Ustedes ya saben, gracias a los probos e ínclitos discípulos de Cucurull y su Instituto de la Nueva Historia –nueva ha de ser, porque la de siempre no tolera tales desvaríos– que la mayoría de gente importante nacida en España y aún en el mundo entero son catalanes. De Cervantes a Leonardo, de Santa Teresa a Erasmo, del Cid a Agustina de Aragón, todos pertenecen a ese singular y predestinado pueblo llamado catalán. La última revelación que estos profetas es que la madre de Beethoven, Ludwig Von, Lluïsset para los amigos, era catalana. Ahí es nada. Y como lo que dicen los historiadores del institutillo ese, lo pagamos todos y cuesta unos milloncejos, forzoso será creerlos.
Pero mucho me temo que sus investigaciones sean, al menos, sesgadas. Porque compruebo que solo hablan de personajes geniales, santos, bien vistos por el establishment catalán. Y, como en la zarzuela 'La Dolorosa' cantan, me da mucho que pensar el hermano Rafael. Así que, yendo de cara a la subvención, servidor se ha puesto a rebuscar en los mismos archivos, bibliotecas, instituciones y contenedores de papel que dichos investigadores. ¿Qué dirán ustedes que he encontrado? Pues que Franco, el Generalísimo, jamás fue gallego ni nació en el Ferrol ni siquiera le gustaba el lacón con grelos. Mi prolija pesquisa me lleva a decir que su nombre en realidad fue Francesc Franc, que nació en Vallgorguina, y que cursó sus primeros estudios en la academia general de los mozos de escuadra de Samarruga de la Punta. Hablando un catalán muy cerrado, muchos de los que le conocieron destacaron lo poco que hablaba. Era por temor a que no se le entendiera, claro. De hecho, Francesc Franc no se sumó al Alzamiento hasta que supo que Joan March, balear, y Francesc Cambó, catalán, se apuntaban. Por aquello de los Païssos Catalans, ya me entienden ustedes.
No fue el único hijo de mi patria chica que ha pasado a la historia, omitiéndose su auténtico origen. Ahí tienen ustedes a esos italianos, siempre ávidos de quedarse con toda la gloria para ellos. Hora es de decir que si Leonardo da Vinci era más catalán que el pa amb tomàquet, Benito Mussolini se llamaba, en realidad, Benet Masdevall y que nació en Puigcerdà. Y qué decir de Lenin, que hijo de Ulldecona, donde se le conocía por el afectuoso apodo de El Nen, el niño, del que, por un error de traducción, se transformó en Lenin. Se ha ninguneado a una serie de personajes históricos por pura envidia. A los catalanes se nos niega el pan, la sal e incluso el jamón, aunque de chorizos andemos sobrados.
Franco era catalán y, por justicia histórica, el 18 de julio debería ser el día del Aixecament Nacional, a la Legión debería llamársela el Tersiu, y de Falange ya hablaríamos, porque José Antonio también era catalán
Por eso me creo en la obligación cívica de decirlo claro y alto: Franco era catalán y, por justicia histórica, el 18 de julio debería ser el día del Aixecament Nacional, a la Legión debería llamársela el Tersiu, y de Falange ya hablaríamos, porque José Antonio también era catalán, llamándose Josep Antoni Cosí de la Riba. ¿O es que acaso su ilustre padre, don Miguel Primo de Rivera, no fue capitán general en Cataluña, urdió su golpe de estado en un reservado del restaurante el Suizo de la Plaza Real barcelonesa y cuando salió en tren hacia Madrid para hacerse cargo del gobierno fue despedido por una multitud entusiasta?¿No proveyó el Caudillo, Cabdill, vamos, de gente que provenía de la Lliga de Cambó todos los municipios catalanes durante los cuarenta años? ¿No dejó que la burguesía catalana mandara lo que le dió la gana? ¿No instaló aquí la SEAT?¿No tuvo en alta estima a Mateu, Porcioles, López Rodó? ¡Claro, por que eran catalanes como él!
Dicho lo cual, espero que me den la subvención ya mismo, porque en verano siempre se hacen gastos y enormidad más grande que esta dudo mucho que la superen Cucurull y sus muchachos. Aunque nunca se sabe.
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