Opinión

Está hablando una mujer, cállense

Ayuso. Firme, valiente. Habla una mujer

No hay semana que Mónica García no intente propinarle una estocada a la presidenta Díaz Ayuso. Y no hay semana sin que salga de ese ruedo llamado Asamblea de Madrid con más cornadas que pelos propinadas por la líder popular. Muy comedida veo a la bancada popular.  Si un servidor estuviera presente, me levantaría gritando “¡Viva la madre que te parió!” cada vez que Ayuso propina un bofetón dialéctico a los pijos progres. El último ha sido, en medio de una intervención que debería hacer considerar a la médico y madre dedicarse a la cría de champiñón en Indonesia, antológico. Interviniendo la presidenta, los comunistas de salón empezaron a increparla y esta, más chula que un ocho del revés, interrumpió la paliza dialéctica que le daba a la tal García con un seco “Cállense los de enfrente, que está hablando una mujer”. Paf. En toa la boca.

Esa réplica – Ayuso es letal en ese difícil arte de la repentización – ha desmontado más y mejor que nadie al feminismo ful que lo único que hace es disolver la identidad de la mujer en un batiburrillo de géneros. Que mujeres en las antípodas de Lidia Falcón, comunista, honesta, radical, sincera, apasionada y culta concuerden con su pensamiento es muestra de ello. Recordemos a los despistados, despistadas y despistades que Lidia creó el único y primer partido feminista de España y que sus aportaciones teóricas en libros imprescindibles como “Mujer y sociedad”, “La razón feminista”, “Mujer y poder político” o “Los nuevos mitos del feminismo”, por no alargarnos en su fecunda producción, son imprescindibles para quienes defendemos la igualdad entre hombres y mujeres. Igualdad en salarios, oportunidades laborales, derechos civiles, igualdad social, igualdad sexual, igualdad en todo y por todo. Pero han llegado las charos a decirnos que no existen hombres y mujeres, que todo es una ensalada Baudelaire y que aquí cada uno será lo que quiera, como en el himno de la Legión. ¿Cómo han acabado? Compitiendo en deporte con tíos que han decidido que son tías y, claro, arrebatan las medallas a las mujeres. Y no es esto. Esas falsas apóstoles del pseudo feminismo podemita, que no es más que la consagración de los privilegios de determinados chiringuitos de género y no de las mujeres de verdad, singularmente las trabajadoras, solo sirven a una causa, la de su partido. Es bochornoso ver que la cacareada sororidad no la practican con esa pobre chiquilla de Igualada, violada, destrozada y abandonada por los canallas criminales que cometieron tamaña felonía. No la practicaron con los escraches a políticas en el pasado, no la practican con Ayuso ahora. Quieren llegar libres y borrachas a casa, en lugar de querer un trabajo con la misma consideración económica y de promoción que un hombre. Trabajar, no. Borracheras y farra, sí. Si eso no es ser unas señoritas ya me dirán. Por eso admiro a Lidia. Porque jamás ha renunciado a su feminidad por su feminismo ni viceversa. 

Ayuso es feminista por la vía práctica, la del trabajo, la de plantar cara toda una maquinaria de partido sin necesidad de que ningún hombre la proteja, ni ganas. No necesita más. Como las integrantes de la Asociación Mujeres por la Igualdad ( https://mujeresporlaigualdad.org/ )que el ocho de marzo se manifestaban contra la ideología woke vistiéndose con burka en la plaza de San Jaime barcelonesa, simbolizando así el velo ideológico que pretenden imponer a las mujeres las Montero y compañía.  

Las médicos y madres harían bien en guardar un respetuoso silencio cuando hable la presidenta. Si ya no por cortesía parlamentaria o por simple educación al menos háganlo porque hablan una mujer. Qué digo mujer, una señora.

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