Opinión

Feijóo el conciliador

El líder del PP debería escuchar lo que quienes defienden a España en Cataluña tienen que decirle

Hace dos meses justos, ¡cómo pasa el tiempo! escribí aquí sobre el recién nombrado entonces presidente del Partido Popular Alberto Núñez Feijoó con motivo de su primera visita a Cataluña, por supuesto a un foro empresarial, el Círculo de Economía. Sin sorpresa pero con desilusión, constataba de nuevo la distancia infinita que ha existido siempre entre el Partido Popular y su electorado catalán, desde aquel vergonzante día en que José María Aznar entregó la cabeza de Alejo Vidal Quadras a Jordi Pujol.

Una ya tiene sus trienios y la esperanza de que Feijoó rectificara con el curso de los días el rumbo de la nave pepera catalana era más bien inexistente, pero lo que tampoco podía esperar es, un día sí y otro también, fotografías del salvador del centro-derecha con Miquel Roca, el conde de Godó y personajes en la misma línea, sonriendo todos muy felices de haberse conocido, dispuestos a conciliar, compadrear y dejar los temas complicados para mejor ocasión, porque nosotros sabemos lo que necesita Cataluña y, además, lo importante es la economía y no vamos a dejar que asuntillos sin importancia como el derecho a la Educación en español en España nos arruine la tarde, el canapé y la foto.

Pero ya están cansados de un liderazgo que no da con la persona, de no saber aún y ni siquiera poder sospechar quienes serán los candidatos en las próximas elecciones municipales


Feijoó ni comprende Cataluña ni está en contacto con su electorado, que se resiste al nacionalismo como gato panza arriba, con la determinación de los que profesan una religión minoritaria en territorio hostil. No se da cuenta de que el espacio sociológico de la derecha ya está ocupado por Junts per Cat y en muchos casos por Esquerra, y que los que podemos votar por su opción nos movemos por algo que no tiene que ver con la economía, que en cualquier caso será la que nos imponga el Banco Central Europeo, sino con los principios y por qué no usar la palabra, con el patriotismo. Los que un día votaron al PP lo hicieron esperando una defensa cerrada y sin fisuras de cuatro ideas, pero fundamentales. Sin componendas,  sin alusiones gratuitas a la “nacionalidad”, sin los guiños constantes al nacionalismo. Pero ya están cansados de un liderazgo que no da con la persona, de no saber aún y ni siquiera poder sospechar quienes serán los candidatos en las próximas elecciones municipales, de sentir que el Partido Popular da la región por perdida y parece entregar los puntos del partido sin ni siquiera haber empezado a sudarlos.

Sin ilusión y sin esperanza, hubiera estado muy bien que las fotos con la élite empresarial barcelonesa se hubieran completado con otras tomadas en algún pueblo de Lérida o de Gerona, de esos en los que ser del Partido Popular es una de las peores maneras de estar solo, y que los antiguos votantes del PP se vieran a sí mismos en compañía de su líder, pero no ha sido así. Las cabezas pensantes del partido deben saber más de estas tierras que los que se han batido el cobre en ellas y se tiraron a la piscina constitucionalista creyendo que había agua, en vez de Círculos de todo tipo con sus correspondientes alfombras.

Esos votantes del PP que antes pasaban a engrosar la abstención tienen ahora opciones a su derecha y a su izquierda. Vox y Valents están ahí, junto con lo que quede vivo, si es que aún queda algo, de Ciudadanos. Si el PP quiere recuperar voto tendrá que salir a ganarlo en la calle, donde hace calor y se pisa asfalto, y la gente no lleva trajes hechos a medida. Feijoó debería escuchar lo que los que defienden a España en Cataluña tienen que decirle. A Feijoó deberían importarle esos votantes o por lo menos dar la impresión de que le importan. Menos Roca y menos Conde, y más la vida real

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