Con independencia de quien dice la verdad, solo ellos dos los saben, creo que lo que más daño está causando a Alberto Núñez Feijóo es haberse declarado ”engañado” por Pedro Sánchez en la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), a cuento de la rebaja de quince a siete años de cárcel la pena por sedición; ya saben, esa supuesta reforma que facilitaría al huido Carles Puigdemont volver más pronto que tarde a ver al Barça al Camp Nou cuando regrese a España.
No es mi propósito escribir sobre el Guadiana de la sedición, que aparece y desaparece a conveniencia de Sánchez. Anunciada la rebaja de penas por él en una entrevista concedida en diciembre de 2019 -no figura como tal ni en el programa del PSOE ni en el acuerdo de coalición con Podemos-, ya la paralizó una primera vez en 2021 porque no iba a ser de aplicación a Oriol Junqueras (ERC) y demás dirigentes de ERC y de Junts per Catalunya, a punto de ser excarcelados por entonces.
A lo que se ve, ahora quiere recuperarla por exigencias del guión presupuestario y, sobre todo, para que a sus hoy socios Junqueras y Pere Aragonès c’est la vie los de Puigdemont no les tilden de botiflers (traidores) por las calles de Cataluña en las próximas elecciones municipales y presumiblemente luego en las autonómicas; que la legislatura autonómica no da para más después del cruento cisma independentista con la Generalitat sin presupuesto y Aragonès colgado de la brocha.
Bien podría ocurrir, sin embargo, que este revival de la sedición fuera otro trampantojo Made in Moncloa y que el uno de enero, cuando Sánchez vea los últimos presupuestos de la legislatura aprobados y publicados en el Boletín Oficial del Estado (BOE)… si te he visto no me acuerdo. Y el PP habría caído en una de esas trampas para elefantes que, de cuando en vez, le tiende Sánchez, cómodo con el bloqueo del CGPJ a manos del PP más ”radical”.
”¿Alguien imagina a Page de campaña en Talavera de la Reina, a Vara en Mérida o a Lambán en Egea de los Caballeros, con España contemplando indignada el despliegue de la alfombra roja de la sedición a un Puigdemont que la ha despreciado? Yo no
Porque, pensándolo detenidamente, ¿Para que necesita el inquilino de La Moncloa apostar tanto por una ERC ciertamente tóxica fuera de Cataluña, si tiene previsto tirar la casa por la ventana en un 2023 imperial, con una presidencia española de la UE que no acabará hasta que él no ya haya pasado por las urnas a renovar mandato?
¿Solo por darse el gustazo de aprobar una Ley Trans que está cebando una auténtica guerra civil en el PSOE y entre el partido y sus feministas? ¿Por aprobar una Ley de Vivienda que no acaba de salir porque el propio Sánchez se niega a poner tope los alquileres de pequeños propietarios -muchos, votantes socialistas-, y esa otra Ley de Bienestar animal auspiciada por los de Ione Belarra que tiene levantados en armas a los cazadores y en general al mundo rural?… Se antoja demasiado alto el precio a pagar en las urnas.
Y antes, incluso, de todas esas consideraciones y factores que operaran, sin duda, en contra de la continuidad de Sánchez: ”¿Alguien se imagina a Emiliano García Page haciendo campaña electoral allá por mayo en Talavera de la Reina (Toledo), a Guillermo Fernández Vara en Mérida (Badajoz) o a Javier Lambán en Egea de los Caballeros (Zaragoza), mientras la España indignada contempla cómo se despliega alfombra roja a un Puigdemont que la desprecia?… Lean, lean, el rechazo del ex presidente de la Generalitat huido esta misma semana a ”soluciones personales” (sic):
¿Se imaginan -permítanme que insista- semejante humillación infligida por el propio gobierno a una ciudadanía que, en esos días de abril o mayo en que la supuesta rebaja de la sedición vería la luz en el BOE, tienen que decidir si revalida en el cargo a miles de alcaldes socialistas como Abel Caballero (Vigo), Óscar Puente (Valladolid), y a presidentes como Page, Lambán, Vara, Ximo Puig (Comunidad Valenciana), Adrián Barbón (Asturias), Francina Armengol (Baleares), Concha Andreu (La Rioja) y María Chivite (Navarra)?
