¿Qué pasaría si un banco privado tuviera unas pérdidas no registradas en su balance de importe superior a sus fondos propios? Creo que podemos contestarnos a esta pregunta simplemente viendo lo que pasó en el Sillicon Valley Bank (SVB) esta primavera pasada: los depositantes, por si acaso, comenzarían a retirar sus fondos y sumirían a la institución financiera en una crisis de liquidez que bien podría llevar a su resolución, como así ocurrió en el caso del SVB.
¿Qué podríamos esperar de un banco que publicase unos fondos propios de 59.815 millones de euros y unas minusvalías no reconocidas en su cartera de 73.283 millones de euros, es decir: de un banco que si liquidase sus activos arrojaría un déficit patrimonial de 13.468 millones de euros? Del banco no lo sabemos, pero de sus depositantes sí: comenzarían a retirar sus saldos, forzándole así a vender dichos activos y convirtiendo las pérdidas no reconocidas en pérdidas efectivas hasta que se produjera la situación de insolvencia, salvo que alguien interviniese antes. Es lo que pasó en SVB y en otros bancos resueltos la pasada primavera en Estados Unidos. El interventor, como es lógico, no asumió, en el caso de los bancos norteamericanos, las pérdidas no registradas, sino que se las imputó a la propiedad hasta donde podían soportar los fondos propios de las instituciones intervenidas y eso explica las adquisiciones de dichos bancos sin desembolso a los accionistas de los mismos.
Pues esas cifras que les he dado (13.468 millones de déficit patrimonial) son las que ha publicado el Banco de España recientemente. Cifras que venía a explicar, entre otras cosas, el Gobernador del Banco de España en la comparecencia programada para el 21 de junio en la Comisión de Asuntos Económicos del Congreso y que se vio abortada por la disolución de las cámaras el pasado 29 de mayo.
La subida de tipos le había ocasionado al Banco de España 112.162 millones de pérdidas en los dos últimos ejercicios cerrados, de los que 93.056 millones de euros se han producido en el último de ambos
El Banco de España ha llegado a estas cifras tras dos ejercicios continuados (2021 y 2022) de subida de tipos de interés que han desvalorizado su cartera de títulos con fines de política monetaria. Al cierre del 2020, nuestro antiguo banco emisor mantenía unas plusvalías no registradas en dicha cartera de 38.879 millones de euros, plusvalías que se redujeron a 19.773 millones de euros al final de 2021 y a 73.283 millones de euros, ahora de minusvalías, al acabar 2022. Es decir, la subida de tipos le había ocasionado al Banco de España 112.162 millones de pérdidas en los dos últimos ejercicios cerrados, de los que 93.056 millones de euros se han producido en el último de ambos.
Esas pérdidas se incorporarán lentamente a la cuenta de resultados de las instituciones en forma de menores márgenes de intereses en los ejercicios futuros
De hecho, la banca española para evitar el afloramiento contable de estas minusvalías en sus carteras de títulos, especialmente de deuda pública, viene reclasificando sus carteras como modo de no registrar dichas minusvalías, aunque informe de las mismas, desde lo que se denominan carteras disponibles para la venta a carteras a vencimiento. Vamos, que “se han hecho un Banco de España” contable. Lo que dudo, habrá que mirar las cuentas de los bancos, es que el tamaño de esas pérdidas no registradas sea tan elevado como para superar los fondos propios de las instituciones, aunque sí lo sean para reducir la solvencia de las mismas muy por debajo de los números publicados. A un banco privado, el supervisor no le habría permitido llegar tan lejos. Al menos en España. En Estados Unidos, y al menos en el caso del SVB, sí.
Esas pérdidas latentes nunca se producirán si, efectivamente, los títulos que las provocan se mantienen en el balance de sus tenedores hasta el vencimiento de los mismos. Esas pérdidas se incorporarán lentamente a la cuenta de resultados de las instituciones en forma de menores márgenes de intereses en los ejercicios futuros. Los bancos privados están intentando que esa reducción del margen futuro de intereses sea menor de la que cabría esperar no remunerando, o remunerando menos, a sus depositantes de lo que sería razonable con el nivel de tipos que ha fijado la Autoridad Monetaria. Vamos, que están traspasando parte de las pérdidas en forma de menor remuneración debida a sus depositantes.
Necesitamos traspasar más pérdidas a los depositantes, que no verán crecer sus remuneraciones al mismo ritmo que los incrementos de tipos. La inflación como placebo de la economía
Las malas políticas monetarias generan muchos desaguisados que luego se intentan corregir con nuevos desaguisados. Una subida de tipos como la experimentada no va a reducir el consumo, para reducir la inflación, y aumentar el ahorro todo lo que debiera si no se puede trasladar a los depositantes. Esta es la razón, al margen del retardo normal en notarse los efectos de cualquier medida, de por qué las subidas están siendo tan altas y todavía esperamos más. Necesitamos ampliar el margen de intereses de los bancos para que soporten las pérdidas infligidas, aunque estas crezcan aún más. Necesitamos traspasar más pérdidas a los depositantes, que no verán crecer sus remuneraciones al mismo ritmo que los incrementos de tipos. La inflación como placebo de la economía.
Pero volvamos al Banco de España, porque éste, a diferencia de sus supervisados, sí está en patrimonio neto negativo si le imputamos las pérdidas no registradas. ¿Por qué puede aguantar si un banco privado no podría? Tal vez porque un banco central no deja de ser la última línea de confianza que tenemos en el sistema bancario. Es una explicación basada en algo difícil de medir en Economía, pero que funciona.
En mi opinión, puede sobrevivir, y muy bien, porque no es verdad que la cuenta de billetes en circulación sea un pasivo. Esta cuenta, que figura como un pasivo del Banco de España, arroja al cierre de 2022 un saldo de 172.460 millones de euros, por lo que dicha institución no tendría un patrimonio neto negativo de 13.468 millones de euros, sino uno positivo de 158.992 millones de euros. Esa cuenta no es un pasivo sino que forma parte del patrimonio neto del banco, como vengo manteniendo desde hace tiempo.
¿Y por qué afirmo que no es un pasivo? Pues porque no obliga a entregar nada a cambio al emisor. Al fin y al cabo, un billete con una denominación de 50€ en una ventanilla del Banco de España sólo nos da derecho a recibir otro igual, dos de 20€ y uno de 10€, cinco de 10€ o 10 de 5€ o todas las combinaciones que a ustedes se les ocurran siempre que sumen un valor de 50€.
En cualquier caso, quien no tiene la culpa de esto (¡que les conozco!) es el actual Gobernador señor Hernández de Cos, el mejor y más independiente de los últimos cuarenta años o más. El Banco de España tan sólo ha ejecutado la política monetaria dictada en el BCE, con las consecuencias que les he descrito antes. El Banco de España simplemente ha actuado como un gestor de carteras que cumple con el mandato recibido. Otra cosa son las responsabilidades del BCE, en cuya dirección y de manera colegiada, participa el Banco de España. De la política monetaria anterior y de la actual, tienen más culpa los gobiernos con sus déficit fiscales continuos, que el BCE en su pusilanimidad financiándoselos.
Pero no se preocupen, el Banco de España, les repito, no está quebrado.
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