Es conocida la intensa polémica habida antaño entre Ortega y Unamuno acerca de la atención dada por España a la investigación, debate en el que la postura de don Miguel quedó resumida en su malhadada frase "¡Que inventen ellos!", con la que se reafirmaba en su desprecio al esfuerzo científico e investigador.
Desgraciadamente, el lacerante "buenismo" que hogaño caracteriza la acción de nuestro actual Gobierno no hace más que adoptar decisiones que, trasladando el espíritu pasivo o abstencionista del autor de Niebla a la sociedad española, acaba provocando que muchos españoles se apunten al ¡Que se esfuercen ellos! Son múltiples los ejemplos.
En el plano educativo, el "buenismo" rampante ha decretado que, para pasar al curso siguiente, ya no es necesario aprobar el anterior. Contemplando a aquellos de sus compañeros que consumen días y horas en la hermosa tarea del aprendizaje, no serán pocos los estudiantes que gritarán "¡Que se esfuercen ellos!"
Está claro que poco más se podía esperar de una concepción educativa que vincula el fracaso escolar con la exigencia de un mínimo de conocimientos para pasar de curso. Se lo han puesto muy fácil a los profesores y centros de educación, pues para alcanzar el éxito tan solo tienen que conceder siempre el aprobado general. Así no hay fracaso.
Se nos argumenta que con esta medida se reducirá la temporalidad en el empleo público, pero olvidan decirnos que también podría reducirse estableciendo las pertinentes oposiciones
En el ámbito de la Administración Pública, el Gobierno "buenista" acaba de comunicar que convertirá en funcionarios vitalicios a 800.000 interinos existentes en la elefantiásica burocracia estatal que, sin haber pasado antes por las pruebas selectivas que acreditasen el mérito y capacidad que exige la Constitución, tampoco deberán superarlas ahora. "¡Que se esfuercen ellos!" exclamarán los numerosos afortunados refiriéndose a los sufridos opositores que no tuvieron la fortuna de acceder digitalmente a un puesto de funcionario. Se nos argumenta que con esta medida se reducirá la temporalidad en el empleo público, pero olvidan decirnos que también podría reducirse estableciendo las pertinentes pruebas para el tránsito de interino a funcionario vitalicio.
En la órbita laboral, la instauración del Ingreso Mínimo Vital que se añade a otro sinfín de subsidios ya existentes -el más escandaloso, el infamante PER-, determina que el incentivo para aceptar un empleo con las obligaciones que conlleva se haya reducido considerablemente. Observando a sus vecinos, amigos, y/o familiares que han de madrugar, desplazarse a su centro de trabajo y cumplir con su jornada laboral, los numerosos subsidiados vomitarán: "¡Que se esfuercen ellos!" que a mi el Estado ya me da la paga que otros obtienen con su sacrificio diario.
Contemplando su quehacer diario y el riesgo que asumen, el ingente ejército de subvencionados manifestará ¡Que se esfuercen ellos!, que a mí me lo regalan los "buenistas"
En el campo empresarial, el conjunto de subvenciones y coimas concedidos con dinero público a los amigos y amiguetes -el Ministerio llamado de Igualdad es un paradigma-, constituye una práctica lacerante para el conjunto de pequeños empresarios que se dejan diariamente la piel y arriesgan el patrimonio familiar para llevar adelante su empresa. Contemplando su quehacer diario y el riesgo que asumen, el ingente ejército de subvencionados manifestará "¡Que se esfuercen ellos!", que a mí me lo regalan los "buenistas".
El repaso realizado es sucinto pues existen muchos otros casos de este "buenismo" que desincentiva el esfuerzo y el sacrificio personal. La reflexión es inevitable: estamos construyendo un país de pandereta, que se dirige de manera inexorable a ser granja de vagos, enchufados, subsidiados, y subvencionados. Claro que, no debe olvidarse, cada uno de éstos dispone de una papeleta electoral.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación