Son tantas las fake news que nos emite permanentemente el Gobierno, que parecemos ya resignados a aceptar semejante tropelía con naturalidad. De ese modo, emitida una falsa new y reproducida de manera entusiasta por el numeroso ejército de corresponsales mediáticos de La Moncloa, la falsedad queda instalada en la conciencia social cual si fuera verdad. Como muestra de lo afirmado, voy a referirme a dos recientes ejemplos.
Vamos con el primero. Tras criticar el Partido Popular la distribución por Comunidades y Municipios de los fondos europeos, el Gobierno quiso desactivar la crítica y desacreditar al crítico, exhibiendo una carta en la Ursula Von der Leyen emitía una felicitación a Pedro Sánchez por sus gestiones relativas a los citados fondos. Inmediatamente arreciaron las descalificaciones a Pablo Casado. Era un irresponsable por atreverse a criticar al Gobierno en una cuestión en la que había sido felicitado por la presidenta de la Comisión Europea. Por supuesto, los voceros del Gobierno repitieron como el eco el argumento. No pasaron más que unas horas y Von der Leyen desmintió rotundamente la fake, comunicando que la felicitación no era más que protocolaria y, además, referida exclusivamente a las gestiones del Gobierno español realizadas ante Bruselas, en ningún caso a la distribución interna de los fondos entre comunidades y municipio. Ni el Gobierno ni sus voceros han rectificado ni, por supuesto, han retirado las críticas al líder de la oposición. Y, además, el final del episodio ha tenido escasa repercusión. La fake le ha salido rentable al Gobierno.
Sin mover un músculo de la cara se ha atrevido a manifestar que no existe ningún estudio científico que concluya que las subidas del salario mínimo resulten negativas para el nivel de empleo
Y ahora el segundo. Tras volver a subir el Salario Mínimo Interprofesional, en este caso repentinamente y en vísperas de las elecciones celebradas ayer Castilla y León ¡Qué casualidad!, hasta 1.000 euros/mes, Sánchez ha explicado en televisión el motivo de la subida. Y, sin mover un músculo de la cara ¡Vaya cara!, se ha atrevido a manifestar que no existe ningún estudio científico que concluya que las subidas del salario mínimo resulten negativas para el nivel de empleo. Por supuesto, el argumento ha sido mediáticamente explotado por sus mariachis.
¿Sabe el presidente del Gobierno que en España existe una institución denominada Banco de España? ¿Sabe que periódicamente emite informes de carácter económico? ¿Sabe que hace aproximadamente doce meses emitió uno analizando precisamente las consecuencias negativas que sobre el nivel de empleo tenían las subidas del SMI? ¿Sabe que las conclusiones del informe cifran en cientos de miles los empleos que no se crearon por aumentar el SMI?
Por supuesto que Sánchez conoce todas las cuestiones sobre las que acabamos de preguntar retóricamente y que todas las respuestas son positivas. Ergo, estas declaraciones presidenciales que hemos reseñado son otra noticia fake. Mintió, pero, como en el ejemplo anterior, le ha vuelto a salir gratis.
Es más que posible que la gratuidad o casi gratuidad que, en términos de coste político, consigue el Gobierno en su constante emisión de fake news sea en parte debido a la propia oposición, cuyos ímpetus se desinflan con inusitada rapidez. Falta consistencia y perseverancia, quizás también solvencia.
En eso, el modelo Ayuso parece imbatible. No existe todavía un solo caso de entre los muchos combates públicos librados entre Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso en el que ésta haya salido derrotada. Parece claro que la presidente madrileña y su entorno, al que ella ensalza en cada ocasión posible, sí disponen de la consistencia, perseverancia y solvencia necesarias.
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