Cuando J.M. Aznar llegó al poder en 1996, tras más de 13 años de gobierno socialista, España ya llevaba meses recuperándose de la terrible crisis económica de 1993 y 1994, cuando hubo varias devaluaciones de la peseta y la tasa de paro llegó, por vez primera, al 25%. Sin embargo, no parecía suficiente para que España entrara en el Euro el 1 de enero de 1999 ya que no cumplía los llamados “criterios de convergencia”. Por otra parte, la imagen de España estaba bastante dañada por los escándalos de corrupción (y del GAL) del gobierno de Felipe González, ese político al que tanto criticaron cuando estuvo en el poder muchos de los que hoy le aplauden, y que tanto defendieron muchos de los que hoy le desprecian. El gobierno de Aznar se marcó como objetivo entrar en la moneda única a la vez que los principales socios (Grecia, por ejemplo, tardó dos años más, y muchos creían que algo similar le pasaría a España) y uno de los mejores argumentos para mejorar la economía consiste en convencer a los actores económicos (empresas, inversores, consumidores…) que eso es cierto, porque de ese modo gastan e invierten más, impulsándola. Era 1997 cuando Aznar empezó la cantinela del “España va bien”, y no voy a entrar en si era o no era cierto, lo que sí es llamativo es que entonces la oposición le criticó mucho esa frase que tuvo tanto eco que fue usada por el PP en el 2000 -donde J.M. Aznar obtuvo mayoría absoluta- casi como lema electoral.
Desde que Sánchez llegó al poder, hace hoy mismo seis años, nuestra economía ha crecido bastante poco, y para más inri, la subida de la inflación es mayor en España que en el resto de la Eurozona
Más de un cuarto de siglo después, P. Sánchez ha declarado que España no va como una moto, que va como un cohete. Es claramente una definición más hiperbólica que la del “España va bien” pero los que en su momento criticaron esa frase “porque para muchos las cosas no van tan bien”, hoy aplauden una descripción tan poco exacta de la economía española (¿quién no ha perdido poder adquisitivo los últimos años, y no hablo sólo de no poder adquirir una vivienda por sus altos precios debido a la escasa oferta y la mala legislación?). Esta euforia del presidente (imposible saber si realmente él se lo cree o no) viene por un único motivo: el crecimiento del PIB muy por encima de la media de nuestros vecinos los dos últimos años, gracias al impulso del turismo, de nuevo en récord, y el aumento del gasto público. Lo cierto es que, desde que Sánchez llegó al poder, hace hoy mismo seis años, nuestra economía ha crecido bastante poco, y para más inri, la subida de la inflación es mayor en España que en el resto de la Eurozona. Hace años que escribí sobre el gran problema del PIB: que no incluye la deuda en ninguna parte de su fórmula, con lo que se puede hinchar aumentándola. Por supuesto, esto solo vale para el corto plazo, y más cuando los intereses son crecientes y hurtan dinero disponible de los PGE para inversiones.
Es mejor crecer que decrecer, obvio, y mejor crecer más que menos, más obvio un, pero la economía de los españoles no sólo no va como un cohete, sino que ni siquiera va bien. Los datos macro no indican crisis, ni siquiera en un futuro cercano, y eso es muy positivo, pero si con este crecimiento y este nivel de paro (altísimo pero bajo en términos históricos en España) la situación actual arroja tantas sombras, es que algo se está haciendo muy mal. Basten dos datos que no son macro pero proceden de instituciones independientes y que claramente marcan un panorama que es incompatible con la versión gubernamental. Por un lado, la OCDE determina que el 20,5% de los niños españoles (entre 0 y 17 años) vive en la pobreza. Por otro, la empresa de investigación Ipsos determina en su “monitor del Coste de Vida”, estudio publicado hace unos días, que el 36% de los españoles afirma que vive con lo justo y el 22% encuentra muchas o bastantes dificultades; es decir, más de la mitad de los españoles tiene problemas para llegar a fin de mes mientras el gobierno presume de que la economía va “como un cohete”. Yo a eso lo llamo falta de sensibilidad (que por cierto, es de lo que acusaban a Aznar cuando su “España va bien”).
