El mundo moderno nunca ha tenido una buena relación con la verdad, por eso se ha construido en contraposición a ella. Como una forma de emanciparse y liberarse de la realidad, la Verdad ha sido señalada como el principal enemigo de este mundo confuso lleno de dolor, sin sentido y guerra.
Este rechazo atávico a la verdad sólo puede significar fascinación por el engaño, la apariencia, el trampantojo y la manipulación. Un mundo donde lo difuso se une al victimismo. Tal es la falsedad de nuestro tiempo que la posmodernidad se construyó alrededor de una mentira a la que llamaron traicioneramente posverdad, (la distorsión deliberada de una realidad para manipular emociones y creencias para controlar la opinión pública y los comportamientos sociales). El nombre de las cosas es el último lugar para encontrar algo de honestidad. Democracia, diversidad, multiculturalidad, libertad.
Un mundo del revés, en el que se ha roto la confianza, en el que los buenos hacen cosas horribles y miserables y todas las palabras han perdido su significado, hasta expresar lo contrario. Un mundo donde no hay género, en el que los hombres son mujeres y las mujeres no quieren serlo. Donde no hay naciones, ni existe la Historia. No hay democracia, ni justicia, ni contrato social. Un mundo moderno que mató a Dios para alcanzar la promesa de libertad sin límites, la sociedad abierta, en el que somos más esclavos que nunca que creemos vivir en la abundancia.
Tal es la mentira en nuestra generación, que nos sustituyeron la vivienda por un teléfono móvil de diseño, y a ese empobrecimiento con fotos falsas en Instagram lo llamaron progreso. El consumo vacío es una vida bulímica de mentiras. Un mundo de roedores que corren en una rueda de hámster que hacen girar, producen, pero no avanzan persiguiendo un video de TikTok donde aparece un trozo de queso, al que le cambian el video cuando quieren que modifique su comportamiento. No podemos aspirar a más en un mundo que ha proscrito la Verdad y la duda planteada con honestidad.
Un mundo de Inteligencia Artificial (IA) en el que ya no es real ni una foto de la realeza británica. Los medios de noticias no proporcionan información, sino propaganda, el mensaje del poder. Somos una sociedad tan sumisa y destruida que duda de lo que ven sus propios ojos hasta que no lo haya publicado El País o el New York Times. Como si el cerebro lavado con publicidad no se diera permiso a pensar, por miedo de quedar descolgado de un rebaño.
Somos una sociedad tan sumisa y destruida que duda de lo que ven sus propios ojos hasta que no lo haya publicado El País o el New York Times
La situación es extremadamente grave, no alteraría el retiro de Semana Santa si no fuese así. Vivimos un ambiente prebélico en Europa con con la misma inconsciencia y frivolidad que lo hizo antes de la Primera Guerra Mundial. Pero ahora en el mundo de la posverdad.
Se percibe ansia en las declaraciones de los políticos occidentales porque se produzca la chispa definitiva que desencadene una Tercera Guerra Mundial. En Moscú han asesinado a 140 personas en un concierto unos mercenarios de Tayikistán contratados por 10.000 € a través de la aplicación Telegram. Terrorismo y globalismo: deslocalización de la mano de obra barata controlada por una aplicación de tecnología. El atroz atentado ha sido reivindicado por el ISIS, pero nadie le ha hecho mucho caso. La gente está harta de intermediaros, guerras proxys y falsas banderas. ¿Qué pinta el Estado Islámico ahora en Moscú? Sólo puede tener sentido si atendemos a quién está en realidad detrás del ISIS y no a quien dice ser.
Se percibe ansia en las declaraciones de los políticos occidentales porque se produzca la chispa definitiva que desencadene una Tercera Guerra Mundial
Las guerras en la posmodernidad se subcontratan a organizaciones creadas al efecto para mantener un relato hipnótico de dominación sobre la democracia y el victimismo. Lo importante es el negocio. Para que funcione la industria es necesario crear un mercado, allá donde se produce la guerra, y unos inversores «voluntarios», los contribuyentes, a los que hay que mantener en un relato de ficción democrática para que no se rebelen ante el expolio a sus bolsillos en una economía de guerra o las levas a sus hijos. La guerra moderna es una transferencia de rentas de muchos pobres a unos pocos ricos a costa de destruir naciones, pueblos y generaciones.
Josep Borrell Alto Representante de la UE advirtió una verdad y una mentira en la CNN. «No podemos permitirnos que Rusia gane la guerra, de lo contrario los intereses estadounidenses y europeos se verían perjudicados. No es una cuestión de generosidad, de apoyar a Ucrania porque amamos al pueblo ucraniano. Es una cuestión de nuestro propio interés».
Reconoce que esta guerra es por interés de los EE.UU., y el suyo propio. Borrell es de esa élite globalista de burócratas en Europa que no se identifican con la tragedia que supone una guerra para las naciones y los pueblos, a los que quieren destruir, sino con el negocio que genere esa destrucción y la comisión o incentivo que reciban. Apoyan la escalada de la guerra porque les importa tanto Europa como la vida de los ucranianos o la de usted y su familia, nada.
La mentira es que los intereses de una élite transnacional en EE.UU. sean los mismos que los del pueblo americano y mucho menos los de Europa. Estamos secuestrados en una democracia falsa que nos lleva con fervor frívolo a una Tercera Guerra Mundial real que nadie quiere. Sólo me queda pedir cordura y serenidad. Sé que la Verdad es mucho más poderosa y prevalecerá.
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