Opinión

Ya se puede llamar 'fill de puta' a Rufián

Es lo que tiene ser socio de la ultra derecha: los neoconvergentes han abierto la veda contra Gabriel Rufián

Se ha convertido en el blanco preferido de la masa hiperventilada. Si hasta ahora los insultos iban dirigidos hacia los constitucionalistas, los ultras estelados han variado el ángulo de tiro. Los de Torra y compañía no perdonan a Esquerra su giro posibilista, de forma y manera que disparan toda su artillería contra Rufián, el mismo que antes les hacía tanta gracia porque era castellano parlante.

Las amistades peligrosas es lo que tienen. Te acuestas con un supremacista y, a la que te descuidas, pasas de ser uno de los suyos a ser más español que la cabra de la Legión, como le decía el otro día Ramón Cotarelo, un converso clásico, que ha pasado de apoyar a las CUP a Esquerra para recalar en el siempre agradecido seno de Junts per Catalunya. El otro día le hicieron un masaje tan vergonzante en TV3 que ríanse ustedes de las entrevistas de Lauren Postigo a las folclóricas en El Corral de la Pacheca. Pura saturación diabética.

Rufián ha sido escracheado en los últimas días por los CDR, tan prestos a asumir las directrices emanadas desde Waterloo. Son como las pizzas congeladas, tan socorridas cuando no se tiene nada para cenar. No contentos, en las redes lo están poniendo de chupa de dómine, especialmente a partir de una entrevista que el diputado concedía a la COPE el pasado 21, en la que denunciaba el “racismo envuelto en la estelada” contra los menas. Para que queremos más, se dijeron los ultra derechistas. De “vincular racismo con la estelada es de ser un hijo de puta” a “maldito el día que este desgraciado entró en nuestra vida indepe”, todo han sido flores y lindezas. Y no crean que estas cositas las vomitan personas de garrafón y caliqueño, al contrario. Vean lo que le espeta una lingüista y promotora del manifiesto Koiné, ya saben, el que defiende el catalán como única lengua en Cataluña, al afirmar “en mi humilde opinión, eres un hijo de puta con o sin cargo”. Como sea que Rufián es duro fajador, su réplica los puso todavía más nerviosos: “todo el respeto y suerte al espacio convergente”. Tracatrá.

Artur Mas en Ibiza, Jordi Pujol tan pancho en la calle y Junqueras, en cambio, en el trullo. Ya no eres su fill de puta, como diría Eisenhower de Patton

Los herederos del pujolismo están disparando a todo bicho viviente, y ahí tienen a la ANC, que ha dejado clarito que en la próxima Diada no invitarán a políticos, lo que constituye de facto un veto a la presencia de Esquerra en el aquelarre que quieren organizar un año más, jodiendo la marrana en una fiesta que, si no es de todos los catalanes, no tiene sentido. Hay nervios en ese córner y más después que el partido de Junqueras decidiera abstenerse en la investidura de Sánchez.

Sabemos de buena tinta que la orden de romper relaciones públicas con Rufián y los suyos – con Junqueras aún no tiene pelendengues de hacerlo porque, al fin y al cabo, está mamándose una buena cárcel mientras que Puigdemont vive como un faraón en su “exilio” de langostas y óperas – ha sido acogida por los de Puigdemont con alegría. Tener que fingir estar de acuerdo con los rojos nunca fue de su agrado. Ellos son extrema derecha travestida de patriotismo catalán, y la democracia y la izquierda les parecen cosas asquerosas porque lo único que quieren es mandar sin que nadie les chiste.

Lo digo sin obviar que Esquerra es tan culpable como ellos del desastre que vivimos, que las fotos con Otegui del propio Rufián o de Tardá provocan vómito en cualquier persona decente y con dos dedos de frente y que han sido cómplices necesarios para blanquear la podredumbre que ha supuesto en mi tierra el clan de los Pujol con su herencia política de corrupción, dictadura encubierta y supremacismo.

Pero es que, al final, Gabriel, lo único que cuenta en la vida es la clase social a la que perteneces y tú nunca has sido ni serás de los suyos. Ni por origen, ni por apellidos, ni por clase. Os han utilizado para fingir que lo suyo era transversal cuando, en realidad, no era más que teatro. Puigdemont en Bélgica, Artur Mas en Ibiza, Jordi Pujol tan pancho en la calle y Junqueras, en cambio, en el trullo. Ya no eres su fill de puta, como diría Eisenhower de Patton, ahora eres, simplemente, un fill de puta más. Bienvenido al club.

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