Opinión

Explicando la meritocracia a inútiles

¿Por qué a la izquierda no le preocupan las cuentas del hermano de Pedro Sánchez y lo que se compra o deja de comprar y cacarea contra el avión de Marta Ortega?

La presidenta de Inditex, Marta Ortega, durante la primera convocatoria de la Junta General de Accionistas EP

Debe de ser agotador ser de izquierdas. Tratando todo el día de fingir que eres más feminista que nadie, que quieres darle valor a las mujeres, que existe un techo de cristal impuesto por el fantasma del patriarcado que impide que las mujeres mejor preparadas ocupen los puestos de responsabilidad en las empresas... Y luego llega Marta Ortega, presidenta de Inditex, se compra un jet privado, y tienes que tirar por tierra todo tu discurso porque hay que ir en contra de los ricos y Amancio Ortega, padre de esta señora, es el enemigo público número 1 de España, o eso se pretende.

Así que ahí no queda otra que negar la valía de esta mujer y, a pesar de que estamos en plena fiebre de los juegos olímpicos, donde vemos que solo los mejores, los más preparados y los que más trabajan y se sacrifican llegan, negamos también la meritocracia. La meritocracia no existe, los ricos son ricos porque vienen de familias ricas y tú eres pobre porque los ricos no te dejarán ser rico.

Reconozco que es un discurso perfectamente estudiado que sin duda cuajará en los cerebros inútiles de vagos e inservibles, de todos aquellos que no son capaces de hacer nada con sus vidas y prefieren responsabilizar a los demás antes que a su propia valía. Es difícil hacer entender a estas cabezas perdidas que al rico le importa un pepino de mar si tú eres rico o pobre y que su riqueza no se va a ver afectada porque de pronto tú pegues el pelotazo con esa idea tan arriesgada en la que invertiste lo poco que tenías. También convendría recordar que no todos hemos nacido para ser ricos ni para ser los números uno: tiene que haber número 2, número 3... y número 432.678.

Cree el necio que no hay nada más sencillo que ser rico cuando te viene de familia. Supongo que por eso son varios casos los que conozco ya de hombres de éxito, grandes empresarios, que durante toda su vida trabajaron sin descanso para amasar una fortuna y que, al fallecer, pasaron el relevo a algún familiar: hijos, sobrinos... Esos familiares torpedearon todas y cada una de las empresas y negocios que habían heredado, vendieron propiedades y obras de arte para vivir a cuerpo de rey y, en menos de una década, la gran o pequeña fortuna que les había sido concedida simplemente había desaparecido, dejando en su lugar deudas difíciles de asumir.

A mí me quita tanto el sueño que Marta se haya comprado un avión como que se compre una docena de mantones de Manila. Lo que realmente me fastidia es no poder hacerlo yo

Marta Ortega accedió a la presidencia de Inditex en abril de 2022. Por entonces, la acción de la empresa se cotizaba a 20 euros aproximadamente. Dos años después, las acciones de Inditex valen el doble, 42,83 euros. Esto, señores, es meritocracia, por mucho que les fastidie reconocerlo. Para doblar el valor de la empresa de la que te haces cargo, en tan solo dos años, hay que valer. A mí me quita tanto el sueño que Marta se haya comprado un avión como que se compre una docena de mantones de Manila. Lo que realmente me fastidia es no poder hacerlo yo, pero no por eso voy a menospreciar a esta mujer, a rabiar y a patalear desde mi feminismo impostado e inexistente: voy a darle a la cabecita para ver si encuentro la manera de poder ganar, con mi esfuerzo y mi capacidad, lo suficiente para poder comprarme, al menos, un mantón de Manila.

Pero en todo esto hay algo que me hace pensar que tal vez la izquierda tenga razón con el patriarcado, porque, mientras todos los dedos señalan a Marta Ortega por comprarse un avión con su dinero y saltan las alarmas de lo injusto que es hacerse rico gracias a un familiar, todas esas bocas de izquierda callan cuando Hacienda asegura que el hermano del presidente no puede justificar su patrimonio de 1,7 millones de euros y, además, empiezan a aparecer, como por arte de magia, decenas de miles de euros acumulados en criptomonedas. ¿Aquí sí es meritocracia que el hermano del presidente de España multiplique por seis su patrimonio en apenas dos años? ¿Por qué a la izquierda no le preocupan las cuentas de este señor y lo que se compra o deja de comprar? Una de dos: la izquierda de este país está infectada por el espíritu del patriarcado o hacerse rico está bien, aunque sea de manera no muy transparente, solo si eres de izquierdas.

Me temo que no es el espíritu del patriarcado lo que infecta a la izquierda, sino la hipocresía. Nos dan lecciones de lo que tiene que ser la propiedad privada, de manera que hasta la niñata más ridícula que tiene cuenta en la red social de Elon Musk va pregonando cosas del tipo: “Tu casa no es propiedad privada pero mi iPhone sí, porque nadie quiere mi iPhone”, mientras las cúpulas de Podemos, PSOE y Sumar acumulan propiedades inmobiliarias como si fueran cromos.

Spoiler para la cría del iPhone: no te des un paseo por Badalona, por ejemplo, con tu iPhone en la mano, que vas a descubrir a quiénes si les interesa tu móvil y quiénes son capaces de reventarte a palos y dejarte tirada, junto a los contenedores de basura, solo por quitártelo. Entonces ya será tarde para que vengas a defender que lo que es tuyo, es tuyo.

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