A la sociedad española le fascina vivir de (y en) sus fantasías. En especial, en la fantasía de ETA derrotada. Le hace sentir bien. Le proporciona un calorcillo moral. Sospecho además, que le ayuda a tragar el ascenso victorioso de ETA, el obsceno desprecio y maltrato a sus víctimas, la celebración y liberación de sus asesinos (¿alguien duda de ese será el punto final de la operación limpieza de sangre, protagonizada por Sánchez, si gana el 23J?).
ETA no era exclusivamente una banda de patriotas vascos antiespañoles y asesinos, también, y sobre todo, era un proyecto de país (fantasía) vasco, libre de los odiados españoles
Es duro, arduo de tragar, se entiende: hablamos de un conglomerado de nacionalistas racistas que piensa y dice, con el mayor descaro, que pertenece a una raza superior y en consecuencia merece, exige (y se le concede), vivir mejor, mucho mejor, que el resto de los españoles. Tiene que ser muy duro, hasta para una sociedad con unas tragaderas tan descomunales como la española. Lamento incordiar, se vive muy cómodo en la fantasía de la derrota etarra. Pero. ETA y el nacionalismo vasco son y siempre han sido alimañas simbióticas.
¿Cómo puede decirse que ETA ha sido derrotada si está en el gobierno de España (Bildu)? ETA no era exclusivamente una banda de patriotas vascos antiespañoles y asesinos, también, y sobre todo, era un proyecto de país (fantasía) vasco libre de los odiados e inferiores españoles. Cuando las balas y las bombas son meros instrumentos de un designio ideológico, dejan de ser bombas y balas: se convierten en programa político: “la Patria os contempla orgullosa”.
¿Mataba ETA por placer, por racismo? No. Mataba para liberar a los vascos de la “ocupación” (fantasía) española. Querían lo mismo que quieren ahora, la única diferencia es que ya no necesitan matar para obtenerlo. Se llama adaptación táctica, no derrota.
Sí, ya sé que es asombroso, pero esos zumbados están convencidos de pertenecer a una raza superior, y de que el destino de su raza es imponer su imaginaria superioridad genética (fantasía) y su lamentable jerigonza al resto de los españoles
Loa patriotas asesinos vascos no eran psicópatas, catalogarlos así es proporcionar a la infamia y al horror una excusa. Mataban por la Sagrada Patria Vasca (fantasía) y mataban para que la Sagrada Patria Vasca se independizase de la odiada España. Dicho simplemente, para que los patriotas vascos, desde el PNV a ETA, gobernasen un país, Euskadi (fantasía), en manos al fin de sus milenarios (fantasía) y legítimos dueños: la raza superior vasca (fantasía). Sí, ya sé que es asombroso, pero esos zumbados están convencidos de pertenecer a una raza superior, y de que el destino de su raza es imponer su imaginaria superioridad genética (fantasía) y su lamentable jerigonza al resto de los españoles. Asunto no menor. Imponer la jerga euskera a los niños españoles (todos los niños que viven en la región española llamada País Vasco), es una forma de abuso infantil. En la práctica, esa imposición significa condenar a esos niños a la pulsión tribal, siempre grotesca y reaccionaria, de por vida.
He vuelto a pensar en estas obviedades, porque un dirigente del partido Bildu amenazó con volver a matar (si no nos dejan soñar, no los dejaremos dormir, reza el eufemismo). Se trata de una amenaza clara, según mi entendimiento. Mataban porque no los dejaban soñar con una Patria, pero, llegó el momento en el que el PSOE se convirtió en una especie de Clínica del Sueño del Dr. Estivill para etarras, y entonces ya no necesitaron seguir matando. Gracias al PSOE, podían volver a soñar con una Patria libre de odiados e inferiores españoles. ¡Y hasta les permitirían entrar en el Gobierno de España, sabiendo perfectamente cuál era su sueño! Sin embargo, si vuelven a impedirnos soñar, a saber qué puede pasar. De inicio, no los dejaremos dormir, después ya se verá. Eso viene a decir el “político” de Bildu.
Digamos el delirio de que los ciudadanos gallegos, vascos, catalanes, andaluces (fantasías) y así hasta la totalidad de las diecisiete tribus, existen
La fantasía de que ETA ha sido derrotada no es la única fantasía que corroe la sociedad española, acarreándole daños muy considerables. El primero, diluir su unidad ciudadana y alimentar delirios nacionales en cualquier aldea insignificante. Digamos el delirio de que los ciudadanos gallegos, vascos, catalanes, andaluces (fantasías) y así hasta la totalidad de las diecisiete tribus, existen. Esta fantasía múltiple, a primera vista, inofensiva, es un ponzoñoso ingrediente disociador de la España de ciudadanos libres e iguales. A más ciudadanos del país de las fantasías tribales españolas, menos ciudadanos españoles, que a fin de cuentas son los únicos que hay en España.
Hay grandes fantasías, existenciales podría decirse, como las que hemos apuntado, y pequeñas (aunque no menos dañinas y costosas) fantasías (de andar por casa, me gusta llamarlas) del tipo “existe un nacionalismo catalán moderado”, “Collboni es constitucionalista”, “la izquierda es moralmente superior”, “Ada Colau no es independentista”, “Vox es un partido fascista”, “la violencia de género existe”, “el hombre heterosexual no está discriminado legalmente en España”.
La afición de los españoles a aceptar, qué digo, abrazar con gran entusiasmo estas fantasías y otras por el estilo, ha tenido y tendrá resultados desastrosos para el futuro de la democracia española. Se impone un regreso a la realidad. Si es aún posible. Es obvio que ese regreso sólo podrá plantearse si Pedro Sánchez pierde las elecciones. El sanchismo debe morir.
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