Los que defienden las políticas de Sánchez siempre esgrimen los datos del paro. Presumir de los peores datos de la UE es osado, más si analizamos con detenimiento las cifras reales
Volviendo a los datos macro, la baja productividad española o el pobre desempeño del PIB per cápita son otras sombras sobre la economía española (y con el grave problema del envejecimiento poblacional y el alto coste de las pensiones públicas). Sin embargo, los que defienden las políticas de Sánchez siempre esgrimen los datos del paro. Presumir de los peores datos de la UE es osado, más si analizamos con detenimiento las cifras reales. Siempre ha habido personas que, sin estar trabajando, no estaban en las cifras oficiales, pero tras la reforma de la ministra Y. Díaz esa cifra es mayor por el alto número de fijos discontinuos. Esto hace que lo que podemos llamar “paro efectivo” ronde los 3,5 millones de personas, cifra similar a la que existía antes de la pandemia. Implica que el crecimiento, conseguido gracias a una mayor deuda pública y a un turismo (que, curiosamente, es a veces combatido desde el propio gobierno) no ha conseguido un buen resultado en el mercado laboral, por otra parte hinchado por el aumento de contrataciones en las administraciones públicas. Tampoco ha subido la duración media de los contratos, incluso se denuncia desde los sindicatos la alta temporalidad dentro del sector público, nada ejemplar en este aspecto.
Menos horas con más contratos
Algunos dirán que eso no puede ser porque hay un récord de afiliaciones a la Seguridad Social pero eso es porque se oculta que la cifra no se refiere al número de personas sino al de trabajos y, claro, por un lado si se trabajan menos horas con más contratos (las horas trabajadas por ocupado no mejoran las cifras prepandemia) la mejora no existe y, por otro, la cifra de pluriempleos es la más alta de la historia por lo que hay cientos de miles de afiliaciones a la Seguridad Social que corresponden a la mitad -mínimo- de trabajadores. Por último, y volviendo al tema de las comparaciones, antes de la pandemia la tasa de paro de Grecia era más de 3 puntos superior a la española y hoy es dos puntos menor, logro conseguido sin reforma laboral de Díaz y sin gobierno de Sánchez.
Auraz
Es muy triste ver la ignorancia del personal en asuntos económicos y lo peor no es eso sino el rechazo frontal a salir de ese desconocimiento. Una explicación seria y formal (en términos asequibles, por supuesto) y con las mejores intenciones será inmediatamente borrada y arrinconada por una perorata de un político "progresista" Y eso es un mal "de base"; no comprendo porqué no es obligatoria un poco de educación en economía. ¿Será que a algunos no les interesa que la gente sepa?
de Larra
Y además de los fijos discontinuos inactivos, se ha olvidado Ud., del incremento del absentismo por bajas laborales, que en la mayor parte del país se ha duplicado en esta ligislatura y que supone ya, que cada día en España no trabajan más de 1.500.000 trabajadores, de los que casi la mitad (750.000), son mérito, indirecto, de este gobierno, por su incremento en su legislatura y, que en gran parte, hay que sustituir; además, se olvida Ud. de los 4.5 meses que hoy disfrutan los padres (masculino), por la baja de paternidad y lactancia, que también es propia de esta legislatura y en sumayuoria se sustituyen; en España, nacen a pesar de todo, más de 300.000 niños cada año. Si consideramos estas 3 variables, nos vamos a una cifra por encima del 1.000.000 de empleos que no se han creado, sino repartido entre dos trabajadores, el que lo ocupa y su sustituto. Por lo tanto, no me extraña, que en número de horas, sigamos por debajo del 2.019 y si me apura hasta del 2.007.
vallecas
Los 8 millones de votantes de Sánchez no saben de lo que usted está hablando. No entenderían su escrito. Creo que a esto le llaman "analfabetismo funcional". La actual democracia no funciona (en el Mundo) tenemos que mejorarla, Hacer una democracia fuerte, musculosa. Una democracia que pueda defenderse del totalitarismo.