moría por inanición en una cárcel israelí (en la de Nitzan), tras negarse a recibir alimento ni asistencia médica alguna durante 86 días, Khader Adnan, conocido como el guerrero del estómago vacío por haber utilizado la huelga de hambre como medida de presión para obtener la libertad cada una de las trece veces en que fue encarcelado. La propaganda palestina lo presentaba en los medios como un hombre afable, rodeado de su familia, mientras que para los parlamentarios árabes israelíes era un héroe, porque sólo un alma noble puede entregar su vida por algo más grande como es la reivindicación de una causa justa. Pero el diablo suele estar en los detalles, y lo que la letra pequeña de la narrativa omite es que, este amante padre de familia según la mitología del martirologio palestino, era un alto miembro de la organización terrorista Yihad Islámica.

La represalia en forma de tiroteos, lanzamientos de misiles desde Gaza y los disturbios en las calles y las cárceles son un patrón de conducta

Acostumbrados al chantaje emocional y a la presión internacional para forzar a la dirección de prisiones, a la Corte Suprema y al gobierno israelí a acceder a sus demandas, los presos palestinos y las organizaciones que les apoyan – fundamentalmente el Fondo de Mártires y Prisioneros de la Autoridad Palestina- acaban de sufrir un revés ante un gobierno que, aun cumpliendo con todos los procedimientos médicos requeridos y la supervisión de la Cruz Roja, no ha cedido al chantaje y ha optado por respetar escrupulosamente la voluntad del preso y su determinación de llegar hasta sus últimas consecuencias. Tolerancia cero con las huelgas de hambre y los disturbios contra la Seguridad en las cárceles, porque, como señalaba el Juez militar de la Corte Suprema de Apelaciones, el teniente general Menachem Lieberman, “quien es dueño de su cuerpo debe también aceptar las posibles consecuencias de sus acciones, y un Estado democrático y reformado no puede ser rehén de una persona que amenaza con dañarse si no se accede a sus demandas” (Ynet, 2/05/2023). Criminales convictos convertidos en mártires por una narrativa cognitivamente disfuncional y disociada, que son enterrados con todos los honores porque, ante el fracaso de su desacreditada causa, los enemigos de su propia comunidad adquieren el protagonismo mediático por cuenta de quienes viven del negocio de romantizar la fusión entre violencia y política.   

Los incidentes terroristas contra la población israelí desde principios de año son alarmantes. Y como cualquier excusa es buena para incrementar y justificar el nivel de tensión, como era de esperar, la represalia en forma de tiroteos, lanzamientos de misiles desde Gaza y los disturbios en las calles y las cárceles –hay aproximadamente 460 miembros de la Yihad Islámica presos en cárceles israelíes- son un patrón de conducta que obligan a reforzar la seguridad y a tomar medidas de protección de la población civil en función de la magnitud de las agresiones.

En la Franja de Gaza hay decenas de miles de misiles, cohetes y proyectiles de mortero de distinto alcance, hasta 160 Km, proporcionados por Irán

Lo que comenzó con la muerte de un preso en el lanzamiento indiscriminado de misiles, primero hacia las zonas circundantes a la frontera de Gaza y después hacia todo el territorio de Israel, ha derivado en una Operación a gran escala de las Fuerzas de Defensa Israelíes y del Shin Bet –Shield and Arrow (Escudo y Flecha)- para descabezar la infraestructura operativa de la Yihad Islámica en Gaza y la eliminación de sus altos mandos a cargo de la matriz de cohetes y operaciones. Una operación quirúrgica y de precisión para impedir bajas civiles, enfocada y limitada, no a desmantelar la organización terrorista de la Franja, sino una  célula concreta, y que envía el mensaje –sobre todo al resto de los grupos que forman parte del Eje de la Resistencia (principalmente a Hamas y Hizbollah) de que, a pesar de su crisis interna, Israel mantiene su fortaleza y su ventaja militar. En la Franja de Gaza hay decenas de miles de misiles, cohetes y proyectiles de mortero de distinto alcance, hasta 160 Km, proporcionados por Irán, además de capacidades antitanque y la producción independiente, cada vez más sofisticada. Disparar desde el centro de áreas residenciales, incluidos hospitales, parques y escuelas, forma parte de la estrategia de Hamas y la Yihad Islámica Palestina, las dos organizaciones que compiten en el universo del terror por ver qué interpretación más rigorista se impone – una es sunita, patrocinada por Qatar y Turquía y la otra chií y pro iraní - y quien acaba antes con el Estado de Israel, su obsesión por encima de construir una infraestructura política, social y económica saludable que contribuya a la prosperidad de la población.  

En esta guerra asimétrica, los palestinos identifican como debilidad la interrupción de la vida diaria de los israelíes y la ansiedad que provoca en la población civil disponer sólo de cuatro segundos desde que suenan las sirenas para llegar a un refugio o ponerse a  salvo, aun sabiendo que el Sistema Antimisiles Cúpula de Hierro es uno de los más sofisticados del mundo, con una precisión del 91% de interceptaciones. Y lamentablemente, utilizan ese porcentaje de misiles o cohetes no interceptados y caídos en el propio territorio palestino – entre el 20% y el 30%, 1 de cada 4 -, y que dañan a sus residentes, para activar la movilización internacional. Lo que la prensa occidental obvia es que los equipos de la Magen David Adom (el equivalente a la Cruz Roja israelí) han brindado tratamiento médico en hospitales israelíes a 71 víctimas gazatíes (27 por lesiones físicas y 44 por crisis de ansiedad) de estos disparos errados.

Hay que reconocer que consiguen que la mal llamada comunidad internacional se centre, no en los misiles que lanzan contra la población civil israelí, y que son constitutivos de crimen de lesa humanidad, sino en la repuesta israelí

La táctica de saturar el escudo antimisiles, de quebrar la voluntad de resistencia de la sociedad israelí y de instigar una tercera Intifada tiene por objetivo desviar la atención del programa nuclear iraní, de disuadir a Israel de atacar la infraestructura militar que Teherán está construyendo en Siria y de la cada vez más presencia e influencia de Irán en Cisjordania. Pero Irán, que es quien instiga, busca también arrastrar a Hamas y a Hezbollah a una confrontación global con Israel, en un momento de particular fragilidad por las desavenencias internas en el campo político israelí, y abrir una brecha en el reciente equilibrio con el mundo árabe tras los Acuerdos de Abraham. Además, ante el particular despiste ideológico de la Administración norteamericana, los palestinos, que son insignificantes, saben que deben volver al centro del conflicto y de la discusión internacional. Hay que reconocer que consiguen que la mal llamada comunidad internacional se centre, no en los misiles que lanzan contra la población civil israelí, y que son constitutivos de crimen de lesa humanidad, sino en la repuesta israelí. Son magos de la propaganda, convenientemente regados con dinero procedente de causas humanitarias para incautos.   

La vida en la Franja de Gaza ha vuelto rápidamente a la normalidad. A pesar de la propaganda oficial, sólo hay que salir de la zona de confort del prejuicio ideológico y leer la prensa palestina o darse una vuelta por las cuentas de los propios habitantes de Gaza, que cuelgan en sus redes sociales imágenes de la vida cotidiana de la Gaza que no se ve y que la prensa progresista occidental omite, consciente de que el negocio del sufrimiento es más rentable si la narrativa se acomoda al relato prefabricado. Los llamamientos a una nueva Intifada y a la Resistencia resuenan también en las calles de las principales ciudades europeas y de Estados Unidos mientras la Yihad Palestina lanza cohetes contra Israel. Junto a las pancartas negacionistas del Holocausto, las llamadas a la liberación de Palestina y de la equiparación del sionismo al racismo, las adhesiones a Khader Adnar, ese hombre afable que pedía a los terroristas suicidas que asesinaran civiles, ponen de manifiesto que la brújula moral de la izquierda y las generaciones más jóvenes de la progresía occidental hace tiempo que ha perdido el sentido de la decencia. Hacer cumplir la justicia y la legalidad internacional para poner fin a la impunidad de esta narrativa anti israelí se vuelve difícil cuando los propios representantes oficiales de la Autoridad Palestina en las cancillerías internacionales, miembros activos muchos de ellos, cuando no con conexiones, con organizaciones terroristas y del crimen organizado, llaman a responsabilizar a Israel por “crímenes de guerra”, “crímenes contra la humanidad” o “apartheid”, una falla ética que se fortalece por la falta de voluntad de argumentar y dar la batalla cultural.   

Todos los jefes locales han sido eliminados y en Gaza ya no queda ningún comandante con rango suficiente como para tomar decisiones tácticas

La vida de los terroristas y sus familias es corta, son conscientes. La importancia de esta última crisis ha sido moderada y la Yihad Palestina ha terminado muy debilitada, a pesar de las afirmaciones optimistas del Jefe del Departamento político, Muhammad Al-Hindi, desde El Cairo. Todos los jefes locales han sido eliminados y en Gaza ya no queda ningún comandante con rango suficiente como para tomar decisiones tácticas. En Cisjordania, la Operación conjunta bajo la Dirección de Inteligencia del Shin Bet, emprendida este domingo 14 para cerrar el círculo contra la Brigada de Samaria, que perpetró el atentado de Hawara el 25 de marzo, apunta a la consecución del mismo objetivo. El líder de Hizbollah, Hassan Nasrallah, para quien desviar la responsabilidad hacia las milicias palestinas sirve a sus intereses, ya se ha apresurado a pedir a los comandantes operativos que ejercen de enlace que se escondan en Beirut y Damasco ante el temor de que el Mossad emprenda una Operación de eliminación de los líderes de la Yihad en el exterior.

Israel ha frustrado, mediante esta audaz Operación de Inteligencia, la coordinación entre los miembros de Hamas, Hizbollah y la Yihad Islámica Palestina para un próximo ataque conjunto. La percepción estratégica de la Yihad Islámica es tan extrema, que hasta Hamas, más pragmático, en ocasiones se distancia. Pero la violencia es cíclica y recurrente, y los palestinos son el paraguas sobre el que se escuda el antisemitismo internacional y se asegura la permanencia en el poder de Assad y Jamenei.

Sólo un nuevo liderazgo en el campo palestino, hoy inexistente, comprometido con la convivencia pacífica y el desarrollo, les permitirá cerrar las heridas de una nakba (tragedia) manipulada, y afrontar un futuro alejado del fanatismo. Las dinámicas en Oriente Medio están cambiando la ecuación de las alianzas, y el entorno estratégico favorece una distensión que prioriza el uso de las herramientas diplomáticas para reducir el nivel de hostilidad. Hace falta voluntad para buscar la reconciliación ideológica mediante la apuesta del cálculo racional coste-beneficio y la formulación, por parte de Israel, de una nueva estrategia de disuasión más eficaz frente a Irán y Hizbollah.

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