Opinión

Expertos en chorradas

Lo realmente innovador en esta legislatura socialista no es el poder personal de Sánchez, sino el poder colectivo y disperso de los expertos

Hace más de veinte años en un episodio de Futurama nos daban las claves para gestionar de manera racional esta etapa de nuestra historia marcada por la generación masiva y constante de expertos. El episodio, Crimes Of The Hot (Crímenes del sofocón), abordaba la cuestión del cambio climático (cuestión que, un milenio después, aún seguía siendo una emergencia mundial para evitar una extinción inminente). En un momento del episodio, un furgón va anunciando la celebración de una conferencia mundial en Tokio, para la que se pide la participación de la comunidad científica. Aparece un tipo voluntarioso con un diploma en la mano poniendo su conocimiento al servicio de la humanidad. El hombre anuncia que es licenciado en medicina homeopática. “Usted es licenciado en chorradas”, responde el furgón, y despacha al experto con un manguerazo.

Aquella era otra época. Hoy esos licenciados ya no son tratados como anomalías pintorescas cuando pretenden elevarse por encima del populacho, sino que se les confiere el preciado título de expertos que les permite ejercer de eso mismo en la tele. Da igual que el tema del que van a hablar tenga o no relación con su titulación, porque su titulación normalmente es equivalente a una licenciatura en medicina homeopática y la clave del asunto es que son expertos por la gracia del rótulo. 

El otro día llevaron a un miembro de la comunidad del expertís a La Sexta para apuntalar uno de los mensajes básicos en la comunicación política del Ejecutivo: Ayuso, o el mal. “La experta Patrycia Centeno desmonta a la jefa de protocolo de Ayuso”, titulaban triunfales. ¿Qué es una jefa de protocolo, una “empleada” -con esto se referían a la presidenta de la Comunidad de Madrid-, un periodista o el sentido común ante la potencia de un experto? Se abren las aguas ante su mera presencia. Se anuncia su llegada con trompetas celestiales. Los expertos hablan sobre protocolo, sobre ética, sobre política y van deshaciéndose las páginas de los clásicos. “Experta en comunicación no verbal”, matizaba el rótulo. Pero ya decíamos que da lo mismo. A ti te presentan como experto en La Sexta y ya pueden echarse a temblar Locke, Montesquieu e incluso Carl Schmitt, porque tu palabra va a redefinir siglos de teoría política, teoría del derecho y ética. 

Todos estos mensajitos ligeros y aparentemente irrelevantes muestran mejor que cualquier discurso furibundo cuál es el estado actual de la cuestión: la monarquía absoluta republicana como ideal político de nuestro tiempo

“Por protocolo, a los reyes no hay que tocarlos”. Hablaba sobre el incidente protagonizado por el ministro Bolaños, quien decidió saltarse el cordón para colarse en los actos del 2 de mayo, pero hay que empezar siempre en alto. Por eso añadía después que a los ministros tampoco. Todos estos mensajitos ligeros y aparentemente irrelevantes muestran mejor que cualquier discurso furibundo cuál es el estado actual de la cuestión: la monarquía absoluta republicana como ideal político de nuestro tiempo. “Se puede mediar la palabra, pero jamás barrer el paso y menos a un ministro”, añadía la experta en comunicación no verbal y en sometimiento a la Corte Ministerial.

Hemos visto expertos para todo. La semana pasada tocaba defender a la novia en la boda y el niño en el bautizo, antes fue la armonización con Europa como justificación de indultos y reformas legislativas para favorecer a los golpistas socios del Gobierno. En nombre de la ciencia -siempre en nombre de la ciencia, aunque luego sea la ciencia de la comunicación no verbal o la ciencia socialista- han acudido al rescate de cualquier arbitrariedad gubernamental. Han manipulado y retorcido los datos, han justificado lo injustificable y han ido adaptando su mensaje a las necesidades del Gobierno. Han mantenido la obligación de llevar mascarilla por la calle meses después de que todos supiéramos que no servían para nada y que podían incluso ser perjudiciales. ¿Por qué? Porque sí. Por los expertos.

Irrelevantes pero polivalentes

Unas veces no eran nadie, no existían, mientras que otras los representantes de la ciencia en la Tierra no eran más que sociólogos, politólogos, tertulianos, militantes del PSOE o expertos en comunicación no verbal; es decir, en el fondo era siempre lo mismo. Eran irrelevantes, pero ante todo eran polivalentes. Eran expertos en genérico, y lo mismo servían para despreciar la utilidad de las mascarillas en lo peor de la pandemia que para hacerlas obligatorias en la calle. Lo mismo para decretar un confinamiento general que para justificar un indulto masivo. Y lo mismo para reivindicar la república que para exigir reverencia a todos los ministros de Sánchez.

Tienen razón los escribas del faraón: es injusto y equivocado definir esto como sanchismo. Lo realmente innovador en esta legislatura socialista no es el poder personal de Sánchez, sino el poder colectivo y disperso de los expertos, que han sabido jugar a lo mismo que Ulises. Nadie fueron, y nadie nos ha traído hasta aquí.

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