Quince días de una guerra que entra en nuestras casas dejándonos la desolación, la tristeza en ver tal sufrimiento, tantos desplazados, tantos niños huyendo, millones de vidas truncadas, muertos, sangre, pena, horror. Unos soportan el ruido de las sirenas, los toques de queda, las bombas, el miedo atroz, el frío, mucho frío. Los demás, los que estamos fuera de Ucrania mirando desde la zona de confort, sintiendo impotencia, en mi caso sentada en mi humilde despacho, aprovechando la luz natural, abrigada acorde con la estación del año –es decir sin estar en manga corta y con la calefacción- escucho atónita al alto comisionado europeo, Josep Borrell, haciendo un llamamiento, apelando a la responsabilidad ciudadana, diciéndonos que “bajemos la calefacción en nuestras casas” porque la oposición a Putin “empieza por casa”.
Borrell no lo ha dicho a lo loco, en un mensaje improvisado, estaba en un atril, en la comisión europea, desde un estamento oficial. Borrell no es un activista político es el máximo responsable de la diplomacia europea por lo que sus palabras deben estar sobradamente medidas. Ni los ciudadanos españoles ni los europeos decidimos de dónde nos puede o debe venir el gas, si de Rusia o de Emiratos Árabes, lo están decidiendo ustedes, los políticos, los representantes de la UE, no hagan al ciudadano de a pie responsable de algo que no es su responsabilidad a no ser que vean ya que este gas va a ser finito en breve.
No se amparen, como ha hecho Sánchez en el Congreso, en decir que la culpa de la subida de la inflación es de Putin porque hace quince días, antes de la invasión, ya estábamos por encima del 6%
Si es así, dígannoslo de otra manera, a la directa, que todos somos adultos ya. No nos hemos recuperado de las colas del hambre de la pandemia y resulta que desde una noble institución –donde se está bien cobijado y calentito- nos tienen que decir que dejemos de consumir. Por suerte, en España pronto nos va a sobrar el jersey gracias a la llegada del buen tiempo, pero dejen ustedes de decir tonterías y pónganse manos a la obra para frenar la escalada de precios que ya venía de antes de la guerra declarada por Putin. Esto de la electricidad y el gas a precios prohibitivos no es de ahora. Que sí, que Putin está cambiando las dinámicas mundiales, sí, cierto es que la guerra ha sido el máximo detonante en los últimos días de unos precios disparatados, y lo que nos queda si no se toman medidas urgentes aquí, en cada comunidad y en Europa, pero no se amparen como ha hecho Sánchez en el Congreso diciendo que la culpa de la subida de la inflación es de Putin porque hace quince días, antes de la invasión ya estábamos por encima del 6%, por inacción, por carencia de soluciones, por desidia, por lentitud, por lo que se quiera justificar pero ahora la guerra nos urge a no depender de alguien del que nadie se va a poder fiar aunque termine la guerra, aunque sólo sea por tener en cuenta que mintió a Europa –a Macron por ejemplo- diciéndole que no iba a invadir.
La solidaridad de una sociedad volcada con Ucrania no se corresponde con la entrega necesaria que se ha de exigir a nuestras fuerzas políticas, que van cada una por un lado
Sin embargo, Borrell podría tener razón al decir que si no controlamos el consumo, hasta que no se puedan establecer otros mecanismos, nos podemos quedar a dos velas. Cabe entonces que el alto comisionado explique con urgencia qué va a hacer la Unión Europea para explorar otras vías de subministro y cerrar el grifo del gas ruso antes de que el criminal Putin decida cerrarlo él. Nuevamente, por si no lo habíamos visto, en Europa somos muy insignificantes y dependientes, no podemos hacer como Estados Unidos que decide vetar a Rusia y de un día para otro uno de sus enemigos, Venezuela, pasa a ser país amigo.
España ya figura en la lista de países enemigos para Rusia, estamos frente al mayor éxodo de personas tras la II Guerra Mundial, vamos a tener que hacer un frente humanitario sin precedentes, nos encontramos ante un gran reto y como sociedad demostramos nuestra enorme solidaridad frente a las desgracias, frente a esta guerra sin sentido. Que nadie utilice la guerra, ni desde la derecha, ni desde la izquierda porque nos hacen un flaco favor a los ciudadanos. Deberían estar todas las fuerzas del Congreso en el mismo barco empezando por el gobierno. Tomen las medidas que tengan que tomar de manera urgente para que los que menos tienen, las clases humildes y trabajadoras puedan resistir las repercusiones que toda guerra conlleva. Cuídense.
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