El fichaje de Haaland por el Manchester City compendia todos los males del fútbol actual. Ni uno queda fuera. El negocio por encima de cualquier consideración, la primacía de los clubes estado, la ausencia de cualquier regulación, las infames primas de fichajes a esos agentes o las falsedades periodísticas. Todo.
No podemos saber si el jugador noruego, al que querían todos los grandes clubes de Europa, se ha decantado por el City porque le encanta el proyecto de Guardiola o simplemente por la pasta que atesora. Pero sí sabemos, claro, que el fichaje cuesta el doble del precio oficial por las primas que incluye el traspaso. Porque el club inglés paga los 75 millones de euros de la cláusula de rescisión al Borussia Dortmund y desembolsa otro tanto, otros 75 kilos, que van a los representantes y el padre del jugador.
Como también sabemos, porque así lo hemos padecido, que durante meses numerosas publicaciones periodísticas han dado por hecho que Haaland jugaría en el Barça o en el Madrid. Ergo vuelve a quedar claro que en la prensa futbolística no existe la hemeroteca y que la ilusión vende más que la información. Ese, en todo caso, es el menor de los males del balompié moderno.
Nada puede hacerse contra los petrodólares cuando la competencia por un futbolista se basa en quién paga más. Menos aún, claro está, cuando están permitidas las citadas comisiones multimillonarias
Quizás el mayor de esos males sea la preponderancia, sin duda empujada por la falta de regulación y de controles serios, de esos clubes que pertenecen directa o indirectamente a alguna satrapía del Golfo Pérsico. Nada puede hacerse contra los petrodólares cuando la competencia por un futbolista se basa en quién paga más. Menos aún, claro está, cuando están permitidas las citadas comisiones multimillonarias que el día de mañana, cuando por sin se regulen, se camuflarán con conceptos de cualquier tipo.
Haaland al City. Lógico. Con estas reglas (es decir, sin reglas) y con este fútbol, no podía pasar otra cosa.
Y todo esto nos lleva, claro está, a los miles de millones que lleva gastados el equipo controlado por Emiratos Árabes para reinar en Europa conquistando la Champions. Algo que se le sigue resistiendo porque, por suerte y aunque suene contradictorio, en este hermoso deporte todavía quedan intangibles que impiden que sólo gane el dinero.
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