Opinión

Feijóo se blinda en el PP

Iba a titular esta columna Feijóo se galleguiza pero me parece un juego de palabras demasiado previsible para dar un rodeo innecesario sobre lo que opino: que Alberto Núñez Feijóo se blinda, que opta por el camino más fácil,

Iba a titular esta columna Feijóo se galleguiza pero me parece un juego de palabras demasiado previsible para dar un rodeo innecesario sobre lo que opino: que Alberto Núñez Feijóo se blinda, que opta por el camino más fácil, no sé si el más seguro, rezando para que Alfonso Rueda no pierda la Xunta de Galicia dentro de seis meses por un acuerdo PSOE/Bloque Nacionalista Galego y a la espera de que Pedro Sánchez se achicharre con Ley de Amnistía.

En lugar de convocar un congreso ordinario del PP -toca tras la defenestración de Pablo Casado hace año y medio-, un cónclave donde debatir y aprobar nuevos proyecto y equipo, Feijóo ha preferido no tentar la suerte de algún tipo de contestación interna después de la decepción del 23 de julio -meigas, haberlas haylas- y blindarse con los suyos para una legislatura que esperaba vivir en La Moncloa.

El ganador de las elecciones (quien lo diría) se ha limitado a ejercer un movimiento defensivo, a reasignar tareas en el equipo que le acompaña desde aquel congreso extraordinario de abril de 2022. Visto desde fuera, el principal objetivo parece frenar la ansiedad del PP durante estos próximos cuatro años; los que puede acabar durando la legislatura a poco que Sánchez se lo proponga con la inestimable ayuda del antisanchismo más hiperventilado manifestándose cada noche ante la sede socialista de la calle Ferraz.

¿Por qué aparta Feijóo a Cuca Gamarra de la portavocía del PP en el Congreso -dejándola el premio de consolación de la secretaria general de un partido en el que solo manda él-, si con ella dando la cara los miércoles de control y ‘guardándole ausencia’ durante año y medio el partido ha pasado de 89 a 137 diputados en las elecciones del 23J?

¿Por qué, si no por esa ansiedad y esa frustración de haber acariciado, sin éxito, La Moncloa, necesita el PP cambiar nada menos que a su portavoz en el Congreso, Cuca Gamarra, cuando acaba de ser el partido más votado en unas elecciones? ¿Por qué sustituirla por un hombre, Miguel Tellado, dato éste no menor?¿Por qué, en definitiva, aparta Feijóo a Gamarra -dejándola el premio de consolación de la secretaria general de un partido en el que solo manda él-, si con ella dando la cara los miércoles de control y guardándole ausencia en el Congreso, el PP ha pasado de 89 a 137 diputados?

Leo que con Miguel Tellado, mano derecha suya desde los tiempos en la Xunta de Galicia, haciendo tándem con el presidente desde el Grupo Popular del Congreso, ahora sí el discurso del PP va a ser más duro… Pues a mi Gamarra no me ha parecido blanda en estos cuatro años; ni antes con Pablo Casado, ni hoy con Alberto Núñez Feijóo en el puente de mando.

Y, además, dejémonos de coñas: la política no es una cata de turrones, esto va de resultar efectivo en una legislatura en la que el PP tendrá que combinar palo y zanahoria, de atacar y también de sufrir desgaste cuando pacte, sí o sí, con el anticristo Sánchez un Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) cinco años caducado y que amenaza con colapsar el funcionamiento de muchos tribunales. Antes que Feijóo un tal José María Aznar y otro tal Mariano Rajoy pactaron y no se les cayeron los anillos; es más, lograron después mayorías absolutas, creo recordar… Realpolitik se llama.

El problema de Feijóo no es Gamarra, por más que ahora la use de ‘fusible’ para evitar ser cuestionado, ni la solución ascender a otro gallego, Tellado, dando imagen de bunkerización más que otra cosa; el problema es que, en dos años que va a hacer al frente del PP no ha dejado de dar sensación de que juega en campo contrario, el que fija Sánchez en cada momento.

Si lo que se quiere transmitir es que el nuevo portavoz en la Cámara Baja, Tellado, va a ser un poli (más) malo que va a regalarnos frases tipo “el que tiene que salir en un maletero es Sánchez, no Puigdemont”… qué quieren que les diga: gustará mucho a los muy cafeteros -esos votan contra Sánchez haga lo que haga-, pero solo eso no va a garantizar al PP que vuelva a ganar las elecciones de 2027, ni le va a servir para atraer a ese PNV y a ese Junts per Catalunya, hoy por hoy aliados de Sánchez, con el objetivo de tumbar juntos el programa económico de PSOE/Sumar.

No, el problema de Feijóo no es Cuca Gamarra, por más que la intente usar de fusible para evitar un cuestionamiento del liderazgo que, hoy por hoy, no se ve; ni la solución es ascender a otro gallego en el escalafón, dando así imagen de bunkerización más que de otra cosa. El problema es que, en los dos años que va a hacer en febrero al frente del PP, no ha dejado de dar la sensación de jugar en campo contrario, donde fije en cada momento un Sánchez que lleva la iniciativa.

El político gallego llegó como la esperanza blanca del PP solvente frente a la bisoñez del dúo Casado/Teodoro García Egea. Cuatro mayorías absolutas en Galicia le avalaban, y eso, y sobre todo haber sido el más votado el 23J, le garantizan que nadie va a moverle la silla antes de tiempo, esto es, antes de que los meses y años de legislatura vayan pasando y el partido se impaciente con la vana expectativa de una victoria sobre Pedro Sánchez que nunca llegue de su mano.

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