¿Todos haciendo malabares verbales en mítines y entrevistas, mientras sus oponentes del PP les martillean un día sí y otro también con la excarcelación del muy odiado fuera de Cataluña Carles Puigdemont, además de con la crisis y la inflación?… Yo no, porque creo que Sánchez no ha decidido suicidarse; es más -modo ironía- juraría que lo que quiere es ganar las elecciones generales a Feijóo seis meses después, en diciembre, y seguir en La Moncloa hasta 2027. Así que, siquiera por higiene mental, no voy a seguir con el ”futurible hipotizable”, que le gusta decir con retranca a Felipe González.
¿Qué puede ser, si no un juego de pícaros, la negociación entre dos que compiten en el quítate tú que me pongo yo? Siendo benévolos, un honorable mus; lo sorprendente aquí es que Feijóo haya suspendido la mano al grito de: ”¡Que me ha engañado!”
Todo lo expuesto anteriormente busca argumentar lo arriesgada que me parece la estrategia popular y ahora voy a detenerme en la dudosa rentabilidad de hacerse el ”engañado” en política; en lo poco creíble que me resulta la pretendida transfiguración de Alberto Núñez Feijóo en aquel inolvidable capitán Renoir de Casablanca -“¡Qué escándalo, Rick, aquí se juega!”, le reprochaba a Humphrey Bogart mientras se metía un sobre con dinero al bolsillo- a propósito de las negociaciones entre el dirigente de Génova 13 y el inquilino de La Moncloa.
Pero, ¿Qué puede ser, si no un juego de pícaros, cualquier negociación entre dos líderes que compiten día a día en el quítate tú que me pongo yo? siendo muy, pero muy benévolos, un mus; y una mano, ya saben, tiene sus envidos, sus órdagos, sus paso para ver que jugada tiene el de enfrente y sus faroles… aquí lo sorprendente es que uno de los jugadores -el que lleva veinte años jugando al mus en Galicia y ganando una y otra vez por mayoría absoluta- haya suspendido la partida al grito de ”¡Sánchez ha engañado!”.
Imagino que los múltiples asesores del gallego habrán calculado el coste de una suspensión negociadora basada únicamente en la esperanza de que cale en el imaginario ese manido por el PP desde hace cinco años ”Sánchez no es de fiar”. Así cobrarían todo el sentido las palabras del Esteban González Pons matizando el muy irritado ”con este PSOE ya no negociaremos” que pronunció inicialmente Feijóo.
No le arriendo al líder del PP la ganancia de ir de ”engañado” por Sánchez en este país del pícaro, en esta España donde trilero es sinónimo de listo o espabilao
Aún y todo, no le arriendo la ganancia al líder popular de ir de ”engañado” en este país del pícaros, en esta España donde trilero es sinónimo de listo o espabilao. Va a necesitar meses para recomponerse después de haberse dejado robar la cartera por el ”chisgarabís” de La Moncloa, el okupa (sic) que echó a Mariano Rajoy sin pasar por las urnas, que es lo que piensa mucho votante suyo y de Vox.
Necesita sacudirse ya la sensación de desencanto en algunos sectores del centro derecha a menos de un año en el que se van a jugar el ser o no ser frente a Pedro Sánchez y el PSOE. Porque eso representa un serio problema para quien sigue por delante en las encuestas pero menos que hace cuatro meses; el político que nos fue presentado por el PP como un verdadero hombre de Estado, el presidenciable de las cuatro mayorías absolutas en Galicia que venía a enmendar la levedad de Pablo Casado y su troupe. Ni más ni menos.
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