La mal llamada “Ley del Catalán”, aprobada por los partidos nacionalistas con el apoyo del PSC, persigue un único objetivo: evitar la aplicación de la sentencia del TSJC que obliga a impartir por lo menos un 25% de la enseñanza en castellano. Como han reconocido sus promotores y advertido las asociaciones a favor del bilingüismo, se trata de burlar la decisión del tribunal, causar confusión jurídica y proporcionar a los directores de los centros (muchos de ellos, nacionalistas furibundos) una coartada para seguir aplicando el monolingüismo.
Los niños afortunados, entre ellos los hijos de los políticos que han aprobado la Ley y de los comentaristas que la han alabado, podrán seguir yendo a colegios trilingües, mientras que los niños humildes seguirán sufriendo un sistema que perjudica su rendimiento escolar y su empleabilidad laboral. Para más inri, sus padres seguirán tragando la machacona propaganda que intenta convencerlos de que el monolingüismo es un pasaporte para el éxito, y que sus hijos ya aprenden castellano viendo Youtube.
Siguiendo el modus operandi habitual de la clase política y de la prensa catalana, tan amante de los falsos consensos, se ha destacado en portadas y editoriales el “amplio apoyo” que la Ley ha recibido en el Parlament
En un alarde de cinismo, los socialistas y sus corifeos mediáticos han querido presentar como un avance el hecho de que la Ley reconozca al castellano como “lengua curricular”, categoría ésta sin ninguna trascendencia práctica, mientras reserva para el catalán la consideración de “lengua vehicular”. Siguiendo el modus operandi habitual de la clase política y de la prensa catalana, tan amante de los falsos consensos, se ha destacado en portadas y editoriales el “amplio apoyo” que la Ley ha recibido en el Parlament.
Las asociaciones que se oponen al monolingüismo se ven abocadas a una interminable y extenuante batalla judicial, con unos apoyos políticos menguados. Si el PSC se ha permitido apoyar esta Ley es porque cree que la “amenaza naranja” ha desaparecido y que puede permitirse volver a mangonear al electorado sin ninguna consecuencia grave. Después de muchas decepciones y traiciones, cientos de miles de catalanes parecen resignados a la abstención, a vivir de espaldas a la política, como ciudadanos de segunda que pagan impuestos pero no tienen los mismos derechos que los demás. Sólo la reagrupación del constitucionalismo y la emergencia de fuerzas políticas nuevas como Valents puede suponer un revulsivo en tan lamentable situación.
Felicidades, Salvador, resto de dirigentes y militantes todos del PSC. Habéis añadido una nueva línea a la interminable lista de errores, engaños y traiciones que habéis cometido en perjuicio de los catalanes. Habéis contentado a vuestros socios nacionalistas, con quienes planeáis repartiros Cataluña. Habéis ayudado a apuntalar al Ególatra en la Moncloa. Habéis servido bien a vuestros intereses como agencia de colocación. Habéis actuado como lo que sois: una organización carente de principios, pero poderosa y eficaz.
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