Opinión

Fraude de ley

Son diputados que practican un doble juego: ocupan un asiento en el Congreso de los Diputados que representa a la soberanía nacional con el objetivo explícito de dividir esa soberanía

Los componentes del Congreso de los Diputados son elegidos en circunscripciones provinciales, en listas elaboradas por los diferentes partidos políticos o por coaliciones o agrupaciones de electores, mediante un sistema proporcional imperfecto.

Una vez elegidos, los diputados representan al pueblo español, no estando sometidos a mandato imperativo. Eso es lo que dice el Reglamento de Congreso de los Diputados, pero lo que vemos fundamentalmente en las sesiones de investidura, en los Debates sobre el Estado de la Nación o en las mociones de censura, pero también en cualquier votación, no tiene nada que ver con esa literatura reglamentaria.

Lo acabamos de comprobar en el debate sobre la moción de censura de Vox. El candidato propuesto habló sobre los problemas y posibles soluciones para nuestro país, para la Nación española. La respuesta que recibió, como ocurre siempre en los grandes debates, procedía de tres grupos de diputados: Un grupo de diputados que representan al pueblo español y que, con mayor o menor fortuna, hablaron de España. Fue el caso del PSOE, del PP, de Cs y de Vox.

No me cabe la menor duda de que el comportamiento de esos diputados es claramente ilícito; no en vano atentan con sus manifestaciones contra la soberanía nacional

Un segundo grupo de diputados que en sus discursos, no solo no representan a toda la ciudadanía española, sino que contravienen constantemente lo que prescribe la Constitución española en su artículo 6: “La creación y el ejercicio de la actividad de los partidos políticos son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley”. En ese segundo grupo encuadro a los separatistas. En sus respectivos programas electorales figura explícitamente la fragmentación de la soberanía española. Esos grupos políticos, que compiten en las elecciones generales y cuyos electos toman asiento en las Cortes, se supone que ejercen la representación de la soberanía nacional española; solo se supone, porque cuando hablan en el Congreso no se privan de negar esa soberanía. Formalmente, los diputados independentistas representan a la soberanía española, a la Nación española, a la que se niegan a reconocer como “patria común e indivisible”.

No me cabe la menor duda de que el comportamiento de esos diputados es claramente ilícito; no en vano atentan con sus manifestaciones contra la soberanía nacional. Algún diputado de esas facciones llegó a decir en el Congreso que el Debate sobre el Estado de la Nación no debería titularse de esa manera puesto que en España existe más de una nación. Negar que España es una única Nación, afirmando ese carácter nacional a algunas de sus partes, es atentar contra la unidad de España. Y es un sarcasmo que eso lo defienda quienes están sentados en un escaño representando a todo el pueblo español. Son diputados que practican un doble juego: ocupan un asiento en el Congreso de los Diputados que representa a la soberanía nacional con el objetivo explícito de dividir esa soberanía.

La Constitución francesa de 1958 debería de servir de modelo para evitar esa falacia y ese juego sucio. En su artículo 4 se puede leer: “Los partidos y las Agrupaciones políticas concurren a la expresión del sufragio. Se forma y ejercen su actividad libremente. Deben respetar la soberanía nacional y la democracia”. Lo contrario de lo que ocurre en el Congreso de los Diputados, donde existen partidos que solo representan a una parte de la “voluntad nacional”. Se presentan a las elecciones generales representando a la soberanía nacional, pero con la idea de fracturar de romper esa soberanía.

No comparto ese argumento. Eso mismo serviría para impedir que cualquier mujer acuda a una comisaría a denunciar a su pareja por amenazas. Si no ejecutan, ¿no existe delito?

Algunos teóricos defienden la licitud de esas posiciones rupturistas dado que, pese a que amenazan la soberanía nacional, no pueden ser penalizados porque no llevan a cabo ningún atentado contra la misma. No comparto ese argumento. Eso mismo serviría para impedir que cualquier mujer acuda a una comisaría a denunciar a su pareja por amenazas. Si no ejecutan, ¿no existe delito?

Por último, están los Diputados que sin pretender atentar contra la Constitución o contra el Reglamento del Congreso, no cumplen con su deber de representar a todos los españoles. Cuando hablan los diputados canarios, turolenses, cántabros, vascos, gallegos, valencianos, etc., yo no me siento representado por ellos. Sólo hablan de sus respectivos territorios sin que les importe o interese lo que ocurre en el resto de España. Están claramente en contra de lo que es la función de un Diputado: “Una vez elegidos, representan al pueblo español. El sitio de ese grupo de diputados no debería ser el Congreso sino el Senado.

Ahora que tanto se pone en valor la resistencia de los franceses, no está mal recordar que el lema de la Revolución francesa se repite con mucha frecuencia pero se omite voluntaria o involuntariamente que ese lema no solo contiene las palabras “Liberté, Egalité, Fraternité”. También se lee: “Unité, Indivisibilité de la Republique ou la Mort”.

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