Opinión

Feijóo, de Clark Kent a Supermán

Cuando lo que se tiene enfrente es la barbarie, no se puede buscar ámbitos dialoguistas y buenistas, no.


El problema de España no es el gobierno, es la oposición. Y el partido más fuerte, el que ganó sin dudas las últimas elecciones, es el Partido Popular. Un partido que se encuentra en una crisis gigante de identidad y representación.

Su líder actual debería asomarse y mirar al otro lado de los Pirineos especialmente y con urgencia. Si lo hiciera, vería la fotografía general y, seguramente, la próxima vez que se mirase al espejo podría preguntarse: “¿Quo Vadis Alberto? Porque todo el mundo va para un lado, mientras aparentemente él es el único líder de derecha europeo que va para el otro.

Vería que la CDU alemana ya corre mirando hacia atrás. Se salvará, es probable. Porque su líder actual dio unos cuantos pasos en el sentido contrario al que caminaba su partido, pero siente el aliento del ADF en la nuca. Macron también se corrió a la derecha, tuvo que nombrar un primer ministro de derecha para permanecer en el poder, y por los pelos.

Hay un auge de una derecha combativa, y lo que la población elige hoy son derechas combativas, enérgicas, pero que dan la batalla cultural, que enfrentan los intentos chavistas y también globalistas

Si Feijóo mirase bien vería claramente el signo de los tiempos. Hoy no se ganan elecciones con el centro, el centro no existe más, no hay nada en el centro. Si lo dejaran, vería con claridad que no es ni siquiera un fenómeno europeo, es de concordancia global. Hay un auge de una derecha combativa, y lo que la población elige hoy son derechas combativas, enérgicas, pero que dan la batalla cultural, que enfrentan los intentos chavistas y también globalistas.

En el resto de Europa hay una reacción en cadena evidente que los populares no ven, hoy ganan los anti globalistas, que luchan en el mundo por los valores de Occidente, que están en contra de la inmigración ilegal, en contra de que permitan hormonar niños para cambiar de sexo, y que ponen un freno a todas las barbaridades del wokismo populista. El centro ya no guarda ningún valor, como el que tenía cuando las viejas socialdemocracias buscaban el centro y lo encontraban.

Lo que Feijóo debe entender rápido es que el centro no es un lugar geográfico. Si la izquierda mueve el centro, no puedes seguir buscando el centro en el mismo lugar. Feijóo tiene alguna de las características necesarias para convertirse en un líder más combativo, es un músculo que le ha dormido su entorno, pero que aún está a tiempo de desarrollar.

Lo que hace falta es que pase de ser Clark Kent a Superman. Si se reconvierte, estará en consonancia con la derecha que está triunfando en el mundo.

La gente lo que quiere es una fuerza lo suficientemente fuerte como para combatir a esa izquierda populista que ha demostrado que, con buenos modales, con políticas de centro, siendo progre a veces, no les ganas nunca

Hoy el mundo vota héroes populares, como Milei, como Trump, como Meloni. El candidato alemán claramente no grita como ellos, porque los alemanes no tienen ese estilo. Es un abogado liberal que se llevó muy mal con Merkel, casualmente por la deriva izquierdista de Merkel, pero ese estilo serio del alemán promedio hoy no modifica su intención de voto.

La gente lo que quiere es una fuerza lo suficientemente fuerte como para combatir a esa izquierda populista que ha demostrado que, con buenos modales, con políticas de centro, siendo progre a veces, no les ganas nunca. ¿Y qué le impide a Feijoo hacer lo que tiene que hacer? Se lo impide un partido invadido por gente mediocre, salvo excepciones. El promedio del PP está inmerso en una mediocridad que no permite que Don Alberto como dirigente se reconvierta.

Feijóo, para pasar de Clark Kent a Superman, lo único que necesita es cambiar dentro de una cabina telefónica, pero si la cabina telefónica es el PP, está en problemas, porque es un lugar muy incómodo y lleno de gente que tampoco quiere dejar el lugar que ocupa, aunque no esté a la altura. Los actuales líderes triunfantes demuestran que son líderes cuando siguen el camino que los lleva al triunfo, pese a todo y a todos.

Cuando un equipo de fútbol asciende, lo logra porque decenas de jugadores dejaron la vida en cada partido, pero al ascender la mitad del equipo ya no sirve para la nueva categoría, y hay dejarlos de lado, por mucho que duela, por mucho que hayan luchado juntos, esto es lo que Feijóo no entendió.

Feijóo tiene una oportunidad de oro. De oro, de quedarse con el poder en España. Da la impresión de que tiene que tomar el toro por las astas de una vez. Es lo único que le queda

No es tiempo de dirigentes como Chamberlain. Cuando lo que se tiene enfrente es a la barbarie, no se puede buscar ámbitos dialoguistas y buenistas, no. Frente a la barbarie, necesitamos dirigentes que sepan que enfrente está la barbarie. Hoy se necesitan Churchills, no Chamberlains.

Feijóo tiene una oportunidad de oro. De oro, de quedarse con el poder en España. Da la impresión de que tiene que tomar el toro por las astas de una vez. Es lo único que le queda. Ver lo que está pasando en el mundo y tomar el toro por las astas. Feijóo necesita que en su partido haya una fuerte toma de conciencia, porque si no le va a tocar liderar el PP sin llegar a ser presidente. Claro, así podrían pasar años, años y años.

Mientras tanto, el manual del populismo chavista se está aplicando a la perfección. Le dan lo que sea (literalmente) a los partidos vascos y catalanes para que se queden adentro. Tomaron por asalto Radio Televisión Española ignorando la desgracia más grande de los últimos tiempos, porque para ellos es más importante una cosa que la otra. Su propia ignominia les permite manipular descaradamente la realidad. Y lo logran. Cada día que pasa son más fuertes.

Cómo achicar a Vox

A esta altura cabe destacar la paradoja de la tolerancia. Desarrollada claramente por el filósofo Karl Popper en La sociedad abierta y sus enemigos (1945). Popper sostiene que, si se permite la expansión sin control de ideologías intolerantes, éstas podrían explotar los valores de una sociedad abierta, para destruir la propia tolerancia mediante políticas opresivas.

Como si todo lo anterior fuera poco, el líder gallego necesita achicar a Vox, porque la experiencia con Vox en las comunidades autónomas ha sido mala. Entonces para qué ganar el gobierno, tener el gobierno y que al año Vox se vaya de la coalición y lo deje de a pie para que vuelva Sánchez. Vox ha demostrado que, sorprendentemente, no le interesa gobernar, sino alguna otra cosa que debe entender la presidencia del partido, parece ser pura necesidad de influencia. Y ese es un problema adicional que ataca a Feijóo justamente por la diestra.

Esperemos que Alberto despierte a tiempo de este largo letargo en el que podría diluirse su futuro político.

 

 

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