Las mejores ideas pueden generar consecuencias monstruosas si se ponen al servicio de las ambiciones personales. Fueron muchos quienes trataron de materializar el sueño de Ícaro a lo largo de la Historia, pero el hombre no despegó los pies del suelo hasta principios del siglo XX, cuando echó a volar el primer avión. Cuatro décadas después, un bombardero de metal lanzó la primera bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima. El deseo de planear por el aire adquirió una vertiente macabra que segó miles de vidas en Dresde, Tokio o Londres. Desde luego, tiene este simio inteligente cierta predisposición a destruir a sus semejantes que no resulta demasiado esperanzadora.
Citó Moncloa el pasado mayo a un centenar de economistas, sociólogos y científicos -según adelanta El País- para definir la hoja de ruta que debe seguir España durante las próximas décadas para garantizar su prosperidad. Tal y como cuentan dos de las personas que colaboran en el proyecto, los expertos se han dividido en varios grupos temáticos que realizan aproximadamente una reunión semanal. De ahí brotan una serie de ideas y conclusiones que se remiten a la Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia de País a Largo Plazo, que controla en último término Iván Redondo y que se encargará de realizar un informe con las propuestas.
El objetivo de Moncloa es que los especialistas -de perfil académico en buena parte- terminen el proyecto antes de que finalice julio y que el documento final incluya recetas que sirvan para que el país salga económica y socialmente reforzado de la crisis del coronavirus. También para marcar el rumbo a 30 años vista, de ahí que lleve por titulo 'España 2050'.
Colmillo político
Sería mezquino dudar de las buenas intenciones del centenar de participantes en esta iniciativa, que, por otra parte, puede arrojar resultados interesantes sobre el futuro, pese a la incertidumbre geopolítica derivada del traslado de los centros de poder a otras latitudes, muy lejanas a Occidente, y de los enfrentamientos entre potencias. Ahora bien, hay que ser demasiado optimista para pensar que los propagandistas de Moncloa van a utilizar este informe para algo más allá del autobombo, pues la sensación es que España vive en una continua campaña publicitaria desde hace mucho tiempo.
Hay que ser demasiado optimista pensar que los propagandistas de Moncloa van a utilizar este informe para algo más allá del autobombo, pues la sensación es que España vive en una continua campaña publicitaria desde hace mucho tiempo
Porque conviene recordar que el rigor metodológico del Gobierno aparece y desaparece en función de las circunstancias. Se ha podido apreciar con el establecimiento de los criterios de desescalada, que han cambiado sobre la marcha con una sorprendente ligereza. O en lo relativo al uso de mascarillas, que el Gobierno llegó a desaconsejar, contra toda lógica, porque así lo decía la Organización Mundial de la Salud, pese a que los especialistas que bregaron con el SARS y el MERS consideraban los cubre-bocas como un método profiláctico fundamental.
Tampoco hay que olvidar lo que ocurrió hace unos días, cuando el PSOE obtuvo el apoyo de Ciudadanos para prorrogar el estado de alarma a cambio de rebajar en 50 centímetros la distancia de seguridad en el trabajo, algo que evidentemente fue una decisión política, no sanitaria.
Mucha propaganda
Ojalá se equivoque este articulista, pero quizá demasiado naíf confiar en que el documento resultante del trabajo del think tank de Moncloa vaya a servir para algo más que para realizar una presentación pública 'de campanillas' y para restregarlo por la cara del adversario político. En esta España condicionada por la propaganda gubernamental, el eslogan que se ha empeñado en transmitir el Gobierno es que hemos salido “más fuertes” de esta crisis, lo que condiciona cualquier diagnóstico sobre la situación actual.
Por otra parte, sobra decir que cualquier receta que vaya más allá de la ortodoxia ideológica de los socios de Gobierno del PSOE corre el riesgo de ser etiquetada como 'anatema', pues ya se sabe que los radicales no suelen exhibir una excesiva voluntad de negociar si eso implica moldear sus utopías socialistas. La cerrazón no sólo es atribuible a Podemos, pues en tiempos en los que el filibusterismo se ha convertido en norma en el Parlamento, alcanzar pactos de Estado se ha hecho imposible. Máxime desde que alguien con la voracidad por el poder de Pedro Sánchez llegó a Moncloa y comenzó a considerar los acuerdos como una herramienta más para desgastar a la oposición, como se demostró en mitad de la pandemia, cuando se sacó de la chistera los nuevos Pactos de La Moncloa, ya olvidados en algún lugar de la hemeroteca
Se inventó el avión para surcar los cielos y se creó un departamento de 'prospectiva y estrategia' para definir los objetivos de España a largo plazo. Desde un aeroplano se lanzaron las bombas atómicas y, si tiene lomo gordo y se edita en tapa dura, bien podría servir el informe de los cien expertos para desnucar al rival político. Aquí nos conocemos todos.
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