Según la sabiduría o cultura popular, el ungüento amarillo es aquello que para nada vale y para todo sirve, definición que casa perfectamente con la intermitencia con la que el Gobierno recurre a Europa cuando quiere justificar sus acciones o sus omisiones. Así, hay ocasiones en las que invoca el precedente europeo pretendiendo argumentar sus decisiones, mientras que en otras decide lo que le place ignorando absolutamente las soluciones existentes en Europa. Pero aún más, sucede incluso que con frecuencia las invocaciones a lo europeo engloban auténticas falsedades. El caso más reciente y más flagrante es la proyectada modificación del Código Penal para reducir las penas correspondientes al delito de sedición. No hay duda alguna que se trata de una imposición de Esquerra Republicana que Pedro Sánchez tiene que cumplir obedientemente para seguir resistiendo en La Moncloa. Sin embargo, sus ministros se afanan en proclamar que es una medida para homogeneizarnos con Europa pese a que, según ha sido publicado por diversos medios de comunicación, en varios países europeos el delito de sedición está castigado hasta con cadena perpetua.
Otro caso más lejano, pero igual de flagrante fue el IVA de las mascarillas. Ante el clamor social y político para que fuera rebajado, nuestra peculiar ministra de Hacienda afirmó una y otra vez que nos lo impedía Europa. Como la mentira tiene las patas cortas, pronto quedó evidenciado que la Montero mentía resultando finalmente obligada a la rebaja. Sucedió igual con el IVA y la electricidad. También aquí la ministra se escudó en Europa para no rebajar la fiscalidad hasta que quedó patente su mentira y tuvo que ceder a la presión social.
Se han destapado ahora con el nuevo Impuesto sobre las Grandes Fortunas, figura que alejará aún más al sistema fiscal español de los existentes en el resto de los países de la Unión Europea
Más allá de la afición a mentir que tiene nuestro Gobierno, contrastan estas invocaciones a Europa como referencia con el absoluto descaro con el que Pedro Sánchez y sus ministros aplican para España soluciones radicalmente alejadas de las ejecutadas por nuestros socios europeos y preconizadas por las instituciones de la Unión Europea. Siguiendo en el campo de la fiscalidad, existen al respecto varios ejemplos ciertamente significativos.
Se ha dicho y publicado con profusión que España es el único país de la Unión Europea en el que existe un impuesto sobre el Patrimonio. Poco le ha importado a Pedro Sánchez y a su Gobierno nuestra lejanía a Europa en este punto, pues no contentos con mantener contra viento y marea semejante engendro tributario del pasado, se han destapado ahora con el nuevo Impuesto sobre las Grandes Fortunas, figura que se añadirá a la anterior y alejará aún más al sistema fiscal español de los existentes en el resto de los países de la Unión Europea. Señores del Gobierno: ¿No es importante en esta cuestión la homogeneización con Europa?
Otra ocurrencia fiscal del Gobierno sanchista es el nuevo impuesto sobre los pretendidos beneficios extraordinarios de las entidades financieras. Tampoco existe nada parecido en la Unión Europea. Y aún más, una importante institución comunitaria como es el Banco Central Europeo ha cuestionado severamente el establecimiento de dicho tributo y, sobre todo, su proyectada regulación, advirtiendo de sus potenciales efectos negativos para el funcionamiento del sector y especialmente para la concesión/obtención de créditos. Ante semejantes críticas, Sánchez se ha dedicado a ironizar sobre la presencia de un español en el BCE. Señores del Gobierno: ¿Tampoco importa en esta cuestión la homogeneización con Europa?
En estos últimos días hemos conocido que la Comisión Europea ha tenido que obligar a España a modificar la legislación del IVA para admitir que los empresarios españoles puedan recuperar el importe del impuesto que les ha sido impagado por sus clientes que no son empresarios, circunstancia admitida en los países de la Unión Europea y hasta ahora negada en España. Señores del Gobierno: ¿No era importante homogeneizarnos con Europa en esta cuestión?
Valgan estos ejemplos -existen muchos más- para evidenciar la desfachatez del Gobierno de Sánchez que unas veces se refugia en Europa -aquí el ungüento amarillo les sirve para todo- para pretender justificar lo que hace, incluso mintiendo sobre la realidad europea, y otras hace justo lo contrario de lo que existe en Europa -aquí el ungüento amarillo no les vale para nada-.
Llegados a este punto es factible interrogarnos por la causa de este escandaloso modus operandi de nuestros gobernantes. Y por ello, parafraseando al propio presidente en uno de sus discursos más cuarteleros, podemos preguntarnos ¿tienen insolvencia o tienen mala fe Sánchez y los suyos? En mi opinión concurren ambas circunstancias, toda vez que rezuman tanta insolvencia para argumentar racionalmente sus decisiones como ilimitada es la mala fe que demuestran al intentar engañarnos.
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