Si la política española fuese una película del Far West, y a veces se parece mucho por tanta gente que hace el indio y tanto cuatrero, la situación en el PSOE sería parecida a los que están rodeados por el Sheriff y sus ayudantes. Ya veo a John Wayne gritando “Sánchez, estás rodeado, depón las armas y sal con las manos en alto, que yo pueda vértelas. Ah, y nada de trampas”. Claro que pedirle eso a Sánchez sería una pérdida de tiempo, porque ni piensa rendirse ni dejar de jugar sucio. Lo que le sucede es que ahora tiene miedo. Mucho. Las amenazas de Puigdemont y Podemos de boicotear la legislatura, forzando elecciones generales, pueden ser un farol para presionarlo o pueden tener visos de realidad. Personalmente creo que son las dos cosas y me consta que en Moncloa opinan igual. Veamos, a nadie de los integrantes del Frankenstein le interesa perder el chollo que de un gobierno perpetuamente chantajeado. Por otra parte, los separatistas, y aquí vale lo mismo decir Junts que ERC, tienen que contentar a su parroquia que ve con malos ojos tanto acuerdo con España.
Sucede que tanto a Puigdemont y a Junqueras esa baraja les es imprescindible, necesitan a Sánchez para continuar exprimiendo a España
Hay muchas deudas que saldar, dice Puigdemont que, en el fondo, no quiere ni la independencia ni a Sánchez, porque lo único que le interesa es si va a poder pisar suelo español sin que le detengan y meter baza en la política catalana. Es decir, borrarlo todo como si aquí no hubiese pasado nada. Junqueras, por su parte, ha ganado un congreso, pero tiene un partido dividido entre el posibilismo de gobernar algo más que una autonomía pero menos que un estado, o lanzarse de nuevo a la piscina del “Mandato del Uno de Octubre” y romper la baraja. Sucede que tanto a Puigdemont y a Junqueras esa baraja les es imprescindible, necesitan a Sánchez para continuar exprimiendo a España. El mismo presidente, que conoce el paño, se ha apresurado a dar instrucciones a sus ministros para que se cumpla todo lo prometido al de Bruselas “con la máxima urgencia”. Sabe que en un arrebato de Puigdemont, el del flequillo puede enviarlo todo al carajo, situación que obligaría a los socialistas o bien a entenderse con el PP – son perfectamente capaces los unos y los otros de hacerlo – o convocar elecciones generales cuyo resultado para es incierto.
No olvidemos a Podemos, donde hablan del regreso de Pablo Iglesias y que no perdonan que se les haya postergado en favor de Yolanda Díaz, que no tan solo no aporta votos, sino que, por el contrario, es un lastre. Los escaños de los morados también son imprescindibles para Sánchez, porque este gobierno se asienta en la fragilidad propia y la dependencia ajena, con lo cual si una pieza cae, caen todas. Que también haya dicho Ione Belarra que Irene Montero “piensa volver muy pronto” nos da una pista más acerca de ese pretendido resurgir de los podemitas, que se la tienen jurada a Sánchez y al que le va a costar muchísimo recuperar su apoyo.
Sí, están rodeados y lo saben. Pero que nadie espere que se rindan. Antes lo dinamitan todo
Ahora, excluyendo las variables políticas, Sánchez tiene también un frente judicial extensísimo. Cada día trae nuevas revelaciones acerca de Ábalos; las manos de María Jesús Montero presentan quemaduras de tercer grado; las mordidas son, presuntamente, para la financiación del partido además de lo que se pudieran haber llevado los particulares; en suma, lo de Begoña cada vez pinta peor y buena muestra de ello es su cambio de estrategia. Ha aceptado responder a las preguntas de su abogado, renunciando al silencio despreciativo que había mantenido hasta hoy. Sánchez maniobra para dilatar la cuestión de confianza que le exige Junts, porque sabe que eso sería su testamento político. De ahí que haya optado por atrincherarse en Moncloa, blindando a Begoña cuando va a declarar - ¡qué diferencia cuando hizo lo propio Doña Cristina en los juzgados de Palma, yendo a pie, sin escoltas de dictador bananero y aguantando el tipo!- y pretenda cercenar la libertad de expresión en las RRSS. Sí, están rodeados y lo saben. Pero que nadie espere que se rindan. Antes lo dinamitan todo.
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